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Editorial 1023

 


Cansancio causado por una vida desordenada

 

Lo lógico sería que todos los seres humanos aprovecharan las ideas y experiencia que ha logrado la humanidad a través de cuatro millones de años de evolución, y se programarán correctamente en principios, valores, criterios, etc. de modo que su comportamiento fuera correcto y alcanzaran el éxito y la felicidad. Pero, las cosas son muy distintas. Somos hijos de una sociedad represiva que nos educa para la obediencia y la sumisión. De esta forma, la sociedad nos controla y se mantiene el orden establecido, pero el precio que tenemos que pagar por causa de esta educación errónea es mu grande.

 

Los seres humanos somos como pajaritos que ansían volar hacia la libertad, pero estamos controlados por hilos invisibles que nos impiden levantar el vuelo. Esos hilos invisibles son: La ignorancia, los temores, la inseguridad, la falta de espíritu de superación, el egoísmo, la pereza, la falta de disciplina, las necesidades creadas, los compromisos, el qué dirán, etc. los cuales nos impiden ser libres y felices.

 

Esta situación hace que la mayoría de las personas renuncien al desarrollo personal y vivan sin un plan personal, que solo vivan por vivir, centradas en un solo objetivo: La supervivencia.

 

En la naturaleza todo funciona de acuerdo a leyes. Existe orden, ritmo y armonía que marcan el desarrollo de todos los procesos naturales. Sin embargo, la vida de muchas personas se caracteriza por el desorden. Esto significa que no tienen un plan de acción, que no tienen objetivos claros, ni metas hacia las cuales caminar. Carecen de motivaciones, de proyectos, de consistencia moral, de compromiso, de responsabilidad... Las razones son muchas y los efectos desastrosos también son muchos.

 

Se trata de personas mal programadas que viven a la deriva, movidas por los impulsos del momento. Viven sin plan, sin rumbo y sin destino.

 

Existen muchos niveles de desorden, desde el desorden leve hasta el caos.

La palabra caos proviene del griego, significa abismo. En nuestra cultura lo asociamos a desorden y desastre.

El significado que damos a las palabras es muy importante, porque a través de las palabras creamos nuestra realidad mental, la cual determina nuestra realidad física, nuestra forma de percibir las personas, las cosas y la vida, y, en consecuencia, la forma en que actuamos.

 

Las vidas desordenadas son caos humano. Existen caos personales, familiares, institucionales, sociales, políticos, etc. El problema real no es el caos sino las causas que lo generan. No surgen por generación espontánea, también tienen su génesis; son el resultado de errores cometidos en distintos aspectos. Las personas no suelen tener conciencia clara de su deterioro progresivo, por lo que avanzan hacia el desastre personal, matrimonial, etc. casi de forma automática e inconsciente. Algunas personas sí se dan cuenta del proceso destructivo en el que se hallan inmersas, pero es tal la dinámica de la mente y de la vida que carecen de fuerza para rectificar. Esta situación genera angustia, frustración y cansancio físico y mental.

 

Si no quieres que tu vida sea un caos, cuida la armonía en tus ideas, en tus sentimientos, en tus relaciones y en tus acciones. Si no quieres que en tu familia exista caos, crea armonía entre todos sus miembros. Todo caos tiene su génesis. Si las personas se renovaran constantemente no tendrían crisis.

 

Muchas personas tienen un caos en su mente. El caos se genera cuando no existe claridad en las ideas ni en los sentimientos ni en las decisiones. Cuando las personas se encuentran atrapadas en situaciones insoportables. Cuando no existen razones para vivir y luchar. Sin embargo, aún en estos casos, el caos cumple una función importante, obliga a las personas a reaccionar, o a salir de circulación, porque son un mal ejemplo y un obstáculo para el desarrollo de los demás.

 

El caos aprovecha todo, de modo que, estas personas caóticas se convierten en una lección de fracaso para que otras personas no sigan su ejemplo. Como puedes ver, nada en la vida tiene desperdicio. Al final, todo ayuda a la evolución de la vida. Lo importante es que tú nunca seas el conejo de indias que utiliza el caos para su experimento.

 

Nuestra mente es un caos dinámico en el que interactúan sin cesar billones de ideas, sentimientos, recuerdos, impulsos, necesidades, temores, intereses, valores... El ser humano es libre y puede intervenir en la dinámica de su caos personal y en el caos social.

 

El caos nos recuerda que todo existe en un proceso dinámico de cambio permanente que se acelera cada día, lo cual exige adaptación, y la mejor garantía para sobrevivir en esta sociedad presidida por el caos y la incertidumbre es ser consistente, pero a la vez ser flexible y creativo.

 

 

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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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