Existen varios grados de creencia. Las cosas pueden ser dudosas, posibles, o ciertas. Aquí sólo nos interesan las creencias que coinciden con la certeza, pues son ellas las que proporcionan el impulso para la acción.
Las creencias se graban especialmente en la infancia. Las aceptamos como algo verdadero, indiscutible y obligatorio. Las creencias pueden ser verdaderas o falsas pero nos aferramos a ellas porque nos proporcionan seguridad.
Las creencias constituyen la estructura de la personalidad. Las personas desarrolladas tienen una mentalidad amplia, mientras que, las personas poco desarrolladas suelen ser excluyentes y fanáticas; consideran que quienes no piensan como ellas están equivocadas. ¿Te has puesto a pensar lo aburrida que sería la vida si todos pensáramos dela misma forma? La belleza y la riqueza del mundo físico, animal y humano está en la diversidad. Lo importante es que cada persona sea fiel a sus creencias, entendiendo que nadie es dueño de la verdad y por tanto, hay que purificar las creencias a través de la búsqueda constante de la verdad.
Las creencias más profundas son las que hacen referencia a los principios y valores. Estas creencias constituyen la estructura de nuestra mente y determinan la imagen que tenemos del mundo. Estas creencias son «sagradas» e «incuestionables»; sin embargo, debemos revisarlas con frecuencia para adaptarlas a la realidad, pues la vida evoluciona y se impone la adaptación para evitar la rigidez.
Las personas nos aferramos a las convicciones porque proporcionan seguridad; nos ayudan a creer que estamos en lo cierto y reaccionamos
contra quienes las cuestionan porque sentimos la crítica como una amenaza a nuestra seguridad. Esta es la razón por la cual hay que evitar discutir de religión, de patria y de familia.
La experiencia y la madurez fortalecen las verdaderas creencias, mientras que, las creencias inconsistentes se desvanecen con el tiempo porque no aguantan la prueba de la vida.
Las creencias, como toda conducta humana superior, necesitan ser alimentadas con lectura, reflexión y acción.
La humanidad vive un proceso acelerado de integración cultural.
Imagina cuántas razas, lenguas, religiones y costumbres conviven en Nueva York. Esta realidad exige el desarrollo de la tolerancia y del espíritu democrático. Cada persona debe ser fiel a sus creencias pero debe evitar el fanatismo y debe estar abierta a la verdad