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Editorial 894

 


Cómo ganar la batalla de las emociones

 

Cuando las personas se sienten seguras porque las cosas van bien, viven en un estado de ánimo constante y tienen sentimientos de baja intensidad, pero, cuando ocurre una situación que puede poner en riesgo lo que se relaciona con sus intereses, reaccionan de forma intensa. Esta reacción intensa se conoce como emoción.

 

Las emociones son reacciones instintivas. Son un mecanismo de supervivencia. Nacen del instinto de conservación y aparecen cuando la persona percibe algo que pudiera causarle un daño grave. Pero, además, las emociones son la fuerza que impulsa al desarrollo y a la evolución humana. Toda acción humana se inicia con una emoción positiva o negativa y termina con una emoción positiva o negativa.

 

Existen numerosas clases de emociones. Emociones positivas que nos estimulan al bien, tales como: La alegría, la felicidad,  la ilusión, la fe, la esperanza, el amor, la compasión, la solidaridad, el espíritu de superación, etc.) Existen también emociones negativas, como la  ira, la rabia, el odio, el resentimiento, la frustración, la envidia, numerosos temores (temor al fracaso, al futuro…) Estas emociones desencadenan conductas desadaptadas y destructivas.

 

Cuando una persona actúa bajo el influjo de una emoción, posee una fuerza increíble y es capaz de realizar cosas que jamás imaginó. De aquí la importancia de controlar a tiempo nuestras ideas, sentimientos, actitudes, palabras y decisiones, porque nos modelan, de forma lenta pero profunda,  y determinan nuestra forma de percibir la vida, nuestra forma de sentir y de reaccionar emocionalmente; en consecuencia, determinan nuestro éxito o nuestro fracaso.

 

Las emociones negativas (odio, envidia, resentimiento,…) una vez que se activan, adquieren un poder increíble y pueden ser causa de nuestra ruina, por lo cual, debemos controlarlas a tiempo.

También es necesario  establecer objetivos importantes que respondan a nuestras verdaderas necesidades y tener mucha ilusión en ellos; de esta forma, actuaremos bajo el influjo de la emoción y tendremos una capacidad increíble para realizar nuestros sueños y proyectos

 

Tanto el control como el descontrol mental son conductas aprendidas especialmente en la infancia. El ser humano recibe estímulos ante los cuales reacciona. Si los estímulos son positivos (afecto, apoyo, valoración, disciplina y motivación) las reacciones serán positivas. Con el tiempo esta forma de reaccionar se consolida y se convierte en hábito; es decir, en forma constante de reaccionar. De modo que, un niño que es educado con respeto y con amor, crece sano, espontáneo y sociable; tiene grabado en su mente un sentimiento de bienestar que le envía en forma constante, mensajes de seguridad, de autoestima, de alegría y de motivación. El niño tenderá a ser optimista, sociable y generoso; tendrá control sobre sus emociones y reaccionará de forma lógica y adaptada a la realidad; en consecuencia, le irá bien en la vida.

 

Por el contrario, si un niño no recibe suficiente afecto, respeto y valoración; si es criticado, reprimido o maltratado, entonces se grabarán sentimientos de soledad en el subconsciente, de temor, de impotencia y de angustia. Estos sentimientos harán que perciba la vida, las personas y los acontecimientos como una amenaza y que reaccione de forma defensiva. Las reacciones compulsivas escapan al control de la mente, son irracionales y desadaptadas y generan muchos problemas

 

Hoy vivimos en una sociedad muy competitiva y agresiva que provoca reacciones impulsivas. Como ya hemos indicado, las reacciones impulsivas no resuelven nada y complican las cosas; por lo cual; necesitamos tomar conciencia de esta realidad y aprender a controlar las emociones. La vida es así y la gente es como es. Tú no puedes cambiar esta realidad pero puedes evitar caer en su juego.

 

En la lucha entre el pensamiento y las emociones casi siempre ganan las emociones. La inteligencia es la luz que ilumina el camino pero son las emociones las que deciden la dirección de las acciones. Las personas tienen buenas intenciones y buenos deseos y saben qué tienen que hacer pero...

 

Hemos sido programados con muchas carencias afectivas. De pequeños no vimos a nuestros padres tratarse de forma afectuosa, ni resolver sus diferencias a través de un diálogo amistoso, sin reproches, sin culpas y sin acusaciones.

 

Somos hijos de una sociedad represiva que no nos enseñó a expresar nuestros sentimientos ni a manejar las frustraciones. Hoy somos adultos pero nuestros patrones emocionales fueron diseñados en la infancia y ellos determinan nuestra forma de sentir la vida y de reaccionar. Ahora no es fácil cambiar los patrones emocionales porque están formados por esquemas muy complejos en los que están implicados numerosos aspectos de la personalidad.

