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Editorial 896

 


Una luz al final del camino

      

La vida es una lucha sin tregua. Una lucha para nacer. Una lucha para aprender, para integrarse en la sociedad, para sacar un título, para conseguir trabajo y para llegar a final de mes.

 

Podemos concluir que el "leitmotiv" de la vida y de la historia es la lucha, la competencia. A través de la lucha se desarrollan las personas. A través de la lucha se van logrando los ajustes necesarios para evolucionar.


La lucha ha sido, es, y será compañera inseparable del hombre. La lucha es un activador que impulsa a la búsqueda de soluciones, pero, como todo en la vida, puede ser un arma de doble filo. El problema no es la competencia ni la dinámica de la vida, sino la incapacidad de las personas para resolver las dificultades.

 

Los seres humanos somos genios, somos creativos y emprendedores, pero también somos víctimas de una educación represiva y de una sociedad castradora que nos ha mutilado en muchos aspectos. De modo que, por una parte, tenemos fuerzas poderosas que nos impulsan en dirección del éxito, pero no hemos aprendido a ganar las batallas de la vida.


Los resultados no se corresponden con el esfuerzo que invertimos, debido a que nuestros hábitos son poco eficaces. La solución no está en estudiar más ni en trabajar más, sino en hacerlo de forma más eficaz.

 

Una luz al final del camino significa que siempre existe una forma de salir adelante, porque cada ser humano tiene su propia luz interna, (inteligencia, conciencia y libre albedrío) lo único que necesita es poner a funcionar la creatividad.

 

La vida transcurre entre la armonía y el caos. En la mitología griega existía la diosa Harmonía, era la personificación del orden y de la unidad y existía también el caos. El caos es el desorden y la destrucción.


A través del estudio de la Historia conocemos que la especie humana ha vivido siempre en guerras y en crisis, sin embargo, siempre ha salido airosa y ha logrado sobrevivir durante más de cuatro millones de años; pero, no hay que olvidar que el camino de la historia esta regado de la sangre que han derramado los hombres en la lucha por sus derechos y por su libertad.

 

Sin duda, el instinto de supervivencia es muy poderoso y ha guiado a la humanidad hasta el día de hoy. Apoyándonos en esta experiencia, podemos estar seguros de que siempre habrá una luz al final del camino, señalando el punto hacia el cuál caminar.


El problema está en que, cuando sobrevienen las crisis y los fracasos, las personas quedan sin piso mental y pierden el control de su vida. En estas circunstancias no ven ninguna lus al final del camino, y como es lógico, la angustia se apodera de ellas.

 

Todos sabemos por experiencia lo complicada que es la vida. Todos hemos fracasado muchas veces y hemos tardado en ver la luz al final del camino. Lo hemos pasado muy mal, y sin embargo no hemos aprendido la lección.

 

¿Qué hacer?

 

Hay que pensar que, después de la tormenta llega la calma. Se trata de resistir mientras el cerebro reconstruye la estructura mental dañada. Con frecuencia, las crisis son el principio de la renovación.

El laboratorio de Thomas Edison fue destruido por un incendio en diciembre de 1914, y gran parte del trabajo de Edison se destruyó esa noche. A la mañana siguiente, Edison contemplaba la escena tranquilamente, con su cabello blanco ondeando en el viento. Cuando vio llegar a su hijo, lo único que dijo fue: “Este incendio es de gran valor, todos nuestros errores se han quemando con él. Gracias a Dios, podemos empezar de nuevo”.
Para entonces Edison tenía 67 años.
Tres semanas después del incendio, Edison fabricó su primer fonógrafo.

 

Las crisis y los fracasos pueden ser causados por errores personales o por causas externas; de aquí la importancia de estar prevenidos contra nuestros enemigos internos (ignorancia, pereza, irresponsabilidad,...) y contra los enemigos externos (envidia, traición, engaño, competencia, etc.)

Las personas pueden ayudarnos un poco, pero no pueden resolver nuestros problemas. Tus problemas son tuyos y solo tú puedes resolverlos. Al final, cada persona tiene que producir su propia luz, sus propias soluciones.

 

"Siempre hay una luz al final del camino" significa que todo ser humano tiene, dentro de sí una luz que ilumina su camino y guía sus pasos en esta vida. Todos tienen capacidad para reaccionar y echar mano del instinto de supervivencia que ha salvado a la humanidad a lo largo de la historia. Los seres humanos no saben de lo que son capaces, hasta que la vida los pone a prueba.

 

De todos modos, es importante incrementar la fortaleza interna por medio del desarrollo de la inteligencia, de la autoestima y de los valores. Ellos constituyen las defensas internas que pueden protegernos contra nuestros enemigos internos y contra las dificultades que vienen de fuera.


No permitas que se apague en ti la luz de la fe, la luz del amor y la luz de la esperanza.. Sólo ellas pueden protegerte contra la incertidumbre, contra las dudas y contra las sombras del camino.

 

Recuerda, lo importante no es lo que te sucede. A todos nos suceden cosas muy similares. Lo importante es la forma en que reaccionas y la forma como resuelves las cosas.

 

Esa luz al final del camino que te puede salvar es tu propia luz interna.

 

 


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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