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Editorial 874

 

"Los hijos de las tinieblas
son más astutos que los hijos de la Luz

 

La luz significa: conocimiento, sabiduría, libertad, felicidad, y las tinieblas significan: oscuridad, temor, tristeza, maldad. Se trata de dos mundos opuestos, uno habitado por personas de luz y de bien, y el otro habitado por personas perversas y malignas.

 

Esta cita extraída del Evangelio expresa la lucha eterna entre la verdad y la mentira, y entre el bien y el mal.


En realidad, el bien y el mal no existen como entes independientes.
El mal es un concepto que hemos acuñado para referirnos a todo lo que no funciona bien o consideramos negativo; por ejemplo: La pobreza, la ignorancia, la corrupción, la injusticia, la guerra, etc.


El mal y el bien sólo existen encarnados en los seres humanos que los representan y actúan en su nombre. Por esta razón, el mal no anda suelto. El mal está encarnado en los seres humanos y llena los espacios de su mente y de su corazón que deberían estar llenos de buenas ideas, de valores, de buenos sentimientos y de buenas acciones.

Por tanto, la única forma de acabar con el mal que reina en la sociedad es acabar con el mal que habita en el corazón de cada persona.

 

Al leer "Los hijos de las tinieblas son más astutos que los hijos de la luz" enseguida pensamos que los hijos de las tinieblas son otros, y damos por hecho que nosotros somos los hijos de la luz. Pero las cosas no son tan sencillas.

 

En la mente de cada ser humano vive agazapado un lobo feroz, listo para atacar; el cual puede surgir en cualquier momento si nos descuidamos. 


A veces nos horrorizamos de comportamientos humanos aberrantes; pero nadie puede decir: "De esta agua no beberé". Si nos descuidamos, todos podemos llegar a actuar como animales salvajes, y, aún peor, pues, ningún animal masacra, pero el ser humano puede llegar a límites de perversión absoluta.

 

En la mente de cada persona existe una parte oscura habitada por instintos, temores, pasiones, odios, resentimientos, frustraciones y fanatismos. Son fuerzas violentas que carecen de toda moral, de modo que, cuando se desatan, arrasan sin piedad con todo lo que encuentran a su paso. Esto explica las conductas aberrantes, los crímenes pasionales, las guerras de exterminio, los genocidios, etc.


Todos llevamos dentro de nosotros un potencial delincuente.

 

Es importante no olvidar que nuestras raíces profundas son de origen animal, que tendemos al libertinaje y a la corrupción y podemos llegar a ser fanáticos y violentos, por lo cual, necesitamos ejercer un control constante sobre nuestra mente. También es importante permanecer alerta a nivel social para impedir que surjan ciertas ideologías o fanatismos cuyos efectos todos conocemos.

 

Los hijos de las tinieblas son las personas que no tienen principios ni valores, son inescrupulosas, corruptas, delincuentes, irresponsables. Para estas personas "El fin justifica los medios"


Los hijos de las tinieblas son inseguros y viven con temor, porque saben que están fuera de la ley, lo que les obliga a vivir alerta, a desarrollar astucia y a maquinar para poder sobrevivir.

 

Los hijos de la luz sólo pueden actuar a derecho, lo cual les obliga a vivir en actitud de superación y a tener que esforzarse para lograr sus objetivos, pues no tienen atajos, ni pueden utilizar el engaño, la trampa o la ventaja.


Los hijos de la luz tienen paz y seguridad, porque saben que están dentro de la ley y que su camino conduce a la libertad y a otros muchos beneficios que obsequia la vida a quienes cumplen con su misión

 

Los hijos de las tinieblas y los hijos de la luz son dos imágenes contrapuestas para resaltar la lucha entre el bien y el mal que se da en el interior de cada persona y en la sociedad.

 

Cuando actuamos mal, somos hijos de las tinieblas, y cuando actuamos bien, somos hijos de la luz.

 

Existen muchos males que se han acumulado a lo largo de la historia y constituyen una deuda pesada que nos afecta a todos. Todos hemos contribuido a este mal y somos responsables del mismo; de aquí la obligación que todos tenemos de ser mejores personas.

 

Por formar parte de la sociedad, todos pagamos, de alguna forma, las consecuencias del mal que reina en forma de ignorancia, pobreza, injusticia y violencia. Sin embargo, las personas, en la medida que se superan, se convierten en hijos de la luz y quedan protegidos contra el mal.

 

En vista de lo expuesto, necesitamos dejar de criticar, de juzgar y de condenar a los "hijos de las tinieblas" porque, en el fondo, son hermanos nuestros, que, por circunstancias de la vida, no tienen la suerte de pensar y de sentir como nosotros.

Son personas que actúan mal, pero en el fondo son personas programadas genéticamente como nosotros, para el bien, para la verdad, para el amor y para la felicidad. De modo que ya tienen bastante desgracia con ser como son.


Por nuestra parte, lo único que nos queda es actuar con inteligencia, con dignidad y con bondad, y abrir nuestro corazón a estas personas y darles la mano para sacarles de la situación en la que están atrapadas. Esto no resulta fácil. Nadie ha dicho que sea fácil, pero no es suficiente con ser buena persona, es necesario hacer el bien, especialmente a quienes más lo necesitan, de lo contrario ¿Qué sentido tiene nuestra vida?


Nadie ha nacido para ser el fin de sí mismo.


¿De qué sirve ser hijo de la luz, si nuestra luz no ilumina a quien la necesita?

 

 


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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