 

A todo lo dicho hay que añadir que la vida tiende a complicarse y que la salud emocional de las personas se deteriora más cada día. ¿Qué hacer?

 

Los eses humanos tenemos muchas reservas mentales que suelen surgir en momentos de crisis.

 

Es hora de actuar.
¿Por dónde comenzar?
Hay que comenzar por conocer la estructura de la mente humana. Cómo somos. Cuáles son nuestros contenidos mentales. Cuál es su dinámica. Cómo manejar las emociones. etc.


Además necesitamos mentalizarnos sobre temas importantes que nos ayuden a desarrollar criterios, creencias, valores, convicciones y una visión positiva de la vida y de la gente.


También  necesitamos aprender a manejar nuestras emociones porque nos estamos haciendo mucho daño y estamos causando mucho daño a los demás. Y, no importa como actúen los demás, lo importante es cómo actuamos nosotros.

 

El control mental es fundamental para triunfar en cualquier actividad. En principio porque produce una sensación interna de seguridad y de poder que motiva a la acción y después, porque permite utilizar el potencial mental sin interferencia de temor, de angustia o de agresividad, lo cual incrementa la capacidad de razonamiento y la toma de decisiones correctas.

 

Necesitamos una intensa presencia de la mente, sobre todo, cuando se dan situaciones que generan mucha emoción,  por ejemplo, cuando sentimos amenazada nuestra imagen, cuando nos encontramos frente a un problema grave que  amenaza nuestra estabilidad, cuando las cosas van mal en peor y no vemos solución, etc. En estos casos, la emoción se apodera de uno,  y, si nos descuidamos nos convertimos en títeres de su impulso reactivo. Las personas dominadas por esta clase de emociones, cometen muchos errores de los que luego se arrepienten.

 

En estas situaciones es importante, tomar conciencia de lo que está ocurriendo y pensar que no es el fin del mundo. De esta forma la emoción pierde energía y queda desactivada.


Es importante pensar que, ocurra lo que ocurra, siempre tenemos capacidad para salir adelante.  A veces el problema es grave y no vemos luz en el camino, pero  debemos tener fe en que, poco a poco, la mente irá encontrando ideas y soluciones.

 

El ser humano es siempre libre y responsable, porque puede prever y planificar; puede elegir cómo sentir las cosas, cómo pensar y cómo actuar.


La reprogramación emocional exige cambios importantes a nivel de cognición y a nivel emocional.
Los cambios a nivel de cognición (criterios, creencias, valores y convicciones, se logran con lecturas de calidad bien programadas y habituales)


En los cambios a nivel emocional hay que tener en cuenta que las emociones son respuestas a estímulos que vienen de fuera (personas, circunstancias) y a estímulos que vienen de dentro (éxitos, frustraciones...)

 

Es importante entender que las personas no van a cambiar y que somos nosotros quienes tenemos que dar el primer paso y enviarles mensajes positivos, de esta forma, por ley de Causa y Efecto, mejorarán  los estímulos que nos envíen las personas  y mejorarán nuestras reacciones. Con el tiempo desarrollaremos mayor inteligencia emocional

 

Las emociones también son respuestas a situaciones internas (vivencias, éxitos, fracasos, frustraciones, forma personal de percibir las cosas). Una persona que se siente capaz, segura, triunfadora y feliz, por lógica, le va bien en lo que hace y experimenta de forma constante emociones y sentimientos positivos; mientras que una persona temerosa e insegura experimenta de forma constante emociones y sentimientos negativos, por lo cual, es fundamental capacitarse para triunfar en aspectos importantes de la vida.


Las personas que deseen mejorar su rendimiento laboral deben comprometerse emocionalmente con su propio desarrollo personal y para ello, es necesario que se superen en lo que realmente es importante (autoestima...)

 

El auténtico desarrollo emocional se asienta en una visión holística que tiene en cuenta toda la riqueza de la vida humana y va más allá de la profesión, del trabajo y de la solvencia económica. Para lograr el desarrollo emocional es necesario desarrollar valores humanos, morales y espirituales sólidos que ayuden a fortalecer el valor como persona, la autoestima y la dignidad.


Es necesario también desarrollar una visión trascendente que dé sentido a la vida y hacer las cosas con una intención de "misión" es decir, con el deseo de contribuir a la construcción de un mundo mejor. Esta programación apuntala las estructuras profundas de la inteligencia, de la conciencia y de la emotividad y ayuda lograr cambios importantes.

 

Las emociones son la fuerza que mueve el mundo y pueden llevarnos al éxito, o bien, hundirnos en el fracaso.

 

 

 

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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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