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Editorial 915

 


Cómo reaccionar ante los fracasos

 

Todo fracaso genera una sensación de alarma, de angustia y de temor, como consecuencia de la pérdida del control. Todo fracaso hace que la persona se sienta vulnerable y que se activen las alarmas internas; es decir, las emociones.

 

Las emociones son reacciones instintivas. Son un mecanismo de supervivencia. Nacen del instinto de conservación y aparecen cuando la persona percibe algo que puede causarle un daño grave. Pero, además, las emociones son la fuerza que impulsa al desarrollo y a la evolución humana. Toda acción humana se inicia con una emoción positiva o negativa y termina con una emoción positiva o negativa.

 

Las emociones ponen a la persona en estado de alerta. Reducen al mínimo todas las funciones vitales para ahorrar energía, la cual se unifica y se dirige en la dirección requerida para enfrentar la situación. Cuando una persona actúa bajo el influjo de una emoción posee una fuerza increíble y es capaz de realizar cosas que jamás imaginó.

 

Sin embargo, es importante comprender que las emociones negativas son causa de nuestra ruina, por lo cual, debemos controlar a tiempo nuestras ideas, sentimientos, actitudes, palabras y decisiones, porque nos modelan, de forma lenta pero profunda y determinan nuestra forma de percibir la vida, nuestra forma de sentir y de reaccionar emocionalmente; en consecuencia, determinan nuestro éxito o nuestro fracaso.

 

El problema de las emociones es que reducen el nivel de conciencia, y, si la emoción es muy intensa, la persona puede perder totalmente la conciencia de la realidad y actuar de forma impulsiva y descontrolada y cometer errores que le pueden acarrear graves consecuencias. Las emociones son un arma de doble filo, pueden impulsarnos al éxito o pueden hundirnos en el fracaso.

De aquí la importancia de desarrollar control mental y manejar de forma inteligente las emociones de agresividad, ira, odio, resentimiento, envidia, temor, etc. Estas emociones son naturales. Surgen como reacción a estímulos que amenazan nuestra seguridad, pero, si son mal manejadas, pueden volverse contra nosotros.

 

Aunque los seres humanos hemos evolucionado, nuestras raíces profundas son las de un animal salvaje. Todos llevamos dentro un salvaje que necesitamos controlar constantemente aplicando principios, valores, criterios, normas y disciplina.

 

Todos los seres humanos tenemos un fuerte impulso agresivo que se activa cada vez que alguien nos molesta, y, si no fuera por la educación recibida estaríamos agrediéndonos como fieras a cada instante.

 

Mientras nos mantengamos en el Adulto (lógica) llevamos la de ganar, pero, si entramos en el juego de los sentimientos, cometeremos muchos errores que se volverán contra nosotros.

 

No tomes decisiones en momentos de cansancio o de angustia, porque tu mente está débil y atormentada, y, en estas circunstancias no eres libre, ni tienes capacidad para discernir lo que te conviene.

Piensa, descansa y relájate antes de tomar decisiones importantes. El cuerpo y la mente descansados tienen gran poder de control, mientras que un cuerpo y una mente cansados son víctimas fáciles de impulsos instintivos y de sentimientos negativos. Por esta misma razón, no es conveniente tomar decisiones importantes al final del día, debido a que el cuerpo y la mente están cansados del trajín de la jornada y falta la frescura mental necesaria para actuar de forma libre y consciente.

 

La capacidad y la fortaleza de las personas se prueban en tiempo de adversidad. Mientras todo funciona bien pueden pasar desapercibidos mucho defectos y debilidades, pero, cuando aparecen las crisis, surge la verdadera realidad de las personas.

 

Los fracasos no dependen tanto de las dificultades en sí, sino de la forma incorrecta en que reaccionamos ante ellos. Conscientes de que nos sobrevendrán fracasos por distintas razones, necesitamos estar preparados mentalmente para reaccionar de forma inteligente y controlada. Lo peor que podemos hacer es angustiarnos más allá de lo normal y dramatizar las cosas, pues, necesitamos la mente fría para encontrar la solución.

 

Necesitamos prever, planificar y tener control sobre los aspectos más importantes de nuestra vida para evitar que los problemas tomen cuerpo. Es importante ser lo más autosuficiente posible y depender lo menos posible de los demás.

 

Ante cualquier forma de fracaso es importante tomar conciencia de lo que está ocurriendo y pensar que no es el fin del mundo. De esta forma la emoción pierde energía y queda desactivada.


Es importante pensar que, ocurra lo que ocurra, siempre tenemos capacidad para salir adelante. A veces el problema es grave y no vemos luz al final del camino, pero debemos tener fe en que, poco a poco, la mente irá encontrando ideas y soluciones.

 

Cada persona tiene una forma de reaccionar ante los fracasos. Esta forma de reaccionar es un hábito que ha creado cada persona, el cual se ha consolidado con los años. Por esta razón las personas reaccionan siempre de la misma forma ante los fracasos. Sin embargo, existen técnicas que pueden ayudarnos a controlar las emociones y a reaccionar de forma más inteligente y eficaz.

 

En los fracasos no todo es negativo. Los fracasos son el crisol que pone a prueba el valor de las personas. Quienes no han tenido que superar adversidades tienen poco valor como persona. Gracias a los fracasos nos hemos visto obligados a reaccionar, a aprender, a encontrar mejores formas de hacer las cosas, a superarnos. Sin embargo, no necesitamos fracasar para evolucionar, podemos hacerlo a través del espíritu de superación.

 

Los fracasos hunden a los hombres débiles y encumbran a los fuertes.

 

"No hay nadie menos afortunado que el hombre a quien la adversidad olvida, pues no tiene oportunidad de ponerse a prueba" Séneca

 

 

 

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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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