¿Sabes quién eres?


Los seres humanos podemos hablar durante horas de cosas que conocemos y de lo que hemos hecho en la vida, pero somos incapaces de hablar durante un minuto de cómo somos por dentro.

El filósofo Sócrates, siglo V antes de Cristo, deseoso de conocer acerca de la verdad viajó hasta la ciudad de Delfos. Allí, en el templo del dios Apolo había una pitonisa conocida como el «Oráculo de Delfos» Sócrates le preguntó: «¿Cuál es el principio de la sabiduría? y el Oráculo le respondió: «Conócete a ti mismo»

Resulta difícil conocerse a sí mismo, porque los contenidos de nuestro Yo son subconscientes; sin embargo podemos conocer algo de nuestra realidad profunda por sus manifestaciones, es decir, por la forma en que pensamos, sentimos y actuamos.

«No busques las profundidades de tu conocimiento con medidas humanas porque el Yo es un mar sin límite y sin medida» Kkalil Gibran

El hombre se afana en desentrañar los misterios de la naturaleza. Conocemos sobre origen del universo, el origen de la vida, el código genético y sobre infinidad de cosas, pero es muy poco lo que conocemos sobre la mente humana. Desconocemos cómo funciona la inteligencia y la intuición. Desconocemos la raíz profunda de los sentimientos humanos, del temor, del amor y del odio. Desconocemos las fuerzas ocultas que nos impulsan a obrar, a veces en contra de nuestra voluntad.

«Lo último que conocerá el hombre será su propio cerebro» Alexis Carrel, Premio Nobel.

Tenemos la experiencia de vivir en nuestro cuerpo humano, pero desconocemos a ese ser interno que lo habita. Cada uno supone que es él mismo quien vive en ese cuerpo, pero es muy poco lo que sabe de su propio Yo.

Debemos tener en cuenta que el ignorante no es el que posee pocos conocimientos sobre la vida, sino aquel que no se conoce a sí mismo.

La mayoría de problemas tienen su raíz en procesos psicológicos y emocionales que no comprendemos. Para comenzar, tenemos instintos animales poderosos, pero hemos aprendido a reprimirlos por medio de una educación en principios, valores y disciplina; sin embargo presionan constantemente e influyen de muchas formas en nuestra vida. Se supone que gastamos el 70% de nuestra energía mental en controlar los instintos, temores, angustias, etc. Las personas que funcionan bien gastan menos energía en defensas, por esta razón son más productivas y eficaces.
También tenemos ideas, principios, valores y experiencias que hemos acumulado y ahora mandan en nuestra vida.

Cuando observamos un iceberg sólo vemos una octava parte de su altura. Hay otras siete partes sumergidas en el mar.

La parte visible se mantiene sobre la superficie, porque se apoya en la parte sumergida que no vemos. De forma similar, los seres humanos sólo tenemos conciencia de una pequeña parte de nuestros contenidos mentales. Desconocemos nuestro verdadero poder mental; sin embargo, sabemos que está ahí, como una riqueza inmensa, como una fuerza, como una mina que podemos explotar.

Como no conocemos nuestro interior, tendemos a creer que nuestra verdadera vida es lo que experimentamos conscientemente, pero no, el mundo externo es sólo el escenario en el que transcurren los hechos. Este escenario es el mismo para todos, pero nuestra verdadera vida discurre dentro de nosotros, en nuestro Yo interno, por eso donde quiera que vayas siempre estarás en el mismo lugar, porque tu verdadero lugar eres tú mismo.

El éxito, la libertad y la felicidad no existen en ninguna parte, sólo existen en el corazón de quienes saben producirlos, por esta razón, en un mismo lugar y en las mismas circunstancias hay personas que triunfan y son felices y otras que fracasan y son infelices.

En nuestra mente hay fuerzas positivas (ideas, sentimientos, valores…) y fuerzas negativas (temores, egoísmo, envidia,…) que luchan entre sí por tomar el control de nuestra vida. Si dominan las fuerzas positivas nos irá bien, de lo contrario estaremos condenados al fracaso y a la frustración. Lo importante es que, si aprendemos a conocer nuestras fortalezas y nuestras debilidades, podemos alimentar las fuerzas positivas y controlar las fuerzas negativas. Desgraciadamente existen muchas trampas, engaños, tentaciones e ignorancia, que nos alejan del camino de la verdad y del bien. De aquí la importancia de tener un conocimiento de sí, para activar la parte buena de la mente y controlar la parte oscura.

