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Editorial 861

 


Solo frente al destino

 

Podemos aceptar que existe el destino que nos han permitido nacer, pero a partir de aquí, lo que determina nuestra vida es la educación recibida en la infancia y las decisiones que hemos tomado. Cada persona construye su destino. Hoy somos el resultado de las decisiones que hemos tomado a lo largo de la vida y mañana seremos el resultado de las decisiones que tomemos a partir de hoy. Tú decides como quieres que te vaya en la vida.

 

Los que triunfan es porque, en algún momento de su vida, tomaron la decisión inquebrantable de triunfar y luego, a través de sucesivas decisiones han consolidado su desarrollo. Cuando las personas entendamos que cada uno depende de sus decisiones, de sus actitudes, de sus ideas, de su lenguaje y de sus decisiones; cuando entendamos que “La felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días". Benjamin Franklin, entonces seremos más conscientes y responsables.

 

El hombre nace solo, vive solo y muere solo. La primera experiencia existencial, fuera del seno materno, es la soledad.

 

El ser “solo” es una condición de la individualidad. Gracias a que el ser humano es “solo” tiene su propia conciencia y su propia libertad, que le permiten ser dueño de sí y de su destino.

 

Existe una soledad existencial. Se trata de un sentimiento de aislamiento social y de vacío interior. Es como una sensación íntima y dolorosa de desintegración. Esta clase de angustia se debe a carencias de amor, de fe y de autoestima. La persona puede estar rodeada de mucha gente pero siente un vacío y una soledad inmensa. 


La soledad existencial se debe a la falta de fe y de esperanza en instancias transcendentes (Dios), que podría dar sentido a la vida y mitigar esa angustia existencial. Esta soledad empobrece y es causa del más profundo de los dolores humanos, como es el dolor del alma. Muchas personas tratan de paliar inútilmente esta soledad existencial a través de la actividad, del éxito, de la fama, de los placeres...

 

Hay que aprender desde niños a hacer amistad con el silencio y con la soledad, como partes necesarias de la vida. La sociedad actual está atrapada en el agite y en la prisa, no dispone de tiempo para reflexionar ni para crear, ni para encontrarse consigo misma, lo cual le impide tener una conciencia clara de la propia vida y de sus posibilidades, comprometiendo su desarrollo y su madurez.

 

La sociedad vive siempre en crisis. Crisis significa lucha: La crisis es buena porque es señal de salud; obliga a los seres humanos a buscar respuestas, a cambiar, a evolucionar... La ley de la vida es “Adaptarse o morir”. Pero, adaptarse, ¿a qué?

 

Los padres, conocedores de que la vida es una lucha interminable por sobrevivir; deben fortalecer a sus hijos con una educación consistente, fundamentada en principios religiosos, morales y sociales y en criterios claros sobre los aspectos fundamentales de la vida, tales como el valor del estudio, del trabajo, de la libertad, de la familia, de la amistad, de la disciplina, etc. para que nadie les engañe, pues, vivimos en una sociedad mediocre, materialista y manipuladora en la que la ingenuidad y la ignorancia se pagan muy caras.

 

La verdadera historia es interna, y, como las grandes corrientes marinas, sigue impertérrita su camino. La historia personal depende básicamente de las propias decisiones; y, si bien es cierto que las circunstancias nos condicionan fuertemente, también es cierto que el hombre es libre por encima de todos los condicionantes, y, por tanto, es el protagonista y el responsable de su futuro. De modo que, el futuro de cada persona lo construye ella misma.

 

El futuro es por naturaleza riesgo e incertidumbre pero son estas características las que le dan a la vida ese aspecto de novedad permanente.

 

Los padres observan angustiados cómo la sociedad está perdiendo valores fundamentales y cómo las personas son aplastadas por una competencia despiadada. Por su mente cruzan mil preguntas cargadas de angustia. ¿Qué será de mi hijo? ¿Cómo puedo educarle para que sobreviva en una sociedad que se anuncia tremendamente hostil?

 

No te preocupes. La vida humana está sujeta a las leyes de evolución; por tanto, el futuro ofrecerá más oportunidades para crecer y ser más libre. Eso sí, quienes no se capaciten lo pasarán muy mal.

 

La vida es un gran teatro y cada uno elige el papel que desea desempeñar. Unos eligen el papel de rey, otros el de villano, otros el de bufón...

 

Muchas personas, abrumados por sentimientos de indignidad eligen papeles irrelevantes, de modo que pasan la vida sin pena y sin gloria. Otros eligen un papel protagónico y triunfan a lo grande

 

Para triunfar en el teatro de la vida no se necesitan cualidades especiales, lo importante es identificarse con el personaje elegido; luego, la mente se programa para actuar con éxito.

 

El futuro es la casa de los sueños y de la esperanza. El temor al futuro mata los sueños y la esperanza y sin ellos, el hombre es un barco a la deriva. Así que, visualiza un futuro exitoso, luego sueña, trabaja y espera lo mejor, seguro de que te acontecerá lo mejor.

 

Siembra ideales en tu corazón y en el corazón de tus hijos y mañana los verás florecer

 

El mejor momento para vivir es el presente y depende de ti, pero no olvides que, a veces somos juguetes en manos del destino

 

 

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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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