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Editorial 1009

 


Crisis moral

 

En los orígenes de la prehistoria, los seres humanos tenían poco desarrollada la inteligencia y la conciencia, por lo que carecían de sensibilidad  humana y de conciencia moral. Sus conductas eran más instintivas  que humanas; pero a través de los siglos evolucionaron y crecieron en inteligencia y en conciencia. Los instintos fueron perdiendo fuerza en beneficio de la inteligencia y aprendieron a convivir en sociedad; pero aún seguimos  siendo animales, como el chimpancé, el orangután o los lémures, solo que más evolucionados.
Somos impulsados por instintos poderosos. Los instintos son fuerzas positivas, pero necesitamos controlarlas. Los instintos son como el caudal de un río poderoso, el cual, si es canalizado, sirve para producir energía y para regar el campo, pero, si se sale de madre, destruye todo a su paso.

 

La finalidad de los principios y de los valores es construir una estructura moral, capaz de controlar las fuerzas compulsivas de los instintos, pues, el ser humano tiende por naturaleza al libertinaje, por lo que necesita un control permanente. Se cree que los seres humanos gastan el 70% de su energía mental en reprimir las fuerzas instintivas  y en controlar los temores, angustias, preocupaciones y culpas.

 

La humanidad ha tardado miles de años para lograr el nivel de inteligencia y de conciencia actual, pero esta evolución sirve de poco si no la asimilamos a través de la educación y de la disciplina personal.

La humanidad ha aprendido cuáles son las conductas que llevan al éxito, a la libertad, a la convivencia y a la felicidad. Estas conductas (Verdad, justicia, honestidad, humildad, solidaridad, responsabilidad, etc.) son consideradas como valores. También conocemos cuáles son las conductas destructivas que llevan al fracaso, a la violencia, a la guerra y a la frustración. Estas conductas son (Egoísmo, envidia, soberbia, avaricia, ira, odio, violencia, hipocresía, corrupción, irresponsabilidad, etc.) son consideradas vicios o antivalores.

 

Tanto las conductas positivas como las negativas están encarnadas en las personas; por esta razón, en cada ser humano existe una lucha interna entre las tendencias positivas y las negativas. En la medida en que se predominan las tendencias positivas hay paz, armonía y progreso, y, cuando dominan las fuerzas negativas se producen las crisis.

 

Los valores son la muralla que separa la civilización de la barbarie. Cuando las personas crecen sin valores son desbordadas por sus  impulsos inconscientes y se dejan llevar por sus instintos, afectando de muchas formas su propia vida y a la sociedad.

 

Los valores humanos son un producto de la evolución, y su existencia, su vigencia y  su valor, no depende de la opinión de las personas, ni de la moda, ni de las circunstancias. Los valores se imponen porque son lógicos y necesarios. En realidad, los Valores siguen ahí presentes, firmes  como la roca. Los valores son las leyes que salvan al hombre de la auto destrucción.

 

Hoy no existe crisis de valores como pretenden algunas personas, lo que sí existe es una sociedad mal programada, mediocre y confundida, con criterios erróneos acerca del valor de las cosas, pero los valores siguen ahí, marcando el rumbo que conduce al éxito, a la libertad y a la felicidad. Ahora bien, el hombre es libre y puede optar por los valores o por los anti valores, como ha hecho en muchos momentos de la historia. Las consecuencias ya las conocemos.

La experiencia de la historia nos dice que, cuando las personas respetan las leyes morales (valores) la sociedad florece y vive en paz, progresa y es feliz, y, cuando quebranta las leyes morales se impone la ley de la selva.

 

Relativismo moral

 

Cada día se impone con más fuerza el relativismo moral. Según el relativismo: No hay una verdad absoluta y ésta depende de cada individuo. Según esta opinión cada persona tiene su propia moral. Ahora bien, ¿Cómo funcionaría la sociedad si cada persona tuviera sus propias leyes civiles y las aplicara a su modo? ¿Cómo funcionaría el tránsito si cada conductor aplicara las normas de tránsito a su modo y de acuerdo a sus intereses?

 

El relativismo moral es un concepto que se está imponiendo en la sociedad como consecuencia del debilitamiento de los valores. Se está imponiendo un concepto materialista de la vida que busca el placer como objetivo fundamental. Esta postura está reñida con las exigencias morales, de modo que, para liberarse de la moral y del sentimiento de culpa, se recurre a la negación de la moral natural y verdadera y en su lugar se implanta la moral relativa, la cual se acomoda a los intereses de cada persona. Es una forma de validar y de justificar cualquier conducta.

