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Editorial 963

 


Insensibilidad moral y social

En los orígenes de la prehistoria, los seres humanos tenían poco desarrollada la inteligencia y la conciencia, por lo que carecían de sensibilidad  humana. Sus conductas eran más instintivas  que humanas; pero a través de los siglos evolucionaron y crecieron en inteligencia y en conciencia. Los instintos fueron perdiendo fuerza en beneficio de la inteligencia y aprendieron a convivir en sociedad.


Hoy tenemos una sociedad muy desarrollada, como resultado de cuatro millones de años de evolución. Entre todos hemos construido un progreso extraordinario y una cultura maravillosa que hacen posible una vida de calidad.


Es cierto que existe: ignorancia, pobreza, injusticia y guerras, pero también es cierto que podemos hablar de libertad,  democracia, derechos humanos, instituciones, sindicatos, etc.


Hace apenas unas décadas sólo existían gobiernos dictatoriales que controlaban la vida de las persona. Hoy existen leyes nacionales e internacionales que sirven para defender la vida y los derechos contra toda clase de abusos; sin embargo, aún queda mucho por hacer.


La experiencia de los siglos nos ha ayudado a desarrollar una serie de valores, como honestidad, justicia, esfuerzo, paz, tolerancia, disciplina, etc. Estos valores son necesarios para progresar y para convivir en paz y armonía.


La función de los valores es controlar los impulsos instintivos (ira, rabia, odio, egoísmo, pereza…) y  desarrollar hábitos morales que estimulen las conductas correctas. Los valores se adquieren en la familia, en la infancia, a través del ejemplo de los padres.


Los valores son la muralla que separa la civilización de la barbarie. Cuando las personas crecen sin valores son desbordadas por  impulsos inconscientes y se convierten en víctimas de sus instintos (de la ira, del odio y de las pasiones) afectando de muchas formas a su propia vida y a la sociedad.


La insensibilidad social y el libertinaje se están incrementando   como consecuencia  de la pérdida de valores y del materialismo  reinante.

A lo largo de la historia han existido muchas crisis y momentos de involución, pero la sociedad ha sobrevivido a las crisis y al caos.
Los seres humanos pensamos que las crisis son malas. En realidad las crisis son buenas, son como el dolor y la fiebre, ponen de manifiesto la existencia de un problema, advierten de que algo está mal y se impone una solución para evitar la muerte; por tanto, lo malo no son las crisis sino las causas que las generan; por   lo cual, en vez de alarmarnos y escandalizarnos por la insensibilidad  de las personas y por la degradación moral de la sociedad, debemos ir a la raíz, a las  causas y comenzar a actuar para revertir las cosas.


Necesitamos encontrar la forma de llegar al corazón de las personas y cambiar sus ideas y sus sentimientos, pues, todo lo que ocurre en la sociedad es la expresión de lo que ocurre en el interior de las personas.

 

Cómo llegar al corazón de las personas
“Al alma solo se llega
con pasos como besos
por las sendas ocultas
que llevan al corazón” José María Pemán


Muchas personas tienen un caos en su mente. El caos se genera cuando no existe claridad en las ideas ni en los sentimientos, cuando las personas se encuentran atrapadas en situaciones insoportables, cuando no existen razones para vivir y luchar… Sin embargo, aún en estos casos, el caos cumple una función importante,  el caos tiene sus leyes  y obliga a las personas a reaccionar o a salir de circulación.


El caos aprovecha todo, de modo que, las personas caóticas y los países caóticos se convierten en una lección de fracaso para que otras personas no sigan su ejemplo. Como puedes ver, nada en la vida tiene desperdicio. Al final, todo ayuda a la evolución de la vida. Lo importante es que tú nunca seas el conejo de indias que utiliza el caos para su experimento. 

En realidad, la historia humana ha sido un caos continuo de guerras y de crisis, en el que los hombres han luchado a muerte unos contra otros para sobrevivir y para imponerse. Como siempre, después de la tormenta llega la calma, pero se trata de una calma que tiene un costo muy  alto, pues, en las crisis y en las guerras mueren muchas personas, mueren sentimientos, valores, oportunidades e  instituciones, cuya construcción ha costado mucho esfuerzo y muchos años. Además, las crisis y las guerras dejan secuelas traúmáticas que se transmiten de forma inconsciente de generación en generación durante miles de años.

 

Si los seres humanos evolucionaran de forma sostenida, no habría crisis ni guerras. Las crisis y las guerras surgen cuando las injusticias y la frustración se acumulan hasta el punto en que se hacen insoportables. Las razones de estas situaciones son muchas y deberíamos conocerlas y tomarlas en cuenta para evitar futuras crisis, por lo menos en la vida personal.


No hay cambios trascendentales sin un caos previo, por eso, es importante tomar la situación de insensibilidad que vive la sociedad como el principio de algo muy importante que está por llegar.


Qué podemos hacer


Ayuda a los demás. Esta es la mejor forma de crecer, de controlar los instintos y el egoísmo y desarrollar la generosidad y todas esas cualidades que hacen a las personas  superiores y más felices.


Sé un estímulo por medio de tu ejemplo y de tu actitud digna, humilde y generosa, para que los demás se esfuercen por ser mejores personas, de modo que entre todos cambiemos el mundo por dentro, para que, de esta forma, reine la paz y la armonía.


Reparte cariño, afecto, respeto y amor. Cada vez que te encuentres con alguien, deséale  en silencio felicidad, alegría y bienestar. Di con todo tu amor: "Te deseo que seas feliz" Tu vibración mental positiva llegará de alguna forma a su mente y tal vez le ayudes a ser mejor persona.

 

Son muchos los millones de personas que vibran en positivo, que rezan por la paz del mundo e irradian su riqueza interior sobre la humanidad.

Si no fuera por los millones de personas anónimas que luchan por ser mejores personas, hace tiempo que se habría impuesto la ley de la selva y la humanidad habría desaparecido.

 

Ante la insensibilidad, el egoísmo y la indiferencia de muchas personas, sé amable, generoso y compasivo y ten comprensión y lástima de las personas que carecen de sensibilidad. Es la única forma de llegar al corazón de las personas y de transformar su vida y sus sentimientos, y también es la única forma de evitar endurecer tu conciencia y tu corazón.

 

 

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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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