La humanidad es esencialmente siempre la misma

Teniendo en cuenta que el promedio de vida en la prehistoria no pasaba de los 20 años y que en la actualidad el promedio de vida en el mundo es de unos 40 años, podemos decir que en los 4 millones de años de historia humana se han sucedido unas 120.000 generaciones. Cada generación ha aportado un poco de experiencia que se ha ido acumulando hasta llegar a lo que somos hoy. Nuestra generación, por maravillosa que nos parezca, solo está dando un paso adelante en el proceso de evolución.

La humanidad es como una torre altísima en la que cada generación ha construido un piso. Por ejemplo, a través de la historia del arte, basándonos en los restos arqueológicos, podemos observar cómo cada cultura ha dejado su impronta. Hace miles de años, los prehistóricos dejaron restos de arte rudimentario, pero cada generación fue evolucionando y dejó testimonios de su arte que sirvió de inspiración para las futuras generaciones. Así llegamos a las obras de arte de Egipto, Grecia, Roma, etc. las cuales nos maravillan por su belleza y grandiosidad. Pues bien, estas culturas admirables, no solo en lo artístico, sino en lo político, económico, social, etc. no son más que la continuidad de las culturas antiguas en las cuales se inspiraron y sin las cuales nunca habrían existido; así como tampoco existirían los tallos jóvenes de los árboles si no se alimentaran de la sabia que les llega a través de las ramas. Por esta razón es considerada la Historia como la madre de todas las ciencias.

Todo logro importante a nivel científico, técnico,…es el resultado de un largo proceso que se inició hace más de cuatro millones de años.

Hoy nos consideramos modernos y miramos con cierto desdén a los prehistóricos. Vivimos ensoberbecidos por las grandes conquistas científicas, técnicas,… que hemos logrado. Sin embargo, solo hemos dado un paso adelante en el proceso de la evolución que debe continuar. «Cada generación solo puede dar un paso adelante»

El paso dado por nuestra generación no es más ni menos importante que el que dio cada una de las generaciones que nos han precedido. El descubrimiento de la rueda, del fuego y de otras muchas cosas, fue tan importante como la llegada a la luna.

Dentro de unas décadas nuestros logros serán vistos por las futuras generaciones como insignificantes, sin embargo son la base sobre la que se construirá el futuro.

Cada época es importante en sí misma y tiene sentido en la medida en que se nutre de la experiencia del pasado y en la medida en que se proyecta hacia el futuro.

El presente no es más importante que el pasado ni menos importante que el futuro. Es solo un eslabón más de esa cadena evolutiva que tiene más de 120.000 eslabones.

Los seres humanos tendemos a despreciar el pasado sin tener en cuenta que somos el pasado y que nuestra mente está llena de grabaciones (ideas, valores, temores, tabúes, defectos,…que provienen de un pasado muy lejano, los cuales que se transmiten de forma consciente e inconsciente de generación en generación.

En lo fundamental nuestras conductas y costumbres son similares a la de nuestros ancestros prehistóricos, debido a que la naturaleza del hombre es siempre la misma, pues, así como se transmite el código genético a lo largo de los siglos, así se transmiten los contenidos mentales a través de la educación.
Lo único que cambia es que somos algo más evolucionados, más «civilizados» y que vivimos en este momento puntual. De aquí la importancia de juzgar los acontecimientos dentro de su contexto.

Creo que el juicio que harán las futuras generaciones sobre nuestra cultura, supuestamente progresista, no será muy benigno. Será el mismo que nosotros aplicamos a las viejas generaciones.

Es importante entender que las ideas no son viejas o modernas, son buenas o malas.

El médico ingles Ronald Gibson, comenzó una conferencia sobre conflictos generacionales, citando cuatro frases:

1) «Nuestra juventud gusta del lujo y es mal educada, no hace caso a las autoridades y no tiene el menor respeto por los de mayor edad. Nuestros hijos hoy son unos verdaderos tiranos. Ellos no se ponen de pie cuando una persona anciana entra. Responden a sus padres y son simplemente malos»

2) «Ya no tengo ninguna esperanza en el futuro de nuestro país si la juventud de hoy toma el poder, porque esta juventud es insoportable, desenfrenada, simplemente horrible»

3) «Nuestro mundo llegó a su punto crítico. Los hijos ya no escuchan a sus padres.
El fin del mundo no puede estar muy lejos»

4) «Esta juventud está malograda hasta el fondo del corazón. Los jóvenes son malhechores y ociosos. Ellos jamás serán como la juventud de antes. La juventud de hoy no será capaz de mantener nuestra cultura»

Después de pronunciar estas cuatro citas, quedó muy satisfecho con la aprobación que los asistentes daban a cada una de las frases. Se trata de cuatro frases que pudieran ser de actualidad, sin embargo:

La primera es de SÓCRATES (470-399 a.C.)
La segunda es de HESIODO (720 a.C.)
La tercera es de un sacerdote del año 2000 a.C.
La cuarta, estaba escrita en un vaso de arcilla, descubierto en las ruinas de Babilonia,
(actual Bagdad) y con más de 4000 años de antigüedad.

En realidad, la historia humana es cíclica. Todo se repite, aunque con distintos protagonistas y con pequeñas variantes.

Lo verdadero y lo bueno sobrevive en el tiempo, mientras que la mentira y el mal se desvanecen, porque llevan dentro de sí la semilla de su propia destrucción.

Con frecuencia se han impuesto la mentira, el odio y la violencia, pero al final siempre han triunfado la verdad, el amor y el bien.
Si no fuera así, la humanidad habría desaparecido hace miles de años.

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