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Editorial 1000

 


Toma conciencia del valor de las cosas

 

No es lo mismo existir que vivir conscientemente.

Muchas personas viven como autómatas, sin tener conciencia de su propio mundo interior ni del mundo que les rodea. Se limitan a vegetar; es decir, a desarrollar úncamente las funciones

orgánicas y no las emotivas ni las  intelectuales. Se trata de personas que, por circunstancias de la vida, están ubicadas en niveles inferiores de evolución.

 

Las características fundamentales de la evolución son el desarrollo de la inteligencia y de la conciencia, por lo que, la magnitud de la vida no se mide por los años cronológicos vividos, sino por la cantidad y la calidad de los fenómenos mentales (cognitivos y emotivos) vividos conscientemente por la persona. De aquí la importancia de vivir de forma consciente, de tener en cuenta el significado y el valor de las cosas.

 

Por ejemplo, hoy nos hemos levantado vivos, mientras miles o millones de personas han fallecido mientras dormían; sin embargo, no hemos valorado el hecho de estar vivos, ni hemos dado gracias a Dios por despertar con vida, con lo cual, hemos perdido una oportunidad de valorar el hecho de vivir, y de tomar impulso para conectar más profundamente con la vida, con la gente y con nuestro propio yo.

 

Hemos desayunado con prisa, sin disfrutar el sabor de los alimentos, sin pensar en lo privilegiados que somos al poder desayunar, cuando millones de personas no tienen nada para llevarse a la boca. Tampoco hemos pensado en el valor inmenso que tienen los alimentos que nos proporcionan energía para vivir y para lograr nuestros objetivos, simplemente nos hemos alimentado de forma inconsciente como los animales.

Tampoco hemos pensado en el esfuerzo que han tenido que realizar millones de personas para producir el trigo o el maíz y convertirlo en harina, amasarlo, hornearlo,... Lo mismo podríamos decir del jamón y del queso que forman parte del sándwich, o de la leche, del café, del azúcar y del jugo de naranja, etc. etc.

 

No se trata de pensar constantemente en estas cosas, pero sí de tener conciencia del significado y del valor que tiene todo lo que existe y todo lo que hacemos. No podemos vivir de forma inconsciente y pasar de largo sobre tantas maravillas que nos ofrece la creación.

 

Llevamos una vida tan agitada y superficial que apenas utilizamos la inteligencia cognitiva y la inteligencia emocional, siendo así que, el conocimiento y la emoción son los que dan sentido y plenitud a nuestra vida. Perdemos de muchas formas el tiempo que se nos dio para aprender, para crear, para amar y para compartir.

 

Es conveniente que elabores una lista de las miles de cosas que tienes, relacionadas con tu cuerpo, inteligencia, salud mental, apoyo familiar, ideas, valores, hábitos, logros, etc. y tomes conciencia de lo valiosos que son cada uno de estos aspectos.

 

Cierra los ojos. 
Piensa que ya nunca volverás a ver. 
Imagina por unos segundos cómo sería tu vida. 
¿Cuánto estarías dispuesto a dar por recuperar tu vista? 
Tu vista vale millones.


Imagina cómo sería tu vida si quedaras paralítico. 
¿Cuánto darías por poder caminar...? 
Tu movilidad vale millones. etc. etc.


Cada uno de tus órganos vale millones. 
Tu cerebro vale millones. 
Tus estudios valen millones. 
Tu familia y tus amigos valen millones. 
Tus sueños e ilusiones valen millones. 

El tiempo vale millones.

 

Desgraciadamente solo tomamos conciencia del valor de estas cosas el día en que enfermamos o las perdemos. De aquí la importancia de vivir atentos y de valorar las cosas hasta en sus mínimos detalles.

 

Hace poco comentaba una persona que salió de la cárcel después de muchos años: "Ahora todo me parece maravilloso: El amanecer, la puesta del sol, la lluvia, las plantas, las flores, la gente, la risa y la inocencia de los niños.

Antes no me fijaba en estas cosas, es como si viviera con los ojos cerrados. Ahora disfruto hasta viendo como camina una hormiga.

Siento que el mundo es un milagro maravilloso y trato de vivir de forma consciente e intensa cada momento del día..."

 

En realidad somos más ricos y felices de lo que creemos, solo que no tenemos conciencia de ello. La mayoría de las personas se sienten pobres porque se evalúan de acuerdo a criterios establecido por la sociedad, basados en el dinero, el poder, la fama, la belleza... Estos criterios son materiales, no toman en cuenta los verdaderos valores, como el conocimiento, la experiencia, la creatividad, la honestidad, la amistad, la responsabilidad, la bondad, la alegría de vivir... debido a que estos aspectos no participan en el mercado de valores; sin embargo dan sentido y plenitud a la vida.


El valor de las cosas es relativo; el verdadero valor lo ponemos las personas. Las mismas cosas no tienen el mismo valor para todas las personas.

Quienes sufren por enfermedad, valoran más la salud.

Quienes han perdido su techo, valora más el tener un hogar.

Quienes han sufrido los rigores de la guerra, valoran más la paz.

Quienes han vivido la soledad de la prisión, valoran más la libertad.

Quienes han pasado hambre, disfrutan más los alimentos.

Quienes han estado al borde de la muerte, valoran más el milagro de vivir cada día.

 

Cuando las personas toman conciencia real de la vida se dan cuenta de que son muy pocas las cosas que necesitamos para vivir y ser felices, pero vivimos en una sociedad de consumo y las necesidades superfluas crecen cada día y se imponen con fuerza incontenible, sobre todo, entre la juventud.

 

Recuerda, la vida es un viaje hacia el futuro. No te llenes de cosas que no puedes llevar. Valora aquello que forma parte de ti y que puedes llevar a donde quiera que vayas. 

 

Reflexiona y toma conciencia del gran milagro que es la vida y vive cada día con ilusión, con emoción, con intensidad. No necesitas para ello de cosas grandes, sólo necesitas tomar conciencia del valor que tiene cada cosa, hasta los más ínfimos detalles.

 

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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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