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Editorial - 1083

 


Educar para la paz, la convivencia y la solidaridad

Vivimos en una sociedad caracterizada por la competencia y por la agresividad, y pareciera que la mejor forma de sobrevivir en estas circunstancias, consiste en ser agresivo y competitivo. Nada más erróneo. La competencia y la agresividad son conductas prehistóricas que obedecen a mecanismos de defensa irracionales y desadaptados.

 

El mundo ha evolucionado y estas herramientas, en apariencia eficaces, son destructivas. Si no lo crees; observa los conflictos sociales, la angustia y el estrés que sufren las personas, especialmente las agresivas.

 

El concepto de competencia, es bueno en principio; el problema radica en que la competencia es en contra de los demás. En este tipo de competencia siempre existe el riesgo de perder, lo cual genera angustia y temor; mientras que, el concepto de superación es proactivo, la persona siempre tiene la posibilidad de ganar, porque el éxito depende de ella misma, lo único que tiene que hacer es: “Tratar de hacer bien lo que puede hacer”.

 

Si tenemos en cuenta que las personas consumen el 70 % de su energía en competir y en controlar el estrés; imagínate la capacidad de una persona proactiva que no gasta energía en defensas porque vive en paz consigo misma y con la sociedad y que además pose espíritu de superación.

 

La competencia y la agresividad desatadas en el mundo son dos premisas que conducen a la guerra. Tú no puede desactivar estas bombas pero puedes hacer mucho en relación con tus hijos. Edúcales en la paz, en la comprensión, en la tolerancia, en el perdón y en la solidaridad. De este modo les protegerás contra la agresividad de la vida.

 

Seguramente que te preguntarás: ¿Cómo van a sobrevivir mis hijos con estas actitudes en una sociedad tremendamente agresiva y competitiva?.

 

La respuesta está en que tus hijos tendrán más fortaleza interna y respuestas más inteligentes y eficaces que los demás; porque en vez de malgastar el 70 % de la energía en competencia y en estrés, la invertirán en creatividad.

 

Recuerda que la competencia y la agresividad son conductas prehistóricas, desadaptadas y por tanto, ineficaces.

 

Adelántate al futuro y programa a tus hijos para que funcionen por encima de la competencia y de la agresividad.

 

Las madres y padres de todos los tiempos educan a sus hijos para la paz y para otros muchos valores importantes como la honestidad, la amistad, etc. Yo me pregunto: ¿Será que las madres y padres del mundo están equivocados ?

 

Cómo educar a los hijos para la paz, y, cómo pueden aprender la paz los adultos.

 

Nadie aprende lo que no tiene beneficios; por tanto, enseña a tus hijos los beneficios de la paz, pero nadie puede enseñar la paz si no tiene paz en su corazón.

 

La mayorías de los seres humanos viven una guerra interna, por lo cual, les resulta difícil vivir en paz con los demás.

 

Solamente las personas desarrolladas pueden ser pacíficas; de modo que, al educar a tus hijos para la paz, les estás obligando a ser auténticos, a controlar a sus enemigos internos (la ignorancia, la pereza, el egoísmo,...).

 

No hay que confundir la paz con la pasividad. La paz es activa y no tiene tregua con la injusticia, con la mentira, con la irresponsabilidad y con cualquier conducta que se oponga al desarrollo y a la libertad del ser humano.

 

Educar para la paz significa:

Enseñarles a comprender la situación de los demás en vez de juzgarles

Enseñarles a perdonar en vez de tomarse la justicia por sus manos.

Enseñarles a estimular en vez de criticar.

Enseñarles a respetar a todos los seres humanos sin distinción.

Enseñarles a ser educados.

Enseñarles a ser agradecidos.

 

Como podemos observar la paz está ligada íntimamente a otros valores, tales como la verdad, el respeto, la justicia, etc. sin los cuales no puede existir.

 

La paz no se puede enseñar como una teoría abstracta. La paz es una forma de vida y exige un compromiso. Lo tomas o lo dejas.


 

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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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