Temor a la responsabilidad


La mayoría de las personas prefiere la seguridad al riesgo; pero la ley de vida es competencia. La competencia más importante es contra los propios defectos: sólo después, tendremos la libertad para acepar responsabilidades superiores.

Es preferible fracasar en el intento que abstenerse; el fracaso es una escuela que enseña a adaptarse a la realidad de la vida; enseña a ser más prudente, más humilde y más previsor.

El temor a la responsabilidad proviene de la baja autoestima, de la pereza mental y de la falta de ideales y de metas y también del temor a fracasar y ser juzgado y condenado por la sociedad.

La responsabilidad es un hábito personal. Este hábito se adquiere desde niño. Está hecho de disciplina, constancia y motivación. Las personas que no adquieren disciplina mental desde niños, después sienten la responsabilidad como un yugo insoportable.

La palabra responsabilidad es un concepto general muy amplio que encierra todas las responsabilidades que tiene el ser humano, como son: el cuidado y desarrollo de su salud, de su inteligencia, de su conciencia, de su afectividad, de su espíritu, de su familia, etc.

El temor a la responsabilidad es causa de que los seres humanos desaprovechemos oportunidades que no volverán.

Muchos temen asumir responsabilidades superiores porque piensan que son fuente de angustia y de problemas. En realidad, la responsabilidad es liberadora; ayuda a funcionar a niveles superiores, a sentirse más capaz, más importante, más poderoso, lo cual genera fuerza interna y espíritu de superación.

El único temor lógico a la responsabilidad puede venir de la falta de capacidad; pero se supone que nadie debe asumir responsabilidades para las cuales no es idóneo.

Nadie tiene la certeza absoluta del éxito, pues la vida está llena de imprevistos. A la hora de asumir responsabilidades hay que tener una seguridad razonable, después, como dice el refrán: » En el camino se enderezan las cargas»

Los grandes triunfadores confían en su intuición.

Todo ser humano tiene derecho al error sin que este signifique un atentado a su personalidad, porque lo importante en la vida es el esfuerzo y la intención, pero nos enseñan desde niños a ser demasiado personalistas y competitivos; a buscar de forma egoísta nuestro desarrollo y felicidad sin compromiso con la sociedad.

Los que tienen conciencia y responsabilidad son seres privilegiados, porque pertenecen a la avanzada de la evolución.

Nadie tiene derecho a utilizar sus talentos a su antojo porque son patrimonio de la humanidad y tienen una función social.

Las personas que no asumen la responsabilidad, además de causarse daño a sí mismas se convierten en un peso muerto, en un karma que perjudica a toda la sociedad.

Todos los seres humanos formamos un todo; lo que hace cada persona repercute en la sociedad y lo que hace la sociedad repercute en cada individuo, por esta razón todos somos responsables de todos y tenemos el derecho y el deber de exigir a cada uno el cumplimiento de sus responsabilidades en beneficio del desarrollo y de la armonía universal.

Cada persona es sólo la depositaria de unos talentos que ha recibido como herencia gratuita. Su misión es cultivar, potenciar y transmitir esos talentos a otras personas para que continúe la evolución. Al hablar de talentos no nos referimos únicamente al desarrollo de las capacidades intelectuales, nos referimos también al desarrollo de la capacidad afectiva, social, moral, espiritual, etc. Pues el valor de la persona es la suma del desarrollo de todas sus potencialidades.

La mayoría de las personas no asumen la responsabilidad de su propio desarrollo y menos aún las responsabilidades sociales.

Cómo superar el temor a la responsabilidad
Tomar conciencia de que la naturaleza nos ha obsequiado muchos más talentos de los que creemos tener.

La naturaleza exige desarrollar al máximo dichos talentos, porque su desarrollo beneficia a la persona y a la sociedad.

La ley de la vida es crecer. El crecimiento es una responsabilidad personal. Los demás pueden proporcionarnos ideas y estímulo pero es necesaria la decisión interna libre y consciente.

El temor a la responsabilidad no sirve de excusa para dejar de actuar. «El ser humano está condenado a ser libre» Ortega y Gasset. y, por tanto, a ser responsable y a tomar decisiones.

Si las personas no asumen con valor e inteligencia las responsabilidades de cada día, irá creciendo el temor y la frustración. En la vida sólo existe un camino y este es hacia delante. Hay que intentar, intentar y volver a intentar.

Una persona sin responsabilidad carece de autoridad moral y no es digna de confianza, debido a que la irresponsabilidad se asocia a otras formas de conducta inaceptables.

La irresponsabilidad no es una consecuencia de la ignorancia; si fuera así, existiría únicamente entre las clases más ignorantes; pero ocurre que abunda en todas los niveles sociales.

En épocas pasadas las personas eran más responsables, tal vez porque eran fieles a ciertos principios y valores superiores. Al debilitarse los principios religiosos, morales y sociales se ha debilitado la conciencia y con ella el sentido de responsabilidad.

Se está imponiendo ciertas «filosofía existencialista, pragmática y hedonista» en las que no hay espacio para el desarrollo personal ni para la responsabilidad, porque su único objetivo es lo fácil, lo inmediato y lo placentero. Su lema es carpe diem, disfruta el día. Este mensaje es bueno en sí, porque invita a vivir plenamente cada día; pero todos sabemos que esconde un trasfondo de invitación al libertinaje y a la irresponsabilidad. Disfruta el día sí; pero pon las bases para que puedas ser feliz hasta los cien años y no te suceda como a tantos parásitos que al morir el ser que les mantenía se acaba su modus vivendi o como a la cigarra inconsciente e irresponsable que murió al llegar el invierno por no prever en verano.

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