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Editorial - 1078

 


Lucha eterna entre el bien y el mal

 

En la naturaleza todo tiene su contrario: El bien y el mal, la salud y la enfermedad, la riqueza y la pobreza, la vida y la muerte.

Podríamos poner infinitos ejemplos, pero concluyamos diciendo que exite la Ley de Polaridad  según la cual, todo lo que existe tiene su contrario.


La polaridad es un concepto que los griegos definían como Ley de los Contrarios. Era considerada como el principio de las cosas. Para unos era el calor y el frío; para los pitagóricos era lo par y lo impar; para Empédocles, el amor y la discordia.

Heráclito creía que la lucha de los contrarios era la causa del devenir de todas las cosas.

Platón aplicó la ley de los contrarios al pensamiento, dando origen a la dialéctica; es decir, a una forma de razonamiento según la cual, de dos ideas opuestas (tesis y antítesis), se obtiene una idea verdadera llamada síntesis.

El filósofo Hegel aplicó la ley de los contrarios a la ideas. Creía que el desarrollo del pensamiento se debía a la lucha entre ideas contrarias que generaban dinámica (dialéctica)


Este concepto fue adoptado por el marxismo y dio origen a la lucha de clases. Frente a la clase rica (tesis) el marxismo opuso el proletariado (antítesis). De esta lucha debía salir la nueva sociedad comunista (síntesis) en la cual todo sería común y todos serían iguales. Pero, el comunismo fracasó y siguió imponiéndose la ley de los contrarios, debido a que, la vida es competencia y la lucha debe seguir impulsando la evolución.

 

La polaridad existe no sólo en la naturaleza, existe también en el ser humano. Dentro de cada ser persona luchan dos fuerzas antagónicas. Las fuerzas de desarrollo que impulsan a la expansión de la personalidad y los mecanismos de defensa, que se alimentan de la ignorancia, del temor, de la frustración y del odio,... y tienden a inhibir la personalidad.

 

¿Por qué tienden a polarizarse las personas? 


Las personas necesitan sentirse seguras y reaccionan de forma instintiva en contra de todo lo que amenaza su seguridad. La posición de cada persona depende de su estructura mental. La estructura mental está constituida por principios, creencia, valores y sentimientos, grabados en la infancia de forma inconsciente a través de la educación. Esta estructura mental se va consolidando con los años y puede volverse más rígida o más flexible, dependiendo de la forma en que la persona maneja sus ideas y sentimientos.

 

La rigidez dificulta el desarrollo y la adaptación, conduciendo al fracaso y a la frustración. Las personas frustradas tienen baja autoestima y se sienten amenazadas, de modo que, desarrollan conductas cada vez más rígidas para defenderse.

 

La sociedad está polarizada en muchos aspectos (social, político, económico, religioso, racial,...)

La polarización se incrementa en momentos de crisis. En momentos de crisis se activan los mecanismos de defensa (conductas reactivas, instintivas e irracionales) que en época pasadas le sirvieron al hombre para sobrevivir en un mundo hostil, pero hoy son socialmente explosivas.

Estas conductas, "han sido controladas por medio de la educación" pero, cuando las circunstancias amenazan los valores fundamentales, como son la familia, la religión, la economía, la patria y la libertad, surgen de forma violenta y la gente se polariza, formando grupos de fuerza para oponerse al "agresor". De esta forma se producen las guerras, los genocidios y toda clase de aberraciones sociales.

 

El problema de la polarización radica en que, cada uno cree tener toda la razón. Necesitamos ponernos en el lugar del otro para ver las cosas desde su perspectiva, y tal vez, cambie nuestra actitud.

Lo que no se resuelve a través del diálogo no se resuelve de ninguna otra forma. Ahora bien, como la polarización es una lucha de sentimientos, resulta difícil el diálogo, por lo que se impone una diplomacia inteligente y madura.

 

La historia humana es una lucha sin tregua, por el control del poder, entre pueblos, culturas, religiones y clases sociales.

Conscientes de esta realidad y conocedores de hasta dónde pueden llegar los odios, si no se controlan a tiempo, es responsabilidad de todos, luchar para erradicar la ignorancia, la pobreza, la injusticia y la violencia, pues ellas son la causa de todas las discordias.

 

En esta lucha absurda, no gana nadie, perdemos todos.

Solo cuando entendamos esta verdad, comenzaremos a cambiar, y comprenderemos que, antes de cambiar el mundo por fuera, hay que cambiarlo por dentro, comenzando por uno mismo.

 

Sólo si evolucionamos y crecemos en conocimientos, autoestima y valores, podemos controlar la Ley de Polaridad, al menos en parte, y gozar de los favores de la Ley de Armonía.

 

 

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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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