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Editorial 1025

 


Vuela alto

 

La Ley de Competencia preside la vida. Compiten las plantas por la luz, por el espacio y por los nutrientes. Compiten los animales y compiten los hombres. En el interior de cada persona también existe una lucha sin fin entre ideas, creencias, sentimientos, temores, culpas, complejos, instintos y valores.

 

Necesitamos tomar conciencia de que vivimos en un mundo presidido por la ley de competencia. Necesitamos ser competitivos y desarrollar espíritu de superación, pero debemos evitar la competencia compulsiva y el deseo imperioso de ganar siempre.

 

La verdadera victoria no es contra los demás sino sobre sí mismo. Se trata de la victoria sobre la ignorancia, la pereza, el egoísmo y el temor. Si ganas esta batalla, podrás lograr casi todo lo que te propongas en la vida.

 

La vida es acción, es desarrollo físico, intelectual, afectivo y espiritual. Este desarrollo exige un esfuerzo constante para lograr alimento, conocimiento, autoestima y valores. El objetivo de este desarrollo es satisfacer las necesidades naturales del ser humano y evolucionar. Como la dinámica de la vida se basa en la competencia, es necesario lograr los objetivos compitiendo con las demás personas. En esta acción triunfan los más capaces.


Ahora bien, si planteamos la vida en términos de competencia, lo más lógico es que percibamos a los demás como competidores y "posibles enemigos" De este modo, todos los que nos superan se convierten en enemigos que nos impiden triunfar y nuestro esfuerzo irá dirigido a "derrotarlos".
En este caso nuestra lucha será contra... La lucha contra... no da resultado, porque siempre habrá alguien superior.


La Ley de Competencia es sabia, equitativa y perfecta. Es necesaria para garantizar el desarrollo y la evolución, por tanto, ella no es la causante del fracaso de las personas, sino más bien, es promotora del éxito, pues, estimula a superarse.


Entonces, ¿Quién es el causante del fracaso de las personas? 
Cada persona nace libre y es responsable de sí misma. Su éxito o su fracaso dependen de las decisiones que toma. Cada persona debe asumir las circunstancias que le toca vivir y aprovecharlas para evolucionar. Si no lo hace por ignorancia, por pereza, por distracción o por cobardía, pagará las consecuencias, porque, toda acción y toda omisión acarrean consecuencias.

 

Nadie nos quita nada, y, lo que perdemos es porque no lo merecemos. No lo merecemos, porque no sabemos defenderlo. Conociendo como es la vida y cómo son las personas, es deber de cada uno aprender a defender su espacio físico y su espacio mental.
La defensa en la prehistoria era salvaje. Ese tipo de defensa hoy no funciona. Muchos la utilizan y a veces ganan, pero las espadas siguen en alto y pueden volverse contra ellos en cualquier momento. La única arma que garantiza el éxito verdadero y completo es el desarrollo personal.

 

Tal vez eres una persona valiente y te has enfrentado al mundo. Ahora ya sabes cuáles son tus verdaderos enemigos y sabes cuál es tu guerra.

Debes estar muy atento, porque tus enemigos internos son astutos. Saben disfrazarse de muchas formas para confundir, saben sobornar y son muy tenaces, pero tú eres más poderoso, porque llevas dentro de ti la fuerza vital de la naturaleza que te impulsa a crecer.

Tambien debes ser sagaz para defender tu espacio físico y mental ante los demás, pues, si te descuidas, las personas que te rodean irán ocupando tu espacio, hasta reducirte a la mínima expresión. Las personas tienen miedo a ser superadas, por lo cual, tratan de imponerse a los demás. Es cuestión de supervivencia.

 

Todos los seres humanos tienen un punto débil, puede ser la avaricia, el vicio del juego, la soberbia, la ira, la pereza, el temor, la ignorancia, la imprudencia, la corrupción, la infidelidad, etc. Cualquiera de estos defectos puede llevar a la ruina.
Es importante estar conscientes de que todos tenemos pies de barro que pueden quebrarse en cualquier momento. Vemos a diario cómo se hunden países, gobiernos, empresas y personas, porque carecen de consistencia. También vemos con sorpresa cómo personas, aparentemente honestas y responsables, sucumben a la corrupción. Sin duda, tenían los pies de barro.

 

Por estas y otras razones, aléjate de la mediocridad, ¡Vuela alto!

 

Levanta anclas, rompe las cadenas de la ignorancia y del egoísmo. Protégete de las trampas de la vida. Busca la sabiduría, el éxito, la libertad y la felicidad, de modo que, si un día te visita la adversidad, puedas renacer de tus cenizas y volar alto, como el Ave Fénix.

 

"Dos caminos se bifurcaban en un bosque amarillo 
y lamentablemente no podía recorrer ambos caminos 
siendo un sólo viajero.
Dos caminos se bifurcaban en un bosque, 
yo tomé el menos transitado 
y eso ha hecho toda la diferencia"  Del poeta Robert Frost 

 

 

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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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