Aprendiendo a matar


Gracias a la educación hemos aprendido a controlar los instintos. Sin embargo, en el inconsciente de cada persona permanecen latentes los instintos. La tendencia natural del ser humano es hacia el libertinaje, lo que obliga a las personas a permanecer en estado de alerta para controlarla los instintos.

Se supone que las personas gastan más del 60 % de la energía mental en mantener a raya los instintos y otros impulsos que no son aceptados por la sociedad.

Todos conocemos los desastres de las guerras y los beneficios de la paz; sin embargo, en la práctica, existen fábricas de armas, contrabando de armas, ejércitos y personas especialidad en crear conflictos para negociar con las armas.

Los países se reúnen para hablar de paz, pero no hablan de clausurar las fábricas de armas. Se reúnen para hablar de los problemas económicos del mundo, pero no hablan de la injusticia, ni de la explotación que son las causas de los problemas.

¿Sabes por qué las personas se dan la mano como señal de paz y de amistad?

Cuentan que en la prehistoria las distintas tribus tenían la necesidad de buscar agua del mismo río o de la misma fuente. Las personas que iban por agua, llevaban la vasija en una mano y una piedra en la otra mano. El temor a ser atacada hacía que llevaran oculta en la mano, el arma propia de la época; una piedra.

Un día llegaron al acuerdo de que, al encontrarse en el camino se darían la mano como señal de que no llevaban un arma oculta.

Desde entonces han pasado miles de años y las personas seguimos con el arma arrojadiza. Hoy el arma no es una piedra, es una pistola, una traición, una palabra cargada de veneno, etc.

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