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Editorial - 1120

 


La vida se nos da vacía

 

"La vida se nos da vacía..." Ortega y Gasset

 

En la naturaleza todo está predeterminado y se rige por leyes que se cumplen de forma inexorable, pero la vida humana, gracias al libre albedrío, escapa al destino inexorable que rige las cosas.

 

A los seres humanos se nos da una vida vacía de contenidos que necesitamos construir y llenar con ideas, experiencias y afectos. Nacemos con un cerebro de genio como resultado de cuatro millones de años de evolución humana. Estamos diseñados genéticamente para ser inteligentes, libres y felices; pero estas programaciones son sólo posibilidades que necesitamos desarrollar a través de una buena educación, rica en estímulos; de lo contrario, estas posibilidades quedarán reducidas a nada.

 

Los genes contienen la información necesaria para producir un organismo, para su desarrollo y para su perfecto funcionamiento. Los genes controlan todos los aspectos de la vida de un organismo. Codifican los productos que son responsables de su desarrollo, alimentación, reproducción, etc. Por lo cual, desde el punto de vista biológico, somos el resultado de un código genético y de las influencias del medio ambiente. En este aspecto, todo está determinado y muy poco o nada es lo que podemos hacer.

 

"La vida se nos da vacía..."

Sin embargo, los seres humanos estamos dotados de inteligencia, conciencia y libre albedrío, lo cual nos permite tomar el control de nuestra vida y sobreponernos a las adversidades, como lo prueban miles de casos de personas discapacitadas, las cuales, contra todos los pronósticos, han logrado éxitos increíbles. De modo que, el éxito y la felicidad están al alcance de todos. La clave está en saber programar la mente. Al final, el éxito y la felicidad son hábitos que se pueden adquirir.

 

Entonces: 
¿Por qué existen tantas vidas vacías? 
¿Por qué existen tantas personas ignorantes, pobres y frustradas? 
¿Cuál es la causa de tanta desgracia?

¿Por qué unos triunfan y otros fracasan?

 

Muchas personas llevan una vida vacía y la aceptan pasivamente, porque se han acostumbrado a esa forma de vivir y porque carecen de ideas, de motivaciones, de actitud y de fe en la vida.

 

En la vida de cada persona hay momentos de inflexión, momentos decisivos en los cuales las decisiones que tomamos marcan nuestra existencia para siempre. Son momentos en los que hay que actuar con criterio, sabiduría, prudencia y decisión. La lectura de este tema es, tal vez, uno de esos momentos de inflexión en que tienes la oportunidad de tomar conciencia de tu situación y reaccionar, para salvaguardar tu vida plena o para salir del vacío en que te encuentras sumido.

 

La vida es un camino que avanza hacia el futuro, pero no sabemos por dónde discurrirá, si por parajes agradables o por barrancos. No sabemos si llegará hasta los 100 años o terminará a los pocos metros.
Nuestro anhelo profundo es vivir muchos años y ser felices, siempre con la ilusión de que algún día nuestros sueños se harán realidad, pero la vida tienen unos planes secretos para nosotros.

 

Existen muchos caminos que llevan a todas partes, pero aquí nos referimos al camino interior, a ese camino que construimos cada día con nuestras acciones.
Cada persona tiene su propio camino, hecho de recuerdos, de vivencias, de afectos, de éxitos y también de fracasos y frustraciones. Este camino viene desde la infancia y está siempre presente en nuestra memoria. Lo recorremos con frecuencia para recuperar momentos felices de nuestra vida, porque los recuerdos no mueren, están ahí y forman parte de nosotros.

 

Este camino interior es el verdadero camino de la vida que debemos construir con esmero, pues se trata del desarrollo personal, que es la razón por la que hemos venido a esta vida; sin embargo, la dinámica de la sociedad hace que nuestra vida discurra por caminos que llevan al logro de cosas materiales, sacrificando de esta forma el ser por el tener.

 

Ahora bien, si tenemos en cuenta que sólo disponemos de una vida para triunfar y ser felices y que las oportunidades no vuelven, resulta un mal negocio el trabajar únicamente para lograr cosas y sobrevivir. A muchas personas no les queda más remedio que aceptar esta situación, pero existen otras muchas personas que, si despertaran a la realidad de la vida y se dieran cuenta de su riqueza interior, estoy seguro de que reaccionarían, se liberarían de muchas cosas inútiles y se dedicarían a construir su Yo interior, a llenar su vida, porque, al final, cada persona sólo tiene su Yo. Todo lo demás es externo a nosotros, es sólo el escenario en el que se mueve nuestra vida. De modo que, el verdadero camino de la vida no es otro que el desarrollo del propio Yo.

 

Lo más grande que le ha podido ocurrir al ser humano es nacer inteligente y libre, lo que le permite ser dueño de su destino, abrir su propio camino hacia el futuro y convertir sus sueños en realidad. Sin embargo, son demasiadas las personas que existen pero no tienen camino hacia el éxito y la felicidad. Esta situación es muy compleja y es poco lo que podemos hacer personalmente para resolverla, pero podemos tomar conciencia y ayudar a que otros tomen conciencia, y, algún día existirá una conciencia general que cambie las cosas y ayude a muchas personas a encontrar su camino en la vida. Por ahora confórmate con abrir tu camino hacia el éxito y la felicidad, es la mejor forma en que puedes ayudar a cambiar el mundo, porque, "Más importante que cambiar el mundo por fuera es cambiarlo por dentro"
Como puedes ver, se trata de construir el camino interior que conduce a ese Yo desconocido que somos cada uno de nosotros. "No corras, ve despacio, que hacia donde tienes que ir es a ti mismo" J R Jiménez

 

Si te sientes satisfecho y vives en paz contigo y con los demás, seguro que estás en el camino correcto de la vida. Sigue adelante. En caso contrario, revisa tu mapa de ruta, porque, lo más seguro es que estés extraviado.


Dos caminos se bifurcaban
en un bosque amarillo,
yo no podía tomar los dos caminos
siendo un solo viajero.
Después de pensarlo mucho
tomé el menos transitado,
y eso hizo toda la diferencia. Robert Frost

 

 

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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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