La ignorancia de nuestro mundo interior hace que no dedicamos tiempo a analizar y comprender nuestro mundo psicológico que se encuentra en constante confusión y conflicto y que nos dediquemos al aspecto exterior de la vida, al logro de riqueza, propiedades, títulos, fama y poder, mientras en lo interior podemos sentirnos pobres y vacíos y ser personas frágiles, incapaces y vulnerables.

Si nos diéramos cuenta de que nuestra vida, en el fondo, es una farsa, de que vivimos como zombis (cuerpos sin alma) comprenderíamos lo importante que es despertar, tomar conciencia de nuestra realidad interna y vivir en una dimensión superior.

Acostumbramos a vivir como robots, reincidiendo siempre en los mismos hábitos psicológicos que nos amargan la vida y que nos hacen cometer una y otra vez los mismos errores. Necesitamos reflexionar, conocernos, elevar el nivel de conciencia y actuar de forma asertiva.

Cada quién vive su propia película desde que se levanta hasta que se acuesta, lo cual le impide apreciar la realidad tal como es, porque todo lo interpretamos de acuerdo a los prejuicios que hemos acumulado a lo largo de la vida. Lo cierto es que la mayoría de las personas no son felices y viven con una sensación de fracaso y de angustia. Algo anda mal.

La vida es como un espejo, nos devuelve nuestra propia imagen. Conscientes de que el principio que rige la vida es la Ley de Acción y Reacción, tenemos que comenzar por ser honestos; podemos engañar al mundo entero e inclusive podemos engañarnos a nosotros mismos, pero no podemos engañar a la vida; luego, necesitamos aclarar la mente porque la ignorancia se paga cara, y, finalmente esforzarnos, pues las cosas se logran a pulso.

En la vida eres lo que has hecho de ti y sólo te pertenece lo que has logrado con tu propio esfuerzo.
Lo dicho nos indica que cada persona tiene que hacerse responsable de sí desde la niñez, pues, de lo contrario quedarán áreas sin desarrollar, las cuales constituyen debilidades que tarde o temprano se pagan muy caros.

A medida que las personas se hacen mayores tienen tiempo para reflexionar y adquieren mayor conocimiento de sí y una visión más sabia de la vida. Aprenden a valorar más la salud, la amistad y la familia. Son más comprensivas, tolerantes y pacientes y también más espirituales. Este dato es una invitación y también un alerta, para que los jóvenes y no tan jóvenes, aprendan a conocerse y a ser sabios desde ahora, no cuando hayan pasado los años y hayan perdido muchas oportunidades de ponerse a valer como personas.

.»Por sus obras los conoceréis»
Analiza tus ideas, tus sentimientos, tus intenciones, tus actitudes y tus acciones, y dibuja tu perfil interno. Si te conocieras a ti mismo, podrías descubrir las cadenas invisibles que te atan y entonces podrías liberarte.

Cuando veas a alguien sabio, libre y feliz, no pienses que tuvo suerte en la vida. Tal vez tuvo algo de suerte al nacer en una buena familia y tener oportunidades; pero, cuántas personas nacen en una buena familia y son unos fracasados.

Las personas que triunfan «de verdad» es porque han sabido manejar muchas situaciones con inteligencia y con responsabilidad y porque han pagado alto precio en dedicación, esfuerzo, constancia y responsabilidad. Si quieres ser como ellos, ve y haz lo mismo.

El conocimiento de sí es un proceso largo, pero la recompensa es grande, pues, a partir del conocimiento de ti mismo puedes llegar a ser sabio y conocer la verdad de las cosas y el camino del bien y puedes tener control sobre tus ideas, sobre tus emociones y sobre tus decisiones. Si la ignorancia es el peor de todos los males, el conocimiento de sí mismo el mejor de todos los bienes.

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