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Editorial 816

 


Máscaras de la sociedad

 

Desde niños nos enseñan a ser "prudentes" a callar, a fingir, a disimular. La intención de los padres es buena, pues, vivimos en una sociedad crítica y envidiosa y necesitamos protegernos de los demás. El asunto es que, con el tiempo esta actitud se convierte en estrategia cotidiana y universal. Las circunstancias sociales estimulan a desarrollar mayor astucia cada día y a ocultar las cartas para ganar en el juego de la vida. El problema está en que, cuando todos usamos máscaras, como en los carnavales, nadie sabe quién es quién y, hasta uno se vuelve extraño a sí mismo.


Al hablar de máscaras nos referimos a ideas, sentimientos, intenciones, actitudes y comportamientos falsos. Si nos descuidamos, estos contenidos falsos terminan por convertirse en parte de nuestra naturaleza, de nuestra forma de pensar, de ser y de actuar.


Esta forma generalizada de ser, complica las relaciones humanas, porque siempre hay un temor, una sospecha y una desconfianza, en relación con los intereses e intenciones del otro, lo que hace que vivamos a la defensiva. Esta actitud la observamos en las relaciones familiares, laborales, políticas, comerciales, etc. La gente es cada día más susceptible y desconfiada.


Las personas que tienen autoestima y seguridad tienden a ser más espontáneas, honestas y sociales; mientras que las personas con baja autoestima tienden a desconfiar, a disimular y a vivir a la defensiva.


El uso de máscaras es una conducta instintiva que utilizan hasta los animales para defenderse de los depredadores y para lograr sus objetivos de supervivencia.

Existe una mariposa cuyo color, forma y nervaduras, hacen que los pájaros la confundan con una hoja. El león se mimetiza con la naturaleza para pasar desapercibido y atacar por sorpresa. El pulpo se adapta a colos del fondo del mar, etc.

El uso de máscaras es una conducta instintiva de supervivencia, pero el hombre ha evolucionado y ha desarrollado valores como la honestidad, la justicia, etc. sin los cuales resultan imposibles las relaciones humanas y la convivencia social. Las relaciones humanas se basan en la confianza. "La verdad os hará libres" y "Si no os hiciereis como niños, no entraréis en el reino de los cielos"


Todos tenemos una parte oscura, habitada por instintos, temores, pasiones, odios, resentimientos, frustraciones, fanatismos. Son fuerzas violentas que carecen de toda moral, de modo que, cuando se desatan arrasan sin piedad con todo lo que encuentran a su paso. Esto explica las conductas aberrantes, los crímenes pasionales, las guerras de exterminio, los genocidios, etc.


Todos llevamos dentro de nosotros un potencial delincuente o un criminal controlado, y para evitar que la gente perciba nuestra intimidad, creamos máscaras (actitudes, palabras y acciones fingidas...)


La gente inventa máscaras, para ocultar sus sentimientos y de esta forma se protege de la curiosidad de los demás. A las personas no les interesa si somos honestos o si llevamos máscaras hasta el día en que nos implicamos en su vida. Entonces ponen a funcionar el sexto sentido (intuición) para detectar quiénes somos en realidad, para ver si existe coherencia entre la expresión verbal y la expresión corporal.


Siempre hay algo que deja al descubierto nuestra verdadera naturaleza.


La coherencia entre los mensajes y la expresión corporal es indispensable para la credibilidad. Para que exista coherencia es necesario ser honesto. Podemos controlar y falsificar la palabra porque depende del hemisferio izquierdo (consciente y racional) cuyos procesos son lentos, pero no podemos manipular la expresión corporal porque depende básicamente del hemisferio derecho, cuyos procesos son rápidos y escapan al control humano.


Todo lo que sentimos o pensamos produce vibraciones que se irradian en todas direcciones y producen efectos, comenzando por la persona que las produce. Las vibraciones llevan mensajes que son percibidos por las demás personas a nivel subconsciente; pero hay algo que captan a nivel consciente, lo cual les permite sentir si existe coherencia o no, entre lo que dice la persona y lo que siente y piensa.


Los investigadores estiman que, aproximadamente un 30% de nuestra comunicación es verbal y un 70% de lo que expresamos, lo hacemos mediante el lenguaje corporal; es decir, por medio de gestos, apariencia, postura, mirada y expresión. De aquí la importancia de cuidar la imagen y de ser coherentes y honestos, con nosotros mismos y con los demás.


El rostro de cada persona es como un mapa, en el que está marcada la historia de su vida. Lo vivido ha dejado huellas permanentes en su rostro.


Es importante desarrollar el sexto sentido, pues debemos ser confiados, pero no ingenuos ni tontos, pues, vivimos en una sociedad muy complicada y sembrada de trampas, por lo que necesitamos aprender a observar el lenguaje, las actitudes, gestos y pequeños detalles.


Es conveniente rebobinar en la noche las actitudes, gestos y palabras de las personas con las cuales nos relacionamos. Con un poco de ejercicio lograremos información importante sobre la naturaleza de las personas. No se trata de desconfiar, sino de vivir atentos a lo que ocurre en nuestro entorno, porque nos afecta de muchas formas.


La expresión corporal relajada incrementa la credibilidad del mensaje, mientras que, una expresión inhibida, rígida o nerviosa, genera duda respecto del valor del mensaje y de la sinceridad de la persona. Sin embargo, es importante saber que hay personas buenas y honestas que generan desconfianza, porque debido a sus temores y complejos viven a la defensiva; así como también existen personas muy sociables que, bajo una capa de amabilidad ocultan intenciones perversas.


La honestidad es condición para triunfar en la vida, ayuda a ver las cosas con objetividad, a juzgarlas con lógica y a resolverlas con la verdad y la justicia por delante.


Las personas expresan su honestidad o su falta de honestidad de muchas formas, sin darse cuenta de ello. Las personas siempre expresan lo que son y no importa que traten de disimular, sus vibraciones las delatan y los demás perciben las vibraciones, a veces de forma consciente y siempre de forma inconsciente. "Digas lo que digas, siempre dirás lo que eres"


La honestidad preside la vida de los verdaderos triunfadores. La razón es muy simple: Cada persona depende de la calidad de su trabajo, de la calidad de su estudio y de de la calidad de sus sentimientos. Podemos engañar a los demás, y, hasta podemos engañarnos a nosotros mismos, pero nadie puede engañar a la naturaleza, la cual, tarde o temprano hace justicia, aunque nadie se entere de cuándo, dónde ni cómo. Por esta razón no se puede construir nada duradero sobre la mentira.


Necesitamos vivir en un mundo coherente. Una de las principales misiones de nuestro cerebro es ordenar los datos que recibe, de manera que tengan sentido. En su "obsesión" por hacer que las cosas "cuadren", es frecuente que cometa errores de apreciación; es decir, que pase por alto pequeños detalles.


La libertad consiste en ser auténtico, en vivir sin temores, sin prejuicios y sin máscaras.


La gente respeta y admira a quienes son capaces de definirse, a quienes son honestos y auténticos y a quienes luchan por lo que creen y aman.


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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