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Editorial 782

 


Cada día hay más preguntas y menos respuestas

 

En la prehistoria los seres humanos se hacían pocas preguntas, por lo que necesitaban pocas respuestas. Sus preguntas estaban relacionadas con lo trascendental, con el sentido del nacimiento, de la vida y de la muerte. Hoy evadimos estas preguntas íntimas, porque generan angustia, y, en su lugar, nos hacemos miles de preguntas relacionadas con el mundo externo, con la ciencia, con el progreso, con la economía, con la política...


Los conocimientos científicos se multiplican y se expande el campo de la ciencia, pero no tenemos respuestas para el desempleo, para la pobreza, para las enfermedades mentales, para los conflictos de guerra, para el control de los terroristas y corruptos, etc.


Cada día tenemos más información. La información, en sí, es buena. El problema surge, cuando las personas son desbordadas por la información, debido a que no tienen capacidad para procesarla, ni criterios para seleccionar los datos que les conviene para aprender y progresar.


Gracias al conocimiento los seres humanos “dominamos” la naturaleza. El conocimiento significa poder y progreso, por esta razón, la verdadera competencia de la vida se da en el campo del pensamiento, las empresas compiten por tecnología de avanzada y cada día adquieren más importancia la escuela, el colegio, la universidad y la especialización.


El conocimiento por sí sólo nunca resolverá el problema humano, porque no tiene respuestas para los problemas fundamentales de la vida, si no va acompañado de la sabiduría. Por tanto, todas las respuestas de la ciencia no sirven para solucionar los problemas humanos. Hoy disponemos de conocimientos y de progreso suficiente para que en todo el mundo existiera una calidad de vida excelente, pero lo que vemos es otra cosa muy distinta: ignorancia, pobreza, violencia, injusticia y explotación


Necesitamos la sabiduría de la vida. Necesitamos respuestas que respondan a las verdaderas inquietudes y necesidades de los seres humanos. La sabiduría está relacionada con los principio, con los valores y con la experiencia; enseña el valor real de las cosas, el sentido de la vida y el arte de vivir.


No necesitamos hacernos miles de preguntas ni encontrar miles de respuestas. Tampoco necesitamos conocer los caminos que llevan a todas partes, sólo los caminos que conducen al desarrollo, al éxito, a la libertad y a la felicidad.


Ahora bien, qué preguntas debemos hacernos.


Algunas personas se hacen preguntas inteligentes, otras personas se hacen preguntas tontas y otras personas no se hacen preguntas, simplemente existen.


Como vivimos en una sociedad bastante mediocre y desorientada, es importante elegir bien los objetivos por los cuales luchar, para que no nos ocurra como a tantas personas que luchan durante toda su vida por objetivos que consideran valiosos y al final sólo les queda vacío y frustración.


Una simple mirada a la sociedad revela el fracaso y la frustración de la mayoría de las personas. Algo funciona mal. Sin duda, no se han hecho las preguntas correctas acerca del sentido de su vida o no han encontrado las respuestas para triunfar.


Lo lógico es que antes de emprender un camino tengamos una idea clara de adónde vamos, por qué vamos y qué vamos a encontrar al llegar, pero la vida de muchas personas es de todo, menos lógica.


Cada día hay más preguntas, más leyes, más proyectos y más expectativas y esperanzas de que todo va a mejorar.


La vida está hecha de ilusiones y esperanza. Todo lo que hacemos en la vida está impulsado por la esperanza de lograr cosas que consideramos importantes. La esperanza es un mecanismo que nos mantiene vivos y en acción. Aunque la cosas vayan muy mal, siempre existe la esperanza de que puede haber una solución. Y, cuando se pierde totalmente la esperanza, queda el instinto de vida.


La esperanza es fuente de energía, de alegría y de ilusión, pero la esperanza puede ser una trampa mortal, cuando las expectativas son exageradas.


La máxima que se contrapone a la esperanza es: "Tus problemas son tuyos y sólo tú puedes resolverlos" Tú eres el constructor de tu propia vida. Es por esto que no podemos andar por la vida persiguiendo fantasmas y esperando que se cumplan nuestros deseos. Somos nosotros los que tenemos que trabajar para lograr nuestros objetivos.


La esperanza puede convertirse en un recurso para evadir la realidad en lugar de luchar por hacer de la vida algo extraordinario. Visto de esta forma, la esperanza puede ser un mal, que adormece la conciencia y debilita la voluntad. Con frecuencia la esperanza convierte al hombre en niño al no dejarle que asuma el control de sus actos.


No importa lo que piensen, digan o hagan los demás. No importa cómo vayan las cosas, ni las respuestas, promesas o expectativas que ofrezca la sociedad. Nadie tiene respuestas para tus problemas. Sólo tú puedes resolver tu vida, de modo que, escribe las preguntas que debes hacerte y las respuestas que debes encontrar para triunfar y feliz.


Para comenzar, no llenes tu vida de cosas ni tu mente de necesidades; porque serás esclavo de las cosas y tendrás dificultad para valorarte como persona. Simplifica tu vida. Céntrate en cosas importantes.


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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