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Editorial 864

 


Cada persona tiene que producir sus propios milagos

 

El gran milagro que Dios nos ha hecho ha sido el nacer como seres humanos con inteligencia, conciencia y libre albedrio. A partir de aquí cada persona debe continuar el milagro de seguir viviendo, de evolucionar, de triunfar y de ser feliz.

 

La vida es una experiencia maravillosa que valoramos poco porque nos hemos acostumbrado a ver las cosas como algo común y rutinario. Sólo valoramos las cosas cuando las perdemos. Sólo el enfermo valora la salud. Sólo el preso valora la libertad. Sólo en enfermo terminal valora la vida,...

Hemos llenado la mente de tantas cosas inútiles y de tantas necesidades creadas que hemos perdido el sentido de la vida y desconocemos el valor real de las cosas.


"Somos súper-hombres y súper-mujeres, totalmente equipados, pero emocionalmente infantiles y vacíos. 

 

El objeto de la vida es el desarrollo y la felicidad, por lo cual, céntrate en desarrollarte de forma integral y armónica y en ser feliz con lo que tienes. La felicidad no está en tener muchas cosas sino en valorar las cosas que tienes, comenzando por la salud, los sentidos, etc

 

La naturaleza les ha dado raíces a las plantas, pero si no absorben los nutrientes y los procesan a través de la fotosíntesis, no tendrán vida.

 

Cada ser humano es enviado a la vida para cumplir una misión y por tanto, trae consigo las cualidades necesarias para llevar a feliz término su misión. La principal misión de todo ser humano es el desarrollo de sí mismo.

 

Lo más importante de la misión no es lo grande o importante de lo que haces sino el amor que pones en ello.

 

Tan importante es la labor del médico que cura las enfermedades como la del barrendero que las evita.

 

Tan importante es la raíz del árbol que lo sostiene y alimenta como las flores y los frutos.

 

Muchos conciben la misión como actividad orientada a la producción de cosas, de ideas y de soluciones; esto es cierto en parte, pero la verdadera misión consiste en el desarrollo de sí mismo, porque más que cambiar el mundo por fuera se trata de cambiarlo por dentro.

 

La actividad que desempeñas es menos importante que la forma en que la realizas. Dios pudo haber hecho el mundo perfecto de una vez, pero dejó al hombre la oportunidad de continuar la obra, con la esperanza de que al realizarla con amor, el hombre se sintiera protagonista.

 

Aunque es importante la misión orientada al progreso, pues sin progreso no hay desarrollo; la verdadera evolución de la humanidad viene de dentro, del desarrollo de la inteligencia, de la conciencia y de la libertad. Esta es la misión más importante que hace posible un mundo más justo y más feliz.

 

Cada acción correcta que realizamos en favor de nuestra salud física y mental, de nuestra capacitación, libertad y felicidad es como un pequeño milagro que se va sumando a otros pequeños milagros que al final se traducen en el milagro de una vida sana, exitosa y feliz. Estos pequeños milagros dependen de la actitud de cada persona y del manejo inteligente de todas sus acciones. Todo lo que pensamos, sentimos, decimos y hacemos nos marca para toda la vida.

 

El verdadero milagro consiste en programar bien la vida, ya que todas nuestras acciones dependen de programaciones previas que hemos fijado en la mente a nivel consciente y subconsciente. Cuando programamos bien la mente, las conductas correctas surgen de forma natural y espontánea y la vida fluye entre el éxito y la felicidad.

 

El hecho de que la vida de muchas personas esté llena de incertidumbre, de angustia y de estrés se debe a un fracaso en el proceso de evolución. Las razones son muchas (ignorancia, mediocridad, baja autoestima, falta de criterios y de valores, etc.)

 

Como ya hemos indicado, el gran milagro que Dios nos ha hecho con nosotros ha sido el permitirnos nacer como seres humanos y el dotarnos con inteligencia, conciencia y libre albedrio. A partir de aquí, cada persona debe continuar el milagro de seguir viviendo, de evolucionar, de triunfar y de ser feliz.

 

Nadie puede darnos el éxito, la libertad ni la felicidad, porque son una conquista personal. Podemos pedirle a Dios. Es una forma de activar ese pequeño dios que somos; pero, como dice el refrán: "A Dios rogando y con el mazo dando

 

Cuando vemos las cosas que logran muchas personas discapacitadas, después de que la ciencia y los médicos nos les daban ninguna esperanza, podemos afirmar que los milagros existen y que las personas pueden producir sus verdaderos milagros.

 

Los milagros se producen cuando las personas toman la firme decisión de triunfar y perseveran en el compromiso.

 

Todos necesitamos producir milagros en muchos aspectos de nuestra vida, en vez de esperar que Dios venga en nuestra ayuda o esperar que cambien las cosas.

 

Celebra la fiesta de la vida. Cada día puede ser como una fiesta, como un milagro, a pesar de los problemas y dificultades. Cuánto daría un ciego por ver, un paralítico por caminar.

 

Despierta ese dios interno que llevas dentro de ti. Encuentra tu propio Yo. Ese Yo bueno que un día salió de las manos de Dios y luego se extravió en los vericuetos de la vida.


La vida es un viaje hacia el encuentro del propio Yo, hacia el lugar de donde un día partimos, hacia la casa del Padre. No se trata de un camino físico, se trata de un camino espiritual en el que se avanza a través de la superación intelectual, afectiva, moral y espiritual. "El único viaje auténtico es hacia dentro de cada uno de nosotros y es necesario afrontar y vivir las preguntas ahora, aquí, y en este momento" Rilke, poeta

 


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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