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Editorial 931

 


Nadie puede hacerte daño si tú no lo permites

 

Cada ser humano es como una hormiga frente al universo y frente a la sociedad. Pueden destruir nuestro cuerpo, pero no pueden destruir nuestro espíritu si nosotros no lo permitimos.

 

Cada ser humano tiene una inteligencia, una conciencia y una dignidad. Se trata de un patrimonio personal que lnos convierte en un ser "Unico, irrepetible y universal" Gandhi, y yo añadiría: indestructible.

 

Ahora bien, el hombre no es un robot programado para funcionar como un autómata, es humano y tiene libre albedrío, lo cual le puede convertir en víctima de sus propios errores y autodestruirse, como ocurre a muchas personas que administran mal su libre albedrío, por ignorancia, debilidad, o por otras muchas razones.

 

El problema más grave del ser humano reside dentro de sí mismo, radica en una programación represiva y carencial que recibimos en la infancia a través de los padres y que luego se prolonga a lo largo de la vida a través del colegio, de la vida social, de los medios de comunicación, etc.

 

Nuestros verdaderos enemigos están dentro de nosotros, sus nombres son: ignorancia, temor, egoísmo, pereza, desinterés, indisciplina, envidia, etc.
Estos enemigos son el mayor obstáculo para el desarrollo personal, para lograr el éxito y para alcanzar la felicidad.

Estos enemigos nos hacen débiles e incapaces para competir y ganar en la vida; sin embargo, somos libres y tenemos el poder de reprogramarnos, de controlar nuestra vida y de protegernos de los enemigos internos y de los enemigos externos.

 

Ahora bien, teniendo en cuenta que los enemigos internos son los vicios y las pasiones, que provienen de nuestra parte instintiva y están siempre al acecho para aprovechar cualquier distracción y actuar, necesitamos desarrollar los hábitos morales y la disciplina mental que pueda contrarrestarlos. Esta es una labor de todos los días.

 

Y, teniendo en cuenta que la vida es competencia y que los enemigos externos sólo pueden hacernos daño si somos débiles, necesitamos fortalecer la autoestima y la personalidad y desarrollar las capacidades y habilidades que son necesarias para resolver los problemas de cada día a nivel de conocimientos, trabajo, economía, relaciones, etc.

 

La vida es competencia y en la competencia sólo ganan y sobreviven los más fuertes. Hoy la lucha se libera en el campo del conocimiento, de modo que podemos decir que ganan los más inteligentes, los más hábiles, los luchadores, perseverantes, disciplinados, responsables, emprendedores y creativos.

 

Todo enemigo tiene su antídoto.
El antídoto contra la pereza es la diligencia, la acción, el esfuerzo.
El antídoto contra la ignorancia es el conocimiento, la experiencia, la lectura.
El antídoto contra la pobreza es la capacitación, el trabajo, la iniciativa.
En la vida existen también enemigos de carne y hueso. El mejor antídoto contra ellos es la autoestima, la capacitación y el éxito.

 

Los seres humanos tenemos una capacidad de supervivencia inmensa, gracias a un código genético perfecto que regula las funciones vitales y a un sistema inmunológico poderoso que nos defiende de microbios y bacterias, pero, a la vez, somos frágiles y podemos quebrarnos en cualquier momento como una copa de cristal.

 

A nivel mental, podemos ser fuertes, dependiendo de las circunstancias en que nacemos, de la forma en que nos educan, de la autoestima, responsabilidad y disciplina que desarrollemos. O bien, podemos ser débiles y vulnerables, si no recibimos una buena educación de base y si no desarrollamos una buena estructura intelectual, afectiva, moral y espiritual.

 

La fortaleza mental no llega del día a la noche, es una conquista larga y trabajada, supone tiempo, esfuerzo, entusiasmo y dedicación. "El éxito no se logra con hechos grandiosos, que no suelen ocurrir, sino con pequeños actos diarios, que sumados hacen grandes cosas" De modo que, cuando veas a una persona con gran fortaleza mental, luchadora y exitosa, no pienses que nació con ese don; sino que, un día decidió luchar y asumió las responsabilidades de su reto y fue consecuente y perseverante. El camino se hace día a día, paso a paso.

 

La fortaleza mental no nos hace invulnerables, pues, los instintos y las pasiones están siempre ahí, tratando de liberarse para actuar a sus anchas, de modo que, es necesario mantenerse alerta para controlarlos. Hemos visto sucumbir grandes imperios y hemos visto claudicar grandes personalidades.

 

Recuerda: Nadie puede robarte tu dignidad si tú no lo permites, pero puedes perderla por causa de ti mismo. A partir de ese momento serás débil, vulnerable y corruptible.

 

 

 

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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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