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Editorial 1056

 


Abundancia de injusticia

 

A primera vista resulta incompatible que exista tanta injusticia si Dios bueno y poderoso. Si Dios es bueno y poderoso, ¿Por qué permite tantas injusticias? 

Dios creó al hombre libre, es decir, con el poder de decidir su propia vida. Pudo haber creado robots en vez de hombres y entonces el mundo sería "perfecto" pero frío e insensible. Dios prefirió crear al hombre, dotado de inteligencia, conciencia y libertad para que pudiera disponer de sí y convertir todos sus sueños en realidad. Hoy nadie duda de que tenemos un cerebro de genio programado genéticamente para evolucionar y lograr el éxito y la felicidad. El problema está en que no hacemos buen uso del libre albedrío y no tomamos las decisiones correctas y a tiempo.

 

La inteligencia y la libertad son el mayor bien que el hombre ha recibido de Dios; además ha recibido una conciencia que le ayuda a discernir entre el bien y el mal, lo cual le permite elegir el bien y rectificar cuando se equivoca. Ahora bien, el hecho de que el hombre se aleje de los caminos del bien es responsabilidad exclusiva de él.

En principio, Dios da a todos la libertad necesaria para triunfar y libres y felices, pero, después cada uno logra lo que puede de acuerdo al uso que hace de su libertad.

Si todos utilizáramos adecuadamente la libertad y cumpliéramos con nuestra misión, no existiría tanta injusticia; no habría egoísmo, odios, resentimientos, envidia, injusticias, temor, pobreza, ignorancia, corrupción, ni guerras.
Existirían ciertos problemas, propios de la naturaleza humana (dolores, enfermedades e inclusive la muerte, pero éstos no serían considerados males, sino efectos naturales del proceso de la vida.
 
Ahora bien, existen las injusticias porque los seres humanos no se unen para defender la justicia. El egoísmo hace que cada uno mire por sus intereses y mientras quienes sufren injusticia no se unan para defender sus derechos, los poderosos les impondrán su yugo. En esta tarea es necesario que la humanidad entera se una en pro de la justicia, de la libertad y de todos los derechos humanos, pues la injusticia tiende a extenderse como la mala hierba hasta lograr apoderarse del espacio  físico y mental de las personas.

 

Los conflictos sociales surgen cuando la injusticia y la frustración llegan a un nivel límite. Una vez iniciado un conflicto grave se desencadena una serie de hechos violentos, impulsados por fuerzas que habían estado reprimidas. En su avance destruyen todo lo que encuentran a su paso. Es como un tornado que sólo se detiene cuando se le acaba la emergía.

 

 

Qué es realmente la injusticia
La injusticia es ausencia de justicia, así como el odio es ausencia de amor y la mentira es ausencia de verdad. 
La injusticia es una forma de mal que está encarnado en los seres humanos y llena los espacios de su mente y de su corazón, los cuales deberían estar llenos de buenas ideas, de valores y de buenos sentimientos.
Son las personas las que generan la injusticia. Todos somos portadores de alguna forma de injusticia.
La única forma de acabar con la injusticia que reina en la sociedad es acabar con el mal que habita en el corazón de cada persona.

Existen muchos males que se ha acumulado a lo largo de la historia y constituye una deuda pesada con la vida que nos afecta a todos. Todos hemos contribuido a este mal y somos responsables del mismo; de aquí la obligación que todos tenemos de ser mejores personas y de luchar  porque reine la justicia.


Por formar parte de la sociedad todos pagamos de alguna forma las consecuencias de la injusticia, la cual se expresa  en forma de pobreza, agresividad, crisis, violencia, etc.

Tenemos que aceptar que la humanidad ha vivido siempre en crisis y con problemas de injusticia,  y, a pesar de todo, ha sobrevivido durante más de cuatro millones de años. Las condiciones de vida han mejorado. Aún queda mucho por hacer y no tenemos que hacernos la ilusión de que vamos a ser nosotros los que vamos a cambiar la historia.


Cada generación sólo puede dar un paso adelante, y tú personalmente, sólo puedes dar un paso. Lo importante es que tu paso sea largo, firme y seguro y te conviertas en un referente para que las personas que te observan a diario, que son muchas, sigan tu ejemplo y aprendan a luchar por la justicia y la libertad. Esto es lo único y lo mejor que puedes hacer por ti y por la humanidad.


Nunca podrás salvar a tantos millones de niños que mueren de hambre o crecen sin esperanza y sin futuro, tampoco puedes evitar que millones de jóvenes sean víctimas de la droga, ni puedes barrer del planeta a millones de violentos y corruptos, pero sí puedes ser una persona más justa, honesta y generosa, y levantar el ánimo y la esperanza de tantas personas con las que te relacionas cada día. Tú puedes ser el activador de estas personas, las cuales a su vez se convertirán en activadoras de otras personas, y así hasta el infinito.


Confucio 551 a. C. - 479 a. C. Preocupado por la ignorancia, por el sometimiento y por la injusticia que padecían las personas se dedicó a predicar la verdad y el bien. Después de un tiempo se dio cuenta de que había sembrado en el desierto, la gente no le había entendido y seguían como al principio. Decepcionado, se dedicó a predicar a sus familiares, pero ellos tampoco entendieron su mensaje. Entonces, Confucio decidió dedicarse a su propia superación. Es por aquí por donde debió comenzar, para luego irradiar su poder interno y transformar las cosas.


Confucio llegó a ocupar grandes cargos, como ministro de justicia, pero lo más importante es que sus ideas se convirtieron en el pensamiento filosófico y moral (Confucionismo) que ha guiado la vida de los chinos durante más de dos mil años.


Sólo existe una forma de evitar las injusticias: “Enseñar a las personas a pensar y a ser libres y emprendedoras” Entonces sabrán defender sus derechos.


 

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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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