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Editorial 847


Tú no eres el sol que ilumina la tierra,
pero puedes ser un fósforo que ilumine en la oscuridad


El deseo de todo ser humano es dejar huella en la vida, lograr que las futuras generaciones nos recuerden con admiración. Es una forma de sobrevivir en el tiempo y de satisfacer el deseo de eternidad que todos llevamos por dentro.


Creemos que la única forma de satisfacer este deseo está en sobresalir, en realizar cosas impresionantes, sin embargo, el tiempo se encarga de poner a cada quien en su lugar. Nadie sobrevive al tiempo, sólo algunos nombres sobreviven al olvido por un tiempo relativo.


Nuestros anhelos, ilusiones y expectativas chocan contra la realidad fugaz de la vida. Debemos aceptar que nuestra existencia es breve y nuestras posibilidades my limitadas. La razón está en que no hemos llegado a esta vida con la misión de cambiar el mundo, sino con la simple misión de hacernos buenas personas, de adornar la tierra de virtudes como adornan las flores los prados.


No hemos nacido para ser el sol que ilumina la tierra, sino para ser un humilde fósforo que brille en la oscuridad y contagie a los demás del deseo de brillar, del deseo de ser buenas personas; porque, al final, lo más importante no es cambiar el mundo por fuera sino por dentro.


Los seres humanos tendemos a ser ambiciosos, no nos gustan las cosas sencillas. Construimos proyectos mentales faraónicos, porque la imaginación no tiene límites, pero luego se impone la realidad de cada día, compuesta de pequeños momentos y de pequeñas acciones. Nuestra edad es la suma de esos pequeños momentos y nuestros éxitos son la acumulación de pequeños logros; de modo que, está bien que tengas grandes sueños, pero esos grandes sueños no te pueden alejar de hacer bien las cosas pequeñas de cada día, que es lo único que puedes hacer.


Un pequeño detalle aislado puede no significar nada, pero a veces es el origen de grandes fenómenos. Si has oído hablar del efecto mariposa sabrás que un aleteo de mariposa en la China puede generar un huracán en Estados Unidos.


La vida es muy compleja y cualquier circunstancia mínima, no controlada a tiempo, puede complicarnos la existencia, por lo cual, es necesario prever, planificar y rectificar errores antes de que crezcan y se escapen de las manos. El hecho de cuidar los pequeños detalles ayuda a tener una actitud vigilante hacia las cosas importantes de la vida.


Un simple fósforo puede dar origen a un incendio que acabe con toda una selva o con una ciudad. Una idea revolucionaria puede tomar cuerpo y generar una revolución. Así como una sonrisa o un gesto amable, pueden calmar los ánimos de miles de personas. En virtud del efecto mariposa, las cosas buenas que haces hoy pueden convertirse en semillas de cosas maravillosas que ocurrirán el día de mañana.


Todo lo que existe es la suma de pequeños elementos, pequeños átomos, pequeñas células. La humanidad es la suma de pequeños seres humanos. La ciencia es la suma de pequeñas ideas que aunadas constituyen el acervo científico. Todo esto nos indica que tenemos que aprender a ser humildes y a conformarnos con hacer bien nuestros deberes, conscientes de que sólo podemos ser un pequeño fósforo que ilumine el camino de otras personas que continuarán la labor que nosotros dejamos inconclusa.


En la historia humana sobresalen grandes sabios, científicos, santos y héroes, pero sus logros pertenecen a la humanidad entera, pues, ninguno habría llegado a tales alturas si no se hubieran apoyado en la humanidad. El sabio llegó a sabio, porque asimiló la sabiduría acumulada por la humanidad. Los científicos se inspiraron en los conocimientos de sus predecesores y los santos se guiaron por el ejemplo de personas virtuosas y por los valores creados por la humanidad.


Cada persona es un pequeño detalle en la historia humana. Nadie es indispensable, sin embargo, todos somos necesarios. Ni tú ni yo podemos salvar a la humanidad, porque, en realidad, cada uno tiene que salvarse a sí mismo, pero podemos lograr que el mundo sea un poco mejor gracias a nuestro aporte.


Vivimos en una sociedad muy confusa y desorientada, dominada por una visión materialista que roba a las personas el sentido de trascendencia y les genera una inmensa angustia existencial.


Las instituciones fundamentales (familia, escuela, Iglesia) están debilitadas y con ellas también se han debilitado los valores, la disciplina y la responsabilidad, lo que trae como consecuencia el libertinaje, la corrupción, la falta de respeto y la violencia. Se trata de una dinámica social poderosa que avanza como avalancha. Sin embargo, la naturaleza tiene sus mecanismos de supervivencia.

 

Uno de estos mecanismos es la frustración. Cuando la frustración llega a niveles insoportables, las personas se ven obligadas a reaccionar y a buscar un camino que conduzca a la salvación. El problema es que, cuando llega este momento, las personas ya han destruido su vida.


Como el poder gravitacional de la sociedad es muy poderoso e influye en todo lo que cae bajo su radio de acción, es importante estar al tanto de esta realidad para no quedar contaminado con los males que aquejan a la sociedad, pero, además, es nuestro deber iluminar la mente de otras personas para que no se pierdan en los laberintos de la vida.


Tú no eres el sol que ilumina la tierra pero puedes ser un rayo de luz que ilumine la mente de muchas personas.

A veces unos simples detalles pueden cambiar la vida de las personas. Los detalles no cuestan nada pero valen mucho.

Cuánto bien podemos hacer con un saludo, con una palabra, con una mirada amistosa o con una sonrisa. Y cuánto mal podemos hacer con un desprecio, con una crítica o con una actitud de indiferencia.

Los seres humanos, somos niños y nos agrada que nos tomen en cuenta, que nos feliciten, que nos estimulen. A veces los detalles son determinantes para una buena relación.

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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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