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Editorial - 1122

 


Mecanismo biológico de la honestidad

 

Los seres humanos cuentan con mecanismos biológicos que dificultan los comportamientos deshonestos. Cuando engañamos, experimentamos distintos tipos de excitación emocional que nos hacen sentir mal. Esas reacciones se pueden medir y son la base de los detectores de mentiras. Algunos investigadores han mostrado incluso que las barreras fisiológicas contra la transgresión se pueden derribar con fármacos. 


En un experimento con estudiantes  se observó que cuando tomaban un medicamento simpaticolítico, que bloquea las señales asociadas con el comportamiento deshonesto, tenían el doble de probabilidades de engañar durante un examen que los demás estudiantes.

 

Un buen número de análisis ha mostrado que la respuesta frente a un estímulo que provoca una emoción se debilita con el tiempo. La repulsión que puede provocar la violencia pierde intensidad cuando se ha experimentado muchas veces.

Un grupo de investigadores del University College de Londres ha comprobado que eso sucede también con las sensaciones asociadas a saltarse las normas morales, un fenómeno que podría explicar cómo se puede llegar a cometer actos deshonestos graves a partir de actos que al principio parecen irrelevantes.

 

La amígdala es la región del cerebro donde se procesan las emociones que dificultan la deshonestidad.

En un artículo que se publica en la revista Nature, los autores pusieron a prueba a los participantes de varios experimentos que tenían la oportunidad de engañar para obtener beneficios personales a costa de otros.
Con este juego, observaron que las pequeñas deshonestidades para obtener una ganancia a costa de otros se incrementaban progresivamente.
Además, observaron que la respuesta de la amígdala, era más intensa la primera vez que los participantes engañaban a sus compañeros. Esa reacción, sin embargo, se iba atenuando en las fases posteriores del juego, y era posible predecir el nivel de deshonestidad de un individuo a partir de la reducción de la actividad en la amígdala en la prueba anterior.


“Estos resultados revelan un mecanismo biológico detrás de la escalada de deshonestidad”. “Los resultados muestran los posibles peligros de cometer pequeños actos deshonestos, peligros que se observan con frecuencia en ámbitos que van desde la política, los negocios y las relaciones personales”  debido a que debilitan la conciencia moral y la responsabilidad y las personas tienden a justificar las conductas más deshonestas e inmorales.
Sin embargo, todos tenemos una conciencia que nos ha dado Dios para que nos guíe en el camino, pero muchas personas prefieren acallar su voz para vivir a sus anchas. El acallar la conciencia es el error más grave que puede cometer un ser humano contra sí mismo.

La mente humana sólo puede soportar cierto grado de "disonancia" o de incongruencia entre la conducta y los valores que rigen la vida. Cuando la "disonancia" es grande, la conciencia activa la alarma, en forma remordimiento. Según Festinger, el individuo necesita mantener un orden y un sentido en su vida. Necesita pensar que actúa de acuerdo con sus propios valores. Si por cualquier motivo su comportamiento cambia, también cambiarán sus valores con el fin de mantener el equilibrio. 

 

La forma más fácil de evitar el remordimiento es acallar la conciencia.
Al insensibilizar la conciencia, las personas carecen de límites morales y su vida es gobernada por impulsos instintivos.

                                                                                                                                                  
En la actualidad, a pocos les interesa conocer la verdad ni el sentido de la vida. La mayoría de la gente sólo piensa en "vivir" y en "disfrutar" sin preguntarse a dónde conduce el camino. 

Lo expuesto nos da a conocer el funcionamiento de esa pendiente resbaladiza de la deshonestidad y es una invitación  a ser siempre honestos y  congruentes en todos los aspectos,  porque una vez que alguien se monta en el tobogán de la deshonestidad, pierde el control de su vida y puede llegar a donde nunca hubiera querido llegar.

 

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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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