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Editorial 878

 


La felicidad no está en la meta sino en el camino

 

En la vida existen objetivos y existen metas. Los objetivos son los paso intermedios y la meta es el punto final, al cual nunca se llega, porque es como las montañas, cuando escalas una montaña creyendo que es la más alta, aparece otra más alta aún; por esta razón, la felicidad está en caminar hacia la meta con la esperanza de llegar, la esperanza de que nos espera algo mejor.

 

El hombre es un ser insatisfecho, siempre tiene necesidad de más. "No se hartan los ojos de ver ni los oídos de oír"

 

El ser humano tiene la necesidad de llegar hasta el infinito y de vivir eternamente.


En épocas pasadas, cuando los hombres eran más filósofos que hoy, y tenían tiempo para conversar con el silencio y con la soledad, se hacían preguntas transcendentales, como: ¿Quién ha creado este mundo maravilloso? ¿Qué sentido tiene la vida? ¿Para qué existo? ¿Qué hay más allá de la muerte?

 

Hoy, pocas personas se hace estas preguntas, ni siquiera piensan en las metas, y tampoco en el camino; simplemente viven el día, la hora, el minuto; sin pensar seriamente, sin planificar. Viven a lo que venga. Su vida tiene un sentido elemental, de aquí y ahora.


Como es lógico, carecen de proyectos serios, de sueños y de esperanzas, porque no tienen fe en ellos mismos ni en la vida. Solo algunas personas tejen proyectos y construyen en su mente el camino que conduce al éxito. Esta actitud hace que su vida tenga sentido y que su lucha valga la pena.

 

Hay personas que pasan toda su vida buscando su propio Yo. Ese Yo bueno que un día salió de las manos de Dios y luego se extravió en los vericuetos de la vida. La vida es un viaje hacia el encuentro del propio Yo, hacia el lugar de donde un día partimos, hacia la casa del Padre. No se trata de un camino físico, se trata de un camino espiritual en el que se avanza a través de la superación intelectual, afectiva, moral y espiritual. La tarea es ardua, pero “No importa si el viaje es largo cuando el destino es tu corazón”

 

Nos han enseñado a buscar los éxitos fáciles y rápidos, y como esto no es posible, nos sentimos fracasados y renunciamos a la lucha.


Necesitamos aclararnos y plantearnos expectativas que estén al alcance de nuestras posibilidades. Necesitamos entender que la vida es paso a paso, que si hacemos bien las cosas, cada paso se convierte a la vez en camino y menta, de modo que podemos experimentar cada paso como un éxito que tiene sentido pleno en sí mismo.

 

No sé hasta dónde llegará el camino, pero quisiera que llegara hasta el infinito para poder caminar eternamente; pues el placer de caminar ganándole al destino, es suficiente aliciente para seguir caminando. Mientras caminas estás vivo y te sientes, te perteneces. Vivir y respirar, pensar y desear, amar y soñar, son placeres inmensos que llenan la vida. A medida que caminas los pies se hacen más ligeros, el cuerpo más leve, el pensamiento más sutil y el amor más tierno.

 

La profunda soledad de la existencia se llena con la presencia de todos los seres humanos; los que vivieron, los que viven y los que tienen la esperanza de existir.

 

De repente, descubres que no hay camino, que no has hecho camino y que no hay camino hacia el futuro; por más que caminas siempre estás en el mismo lugar, porque tu lugar eres tú mismo. Y descubres también que no existe pasado, ni presente, ni mañana. Estás aquí desde siempre. No tienes edad; sólo eres.

 

La vida se reduce a conciencia. Eres y vives en la medida en que tienes conciencia, en la medida en que te reconoces, amas a los demás y te amasa ti mismo

 

A medida que caminas por los caminos del tiempo, comprendes que las leyes de la vida son, a la vez, complejas y simples y que el arte de vivir consiste en simplificar la vida.

 

Existen leyes físicas, biológicas, psicológicas, intelectuales, morales y espirituales. Estas leyes parecen inflexibles, sin embargo son ellas la que salvan al hombre de perderse en los mil caminos de la vida.

 

A medida que crece el espíritu, el cuerpo se transforma, se vuelve más sutil y adquiere una libertad increíble. Cuando el cuerpo y el espíritu se armonizan, el camino se hace más fácil y el placer de vivir es tan grande, que, olvidado del tiempo y del espacio, te sientes anclado en la eternidad y deseas que el reloj del tiempo se detenga para poder contemplar sin angustia y sin prisa el espectáculo de la naturaleza que se renueva cada día y el milagro de la propia vida y el milagro del mundo que progresa.

 

No sé hasta dónde llegará mi camino, pero quisiera que llegara hasta el infinito para poder caminar eternamente; pues el placer de caminar ganándole al destino es suficiente aliciente para seguir caminando; pero la realidad es que me estoy acercando al final de mi vida y el tiempo avanza de forma inexorable. Ahora trato de detener el tiempo y vivir intensamente cada día, dando un valor infinito a los mínimos detalles.

 

Vivir y respirar, pensar y desear, amar y soñar, son placeres inmensos que llenan la vida. A medida que caminas los pies se hacen más ligeros, el cuerpo más leve, el pensamiento más sutil y el amor más tierno, y comprendo que no necesito llegar a la meta para ser feliz, porque cada paso y cada día es un momento especial para celebrar como una fiesta el hecho de vivir.

 

“Caminante, no hay camino; se hace camino al andar”.

 


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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