 

Los principios éticos universales, tales como el valor de la vida, la libertad etc. están por encima de las ideologías, de las creencias religiosas, de las culturas y de la voluntad de las personas; por esta razón, el quebrantamiento de de los derechos humanos fundamentales es considerado como crimen de lesa humanidad. Los principios éticos universales se imponen porque son lógicos y necesarios.

 

La naturaleza es sabia y para garantizar la supervivencia y la evolución de las personas ha impreso en la conciencia de cada ser humano unas leyes y unos mandatos, que le señalan el camino del bien y le exigen su cumplimiento. A pesar de este imperativo, la moral no coarta la libertad del hombre, más bien, le salva de perderse y de autodestruirse. Al final cada quien decide de acuerdo a su propio albedrío.

 

La conducta humana no es indiferente, es buena o mala. Es buena cuando el comportamiento favorece el desarrollo de la persona y es mala cuando lo entorpece. Este es un asunto básicamente personal e íntimo, que puede pasar desapercibido a las demás personas pero no a la naturaleza, la cual, de alguna forma, premia el buen comportamiento y castiga el mal comportamiento, aunque la persona no se entere de cuándo y cómo premia o castiga.

 

Antes de que existieran las religiones, los seres humanos tenían normas morales

para regular sus relaciones, para saber a qué atenerse en cada caso y convivir en paz. Por tanto, la moral no es impuesta por las religiones sino que es un producto de la evolución, y, por tanto, es impuesta por la misma naturaleza.

 

Los mandamientos y normas morales dados por la Iglesia no añaden ninguna exigencia moral, es simplemente una declaración o recordatorio de principios morales naturales dados por la naturaleza. Es posible que la Iglesia ponga el énfasis en alguna norma moral especial porque tiene su criterio propio, pero lo fundamental de la moral es un imperativo de la naturaleza humana.

 

Las leyes morales no cambian en su esencia porque el ser humano es esencialmente siempre el mismo, pero debido a la evolución, las normas morales se adecúan a las circunstancias.

 

La naturaleza impone ciertas obligaciones que es necesario cumplir para el desarrollo personal y para la convivencia social. El quebrantamiento de estas normas genera problemas personales y sociales. La moral abarca todos los comportamientos humanos los cuales deben ser honestos, lógicos, efectivos y adaptados a la realidad...

 

El hecho de que toda la sociedad o parte de la sociedad, acepte como morales ciertas conductas no hace que sean morales; por ejemplo, la esclavitud fue aceptada en un tiempo como legítima, sin embargo era inmoral en su esencia. Muchas formas de comercio son aceptadas como legales, sin embargo, son inmorales, porque ejercen una explotación indecente sobre el pobre y el ignorante, etc.

Toda conducta inmoral es causa de alguna forma de degeneración personal y social, es causa de fracaso, de frustración y de resentimiento; es el caldo que alimenta las discordias y las guerras. De aquí que la moral sea una condición para el desarrollo personal y social.

 

Hoy está de moda el eslogan: Cada quién puede hacer con su vida lo que le quiera. (?) Lo cual es un error, debido a que vivimos en sociedad y todos influimos en la dinámica de la sociedad; por lo cual, tenemos una responsabilidad personal y también una responsabilidad social. Nadie ha nacido para ser el fin de sí mismo.
Muchas personas no conocen esta dimensión social de su vida, ni les interesa, pero la naturaleza, que hace justicia, se lo cobrará de muchas formas.

 

En una sociedad, en la que al parecer todo está permitido y en la que la gente tiene criterios muy mediocres acerca de la moral, es importante definirse moralmente con claridad y valentía y actuar con conciencia y personalidad., pues es muy fácil dejarse arrastrar por la corriente.

El poder sugestionador de la sociedad es terrible, sobre todo para los niños y jóvenes, debido a que su influencia es poderosa y constante, por lo cual, es necesario apelar constantemente a los valores morales.

 

Es necesario entender que la moral es mucho más que un conjunto de leyes. Es un imperativo de la naturaleza. Constituye la estructura de la autoestima, de la personalidad y de la dignidad humana y se impone porque es lógica, justa y necesaria.

 

La moral es una forma de actuar, de amar, de creer, de relacionarse y de vivir.

 

En cierto modo la moral es un hábito adquirido a través de la educación y desarrollado voluntariamente a través de las propias decisiones.

 

Cada día se enseña menos la moral en casa y en la escuela, por lo que está creciendo una juventud sin criterios morales, víctima fácil de las drogas, de ideologías, de la violencia y de muchas formas de corrupción, lo cual augura un futuro social convulsivo.

 

La crisis moral no se resuelve con leyes sino con una educación en valores que llegue a la inteligencia y al corazón de las personas y cree conciencia.

 

 

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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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