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Editorial 1030

 


Resentimiento - génesis y efectos

 

El resentimiento nace de las expectativas frustradas. Cuando las personas no cumplen con lo que esperamos de ellas, nos sentimos frustrados. Así comienzan los resentimientos. 

Una persona resentida desea vengarse. Quiere que el otro sufra el mismo dolor que está sintiendo, por tanto, lo primero que se le ocurre es retirarle su afecto y su amistad. Esta venganza le hace sentir bien, pero sólo de forma momentánea, porque el problema sigue latente.

El resentimiento cambia la perspectiva de la relación. La persona resentida comienza a ser menos benévola con el otro; algunas cosas que antes no le molestaban ahora las encuentra insoportables, y, aún más, lo que todavía funciona bien entre los dos, empieza a parecerle falso o sin sentido.

Esto lo aplica no sólo al presente, sino también al pasado. Comienza a reinterpretar los hechos del pasado y allí encuentra muchos motivos de queja.

Cuando las cosas llegan a este punto, lo único que espera la persona resentida es que el otro se dé cuenta de “lo que hizo mal” y se disculpe. Pero puede ocurrir que el otro no tenga idea del daño que ha causado, pues, nadie puede leer tus pensamientos ni saber lo que quieres o esperas. Si quieres relaciones claras debes establecer acuerdos claros.

Cuando no se expresan claramente las expectativas entre las partes, a veces es difícil obrar como el otro espera, aún teniendo la mejor disposición para hacerlo.
Las expectativas no expresadas son una fuente potencial de malos entendidos, de frustraciones y de heridas. Aún cuando la otra persona (jefe, compañero de trabajo, vecino, amigo, empleado, hijo, pareja o familiar) trate de hacer bien las cosas. 

 

La persona resentida desarrolla infinidad de prejuicios, pierde el sentido crítico y tiene actitudes, lenguaje y comportamientos ilógicos que complican más la relación.

 

La persona resentida puede tener muchas razones para justificar su actitud, pero, en el fondo, tiene un problema de personalidad (temor, inseguridad, complejos, envidia, frustración) de lo cual solo ella es responsable. De modo que, cuando sintamos resentimiento contra alguien, debemos comenzar por analizar nuestra propia situación.

 

El resentimiento tiene un proceso que se va gestando poco a poco, por envidia, frustración, etc.

Este proceso es inconsciente, de modo que, la persona resentida apenas tiene conciencia de este sentimiento de animadversión que está creciendo en su mente, hasta que llega el día en que se hace consciente.
Como se trata de un sentimiento inaceptable e inmoral, la persona resentida necesita liberarse de de la culpa. Busca razones para justificar su resentimiento. Comienza por resaltar y amplificar los defectos y debilidades de la otra persona, de modo que parezca ruin y despreciable. Es una forma de auto engaño que no funciona, por lo cual, la persona resentida sigue sintiéndose molesta consigo misma y culpando a la otra persona, de modo que el resentimiento sigue creciendo y puede conducir a un desenlace fatal.

Por tanto, es importante evitar que el resentimiento eche raíces en nuestra mente, porque luego puede resultar incontrolable.

El resentimiento indica problemas personales que es necesario controlar, además, genera un gasto inmenso de energía y un estado emocional obsesivo que nos distrae de nuestros deberes.

 

El más perjudicado con el resentimiento es el que lo produce, debido a que el resentimiento es una conducta muy elaborada y para producir el resentimiento se necesita movilizar gran cantidad de energía. El resentimiento genera un estado mental tenso que tiende a invadir otros espacios mentales. Esta energía actúa como búmeran y se vuelve contra sí mismo; por lo cual, las personas resentidas suelen ser muy infelices, porque viven rumiando habitualmente las frustraciones y la rabia.

Es necesario hablar, dialogar, escuchar, llegar a acuerdos, entender, comprender y perdonar. Puedes elegir perdonar. Siempre hay razones para perdonar, sin embargo, no es fácil perdonar porque somos hijos de la cultura del "ojo por ojo" pero si no perdonas, además de tener un problema con los demás, tendrás un problema grave contigo mismo que te corroerá la mente.

Vivimos tiempos de intolerancia, de odio y resentimiento. Esta situación golpea las estructuras físicas y mentales de la personalidad (la salud, la inteligencia, las emociones, la moral, la convivencia,...)

Necesitamos hacer un esfuerzo, todos los días, para comprender a los demás y perdonar muchas cosas, sobre todo en estos tiempos de crisis política, económica y social, en que se activan los temores y la violencia.


El perdón es una virtud y también una señal de salud mental y de inteligencia.

 

 

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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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