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Editorial 914

 


Peligros de las redes sociales

 

La naturaleza no tiene prisa y funciona al mismo ritmo desde hace millones de años. Sólo los hombres vivimos con prisa, tratando de exprimir el tiempo. El problema es que la prisa nos impide pensar, sentir, admirar y disfrutar de la vida, porque queremos estar en todo, pero no estamos en nada.

 

Llevamos una vida muy superficial que nos impide madurar a nivel intelectual, afectivo y espiritual, en consecuencia, tenemos un vacío existencial, una sensación de que todo se nos va de las manos: El tiempo, la vida, el amor, los amigos, los sueños) y de que estamos solos en medio de la nada, porque no nos sentimos integrados en la naturaleza ni en la sociedad.

Se creía que la ciencia era una ventana abiertas al mundo y que nos ayudaría a salir al encuentro de la naturaleza, de la vida y de las personas, pero en muchos casos se ha convertido en una trampa mortal. El problema no es la ciencia sino nuestra falta de inteligencia para utilizarla de forma positiva.

Las nuevas tecnologías nos bombardean desde todas partes y a todas horas. Nuestro cerebro está saturado de estímulos visuales, acústicos... y de informaciones y sucesos que fluyen a tanta velocidad que no tenemos tiempo para procesarlos. En estas condiciones, la mayoría de las personas no tienen tiempo para reflexionar, para prever y panificar, para analizar sus sentimientos, ni para controlar su vida, por lo que terminan convertidas en seres autómatas, condenados a vivir al ritmo de la sociedad.

Necesitamos tener sindéresis, es decir, sentido común y capacidad de pensar, de juzgar y de actuar con criterio y cordura.

Necesitamos dedicarnos a construir nuestra propia vida, teniendo siempre presente que el 99,99 % de la información y de lo que ocurre en el mundo, no tiene utilidad para nosotros. No nos sirve para crecer ni para ser felices; sin embargo, debemos tener la mente abierta a todo lo que ocurre en el mundo para conocer los signos de los tiempos y actuar en consecuencia, pero no debemos quedar enganchados a ello.

 

No se trata de de ser egoístas o insensibles. Se trata de evitar la curiosidad morbosa y de perder el tiempo en cosas que no nos atañen, para dedicarnos al proyecto de nuestro propio desarrollo, pues, solo a partir de nuestro propio desarrollo podemos ayudar a construir un mundo mejor.

 

Se trata de entender que nuestro verdadero mundo es nuestro Yo. Como no conocemos nuestro interior, tendemos a creer que nuestra verdadera vida es lo que experimentamos conscientemente, pero no es así. El mundo externo es sólo el escenario en el que transcurren los hechos. Este escenario es el mismo para todos, pero nuestra verdadera vida transcurre dentro de nosotros, en nuestro Yo interno, en él se producen nuestras vivencias, ideas, sentimientos, emociones, éxitos y felicidad; así como las angustias, los temores y las frustraciones; por esta razón, a donde quiera que vayas, siempre estarás en el mismo lugar, porque tu verdadero lugar eres tú mismo.
Es este mundo interno el que debemos cuidar y proteger del desconcierto que impera en la sociedad.

 

Cada día resulta más difícil sintonizar con el propio Yo, pero es nuestra tarea ineludible, pues, como dice el poeta Rilke: "El único viaje auténtico es hacia dentro de cada uno de nosotros y es necesario afrontar y vivir las preguntas ahora, aquí, y en este momento"
El camino es largo, por lo que "No encontrarás los confines del alma ni aun recorriendo todos los caminos; tal es su profundidad" Heráclito

 

Cada día crece la angustia existencial y la soledad, debido a que las personas pierden cada día más la conciencia de sí, y se alejan más de su propio Yo. La adicción a las redes sociales, la prisa, las necesidades creadas y la competencia tienen mucho que ver en este problema.

 

Muchas personas, sobre todo jóvenes, son adictas a las redes sociales (teléfono, facebook, twitter, internet, videojuegos, etc. en los que invierten hasta cuarenta horas semanales. Como es lógico, esta adicción afecta la salud física y mental, el estudio, la capacitación, el trabajo, la productividad, las relaciones, la sensibilidad afectiva, social, moral y espiritual.

 

Para tener una vida realmente humana, sana, plena y feliz es necesario mantener la libertad interior y exterior, y tener control sobre la propia vida, lo cual supone: establecer ciertos controles sobre los estímulos que provienen del exterior, sobre los propios instintos, sobre el imperio de las técnicas y de las redes sociales, y sobre otros muchos criterios sociales que no responden a las verdaderas necesidades de los seres humanos.

 

 "El único viaje auténtico es hacia dentro de cada uno de nosotros... Rilke

Y no importa lo largo que sea el camino cuando cada paso conduce a tu corazón.

 

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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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