Editoriales

Editorial 998

 


El pajarito enjaulado

 

Esta es la historia de un pajarito encerrado en una jaula. Tenía lo que necesitaba para sobrevivir. Tenía alpiste, agua, lechuga fresca y un columpio en el que pasaba la mayor parte del tiempo.

Estaba a salvo del gato de la casa y de las aves rapaces que sobrevuelan el cielo.

Se podía decir que era un pajarito feliz en su pequeño mundo. Sólo unas finas rejas le separaban de la libertad.

 

Así pasaba los días, reprimiendo su instinto de libertad, porque, cada vez que intentaba volar chocaba contra las rejas. Pero un día, la suerte jugó a su favor, se abrió puerta de la jaula y el pajarito voló hacia la libertad, hasta perderse en el cielo, y no regresó jamás.

 

Si el pajarito pudiera hablar, maldeciría al dueño que le encerró en la jaula y le robó lo mejor de su vida: Sus sueños y su libertad.

 

Ésta es la historia de muchas personas, de casi toda la humanidad. En el fondo, todos estamos encerrados en una jaula más o menos grande. No se trata de una jaula de rejas, sino de una jaula mental que nos limita por todas partes.

 

Estamos atrapados en la jaula de la sociedad.
Es la jaula de la educación represiva e ineficaz;
de la familia sin experiencia para educar, autoritaria o permisiva, el efecto es el mismo;
de las empresas competitivas y explotadoras;
de los gobiernos incapaces e irresponsables,...

También estamos atrapados en nuestra propia jaula. Las peores cadenas son las que nos ponemos a nosotros mismos. Estas cadenas son la ignorancia, el temor, la pereza, el egoísmo, la dependencia.
Si logras romper estas cadenas, serás libre y no habrá poder en el mundo que pueda encadenarte.

 

Si un día logras volar hacia la libertad, comprenderás el valor y la felicidad de ser libre y jamás regresarás a tu situación actual, como nunca regresó el pajarito.

 

El mayor problema de cada persona y de la sociedad, no radica en que están amarradas con numerosas cadenas, sino en que no ven las cadenas que les impone la sociedad, ni las cadenas que se crean ellas mismas; así como el pajarito tampoco sabía de su esclavitud y veía los barrotes de la jaula como parte natural de su casa.

 

Para salir de la jaula en la que estamos encerrados existen dos opciones. Una opción es que alguien nos abra la puerta de la libertad, y la otra opción es que abramos la puerta nosotros mismos.

La primera opción es complicada, pues, quienes nos tienen oprimidos, no van a cambiar de actitud, debido a que no les interesa nuestra libertad, porque en la competencia de la vida, se benefician de alguna forma de nuestra situación. Además, nadie puede darnos la libertad, porque es una conquista personal.

La segunda opción no es fácil, porque nos faltan ideas, iniciativa y decisión, pues, como indicamos anteriormente, estamos condicionados por hábitos de sumisión, dependencia, complejos y temores.

 

¿Qué hacer?

 

Como el pajarito, todos llevamos en nuestros genes el insinto de libertad que nos impulsa a ser libres, pero la libertad humana está en conocer la verdad y el bien y en actuar en consecuencia; por eso es tan importante una educación de calidad.
Hoy se habla más que nunca de derechos y libertades y poco de superación, de compromiso y de responsabilidad. Confundimos libertad con libertinaje, en consecuencia, los instintos mandan sobre la razón, el egoísmo sobre el amor, la corrupción sobre la honestidad y la violencia sobre la paz. En estas condiciones no podemos ser libres.

 

El camino hacia la libertad es lento como el crecimiento. Resulta utópico creer que la libertad está al alcance de la mano y que se puede lograr con un golpe de suerte. La libertad, al igual que el desarrollo, que la experiencia o la felicidad, es la coronación de una vida presidida por la inteligencia y la responsabilidad.

 

En el fondo, todos sabemos lo que debemos hacer para llegar a ser libres y disfrutar de los grandes beneficios que ofrece la libertad, pero estamos encadenados a la ignorancia, al egoísmo y a la pereza, y, mientras no rompamos estas cadenas, sufriremos la frustración de no alcanzar nuestros sueños. Esta es la mayor desgracia de las personas que sólo se resuelve con libertad.

Si logras romper estas cadenas, serás libre y no habrá poder en el mundo que pueda encadenarte.

 

Nadie sabe hasta dónde está encadenado hasta que rompe las cadenas y experimenta la libertad, como el pajarito de esta historia.

 

 

 

Recomienda Este Editorial
 
    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

comments powered by Disqus