Editoriales

Editorial 950

 


"No hay nada en la mente que no haya entrado por los sentidos" Aristóteles

El ser humano está ligado al mundo de las sensaciones en una relación de absoluta dependencia. De igual forma que no puede vivir sin el oxígeno o sin el agua, tampoco puede vivir en privación total de sensaciones. Y es así, porque las sensaciones son el alimento imprescindible para el adecuado desarrollo y funcionamiento del sistema nervioso central, y, cuando faltan, se altera, tal y como se muestra en el siguiente experimento.

 

El experimento consiste precisamente en averiguar las consecuencias de una privación sensorial lo más completa posible. Para ello se aisló a un grupo de estudiantes por unas horas en habitaciones insonorizadas. Les pusieron gafas que solo permitían percibir una luz tenue, gris, uniforme pero no formas, colores o movimiento de objetos. Se les enfundó en trajes que sólo permitían una percepción muy atenuada del tacto. Tampoco había nada que permitiera la percepción de gustos u olores. Finalmente, se les acostó en camas individualizadas.

 

Después de varias horas que duró el experimento, los estudiantes contaron que tuvieron verdaderas alucinaciones que les llegaban como impuestas y no tenían control para cambiarlas o borrarlas de su mente. Eran incapaces de pensar con claridad y les invadió una especie de confusión mental que les impedía concentrarse en nada.

 

La respuesta a todo esto es clara. “El cerebro necesita de ese alimento constante que es el mundo de las energías que nos rodean, sean éstas electromagnéticas, ondas de presión, mecánicas o moléculas de variada y diversa naturaleza. Estas energías son como el oxígeno o el agua para el organismo. Sin estas referencias sensoriales constantes el cerebro, el poderoso cerebro, “las inventa”, porque las necesita para escapar del suicidio mental. El aislamiento sensorial completo enajena la mente humana en apenas unas horas” Francisco Mora.

 

Por este motivo es utilizada la privación sensorial como técnica de tortura para conseguir el quiebre de los prisioneros. Esta privación de sensaciones produce secuelas neuro-psicológicas de gran magnitud, en la mayoría de los casos, por el resto de su vida.

 

Los seres humanos nos comunicamos con el mundo exterior a través de los sentidos. El ambiente que nos rodea está lleno de distintas energías que llegan a nosotros en forma de sensaciones. Estas sensaciones tienen un significado que el cerebro se encarga de descodificar. Tienen como objetivo informarnos sobre el mundo que nos rodea con el fin de garantizar la supervivencia, la adaptación, el aprendizaje, etc. La inmensa mayoría de estas sensaciones pasan desapercibidas para nosotros, pero no para el cerebro, el cual no descansa de día ni de noche, procesando toda la información que recibe.

 

Ahora bien, aparte de la función automática del cerebro que tiene por objeto procesar la información que nos llega a través de los sentidos, con el fin de garantizar nuestra supervivencia, los seres humanos tenemos una inteligencia y una conciencia cuyo objetivo es el desarrollo personal, el cual depende de la forma en que utilizamos la información que nos llega a través de los sentidos, y de la forma en que producimos ideas, soluciones, decisiones, conductas, sentimientos, etc. pues, estos elementos son los nutrientes que hacen crecer la inteligencia, la conciencia, el amor, el éxito y la felicidad.

 

Vivimos en una sociedad mediocre y desorientada, carente de valores y de criterios y saturada de sensaciones de temor, angustia, agresividad y frustración, que llegan a nosotros de forma constante e intensa; por lo cual, necesitamos estar atentos para protegernos de su influencia negativa.

 

Todo lo que hemos percibido a lo largo de la vida a través de los sentidos y la forma en que hemos reaccionando ha determinado nuestra forma de ser y de actuar. Ahora, percibimos las cosas y reaccionamos de acuerdo a como somos.

En definitiva, somos lo que percibimos a través de los sentidos, lo cual desencadena reacciones físicas, intelectuales, afectivas, morales y espirituales.

 

Nuestros problemas, errores y fracasos, no son cosas del azar ni del momento, se deben a información negativa que hemos dejado entrar en nuestra mente, la cual genera procesos negativos; mientras que, el éxito y la felicidad se deben a información correcta que hemos asimilado, la cual desencadena conductas correctas.

De aquí la importancia de cultivar una visión positiva de las cosas, de seleccionar ideas, principios, valores, personas y sentimientos, y evitar las sensaciones y situaciones negativas.

 

En vista de cómo son las cosas, deberíamos enseñar a los niños a ser sabios desde pequeños y a desarrollar valores y criterios correctos para que puedan protegerse de la agresividad y de todo tipo de contaminación procedente de la sociedad.

 

“Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo” Ortega y Gasset.

 

 

Recomienda Este Editorial
 
    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

comments powered by Disqus