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Editorial - 1084

 


Educar para el trabajo

 

La acción es condición para el desarrollo. Los niños nacen con el impulso a la acción; a través de ella desarrollan las habilidades físicas y mentales que necesitan para adaptarse a la vida. Los padres deberían estimular y orientar ese dinamismo en vez de reprimirlo o dejarlo a la deriva.

 

A los niños les encanta el juego porque es libre; no hay reglas, no hay evaluación, y, por tanto no hay riesgo. Pueden expresar libremente su energía; pero en la vida, no todo es juego; se impone la competencia, y los niños deben capacitarse para entrar en el juego de la sociedad.

 

La conducta humana se basa en hábitos. Un hábito es una conducta adquirida por repetición. Con el ejercicio se integran cada vez más los movimientos que participan en cada acción. A medida que se van corrigiendo los movimientos inadecuados, la acción se hace más perfecta y eficaz. Con el tiempo el hábito se convierte en conducta automática que exige poco esfuerzo. El desarrollo depende de la adquisición de hábitos eficaces. Todo lo que realizamos: movernos, caminar, hablar, leer, escribir, pensar, ...), es el resultado de hábitos.

 

El hecho de que la mayoría de los trabajos resulten pesados y desagradables se debe a que las personas carecen de motivación y de hábitos eficaces.

Los niños que no adquieren el hábito del trabajo, de la lectura, de la disciplina y de la constancia, sienten temor y rechazo por el estudio y por todo lo que exige esfuerzo y responsabilidad.

 

Cómo educar a los hijos para el trabajo

 

La automatización de la vida (vehículos, ascensor, robots... están conduciendo a una vida sedentaria. Las personas se vuelven cómodas y perezosas, lo cual va en contra de la salud física y mental.

 

Al hablar de trabajo nos referimos a todo tipo de actividades que ponen en acción al cuerpo y a la mente. Los niños son activos y necesitan jugar, correr y estar en contacto con la naturaleza, pero las ciudades se han convirtiendo en jaulas para niños y para grandes.
La falta de ejercicio impide drenar las toxinas físicas y mentales, lo cual favorece la aparición de distintas enfermedades.

 

El trabajo intelectual está desplazando al trabajo físico. Se cree que para el año 2020, el 80 % de los habitantes de los Estados Unidos estarán dedicados al trabajo intelectual y sólo un 20 % se dedicará al trabajo físico. Este pronóstico anuncia que la competencia del futuro se librará en el campo intelectual. Sin embargo, no debemos olvidar que, para ser autosuficientes, necesitamos desarrollar distintos hábitos de trabajo relacionados con los quehaceres del hogar y de la vida.

 

Implica a tus hijos, desde pequeños, en las labores del hogar, esta participación incrementa el sentido de pertenencia a la familia, el espíritu de solidaridad y el sentimiento de ser útil y capaz. No prives a tus hijos de la oportunidad de aprender, de colaborar, madurar y desarrollar habilidades que la vida le va a exigir. Si no lo hace, no te quejes el día de mañana si tus hijos son desordenados, perezosos e inútiles, porque tú no les diste la oportunidad. Es cierto que los niños carecen de experiencia, y, por tanto, cometen muchos errores, pero este es el camino obligado para aprender.

 

La conducta humana depende de la programación mental. Si los niños y los adultos tuviéramos una idea clara acerca del valor del trabajo, entonces, lejos de considerarlo como un castigo, sería valorado como una oportunidad para crecer, para expresar sus capacidades, su creatividad y para sentir el placer del éxito.

 

Necesitamos dignificar el trabajo. El trabajo en cualquiera de sus manifestaciones es el único camino para crecer. Si las personas tomaran conciencia de que cada esfuerzo es un peldaño hacia el éxito, pondría más interés en las cosas.

 

El trabajo (lectura, estudio, colaboración en las tareas de la casa, etc. ) debe ser un hábito de cada día, pues, el cuerpo y la mente tienden a ser perezosos, de modo que es necesario mantener el cuerpo activo y despierta la mente.

 

La mayor herencia que puedes dejar a tus hijos es el espíritu de trabajo, el espíritu de superación y la autosuficiencia. Esta fuerza nace de dentro y una vez que echa raíces, nadie puede reprimirla.

 

 

 

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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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