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Editorial 780

 


Tu única oportunidad


Entre doscientos millones de espermatozoides sólo uno ganó en carrera hacia el óvulo, ése espermatozoide fuiste tú. Sin duda eres un campeón.


Hay cosas que influyen en nosotros, sin que podamos hacer nada al respecto, tal es el caso de la familia en la que hemos nacido, la actitud, el carácter y la mentalidad de nuestros padres y maestros, la situación política, económica y social de nuestro país y del mundo, etc. Cuando llegamos a este mundo, estas situaciones ya están hechas y consolidadas e influyen en nosotros de una forma determinada. Lo importante es cómo reaccionamos a sus estímulos. En cierto modo, todos vivimos en situaciones semejantes, pero unos reaccionan de forma positiva e inteligente y toman el camino de la superación y del éxito y otros reaccionan mal y pagan las consecuencias de sus errores.


La vida es como un camino, hecho de pasos sucesivos, de pequeñas acciones y de pequeñas decisiones diarias, a través de las cuales desarrollamos la inteligencia, la experiencia, los valores, el éxito, la felicidad, o bien, el fracaso y la frustración.


Es importante tomar conciencia desde niño de la realidad de la vida y aprender a actuar de forma inteligente y positiva. A través de las acciones correctas de cada día adquirimos hábitos eficaces (leer, estudiar, pensar, reflexionar, decidir, educación, disciplina, responsabilidad, fe, amistad, etc. los cuales determinan nuestro destino.


La vida es una oportunidad que recibimos al nacer. Todo existe por una razón importante que está más allá de nuestra comprensión. El objetivo final de la vida humana es la felicidad. Todas las demás cosas son sólo medios para lograr la felicidad.


El desarrollo de la inteligencia, de la conciencia, de los valores y de la libertad, no tiene un fin en sí mismos, son sólo medios para alcanzar la felicidad. Al hablar de felicidad no nos referimos a esa felicidad que ofrece la sociedad, sino a esa felicidad que brota del interior de sí mismo, como resultado del buen funcionamiento y del desarrollo y plenitud alcanzados.


Lo expuesto nos lleva a la idea de que, de poco sirve lo que hacemos y logramos si no se traduce en una sensación interna de paz, armonía, plenitud y felicidad.


La sensación de paz, armonía y felicidad, son indicadores de que estamos haciendo bien las cosas. En caso contrario, necesitamos detenernos a reflexionar, a ver qué estamos haciendo mal, y rectificar, porque, no tienen sentido avanzar por el camino del fracaso.

Vivimos en una sociedad desorientada, agobiada por un sin fin de problemas económicos, emocionales, etc. Las estadísticas indican un incremento de las enfermedades psicosomáticas y mentales como resultado de una vida mal planificada.


Si tuviéramos varias vidas, podíamos arriesgar alguna vida, pero sólo hemos recibido una vida, una sola oportunidad para convertir nuestras ideas, proyectos y sueños en realidad. Sin embargo, la mayoría de las personas desperdician esta oportunidad. "Viven" frustradas, con la sensación de que sólo están comiendo migajas del gran banquete de la vida.


¿De quién es la culpa?
No importan de quién sea la culpa, ni de cómo sea la gente, ni cómo funciona la sociedad. Tu vida es tuya y sólo tú eres responsable de lo que haces o dejas de hacer. A final, sólo tú pagarás las consecuencias de los errores cometidos o disfrutarás el placer de los éxitos alcanzados.


Esta vida es la única oportunidad que tenemos para experimentar el éxito y la felicidad, que es lo máximo a lo que puede aspirar un ser humano. Sólo el éxito y la felicidad dan sentido y valor a nuestra existencia y hacen que haya valido la pena nacer.


Aunque en teoría, todas las personas pertenecen a la categoría de seres humanos y tienen los mismos derechos y oportunidades, en la práctica, las cosas son muy distintas. Según la Ley de selección, sólo triunfan quienes cumplen con las leyes naturales de la vida y con la ley de desarrollo personal.


Todos los días observamos casos de personas discapacitadas que, aprovechando las pocas oportunidades que les da la vida, logran cosas increíbles, mientras que, personas dotadas de capacidades sobresalientes, desaprovechas las oportunidades que les da la vida.


La diferencia está en que, unos tienen conciencia clara del valor de la vida y aprovechan las oportunidades, y otros tienen dormida su conciencia y no se enteran de lo que pierden.


Nunca es tarde para aprender y rectificar. Abre los ojos a tiempo, toma conciencia del valor de la vida y de la gran oportunidad que tienes para lograr tantas cosas maravillosas que ofrece la vida (salud, paz, amistad, conocimiento, libertad, creatividad, éxito, felicidad)


El éxito en cualquier actividad humana depende de hábitos eficaces, por tanto, comienza por capacitarte en aquellos aspectos en los que quieres triunfar. Los hábitos se graban en la mente y comienzan a actuar, desencadenando las conductas correspondientes. Si elegimos los valores de desarrollo, nos irá bien; en caso contrario surgirá el fracaso y la frustración, como advertencia de la Ley de Selección que nos invita a rectificar.


Buscar la verdad y el bien con honestidad y haz bien las cosas, consciente de que todo suma o resta, de que todo nos marca y de que nuestro desarrollo, éxito y felicidad es el resultado de muchos días y de muchos años de hacer bien las cosas.


Hay momentos en que las cosas fluyen y la vida resulta fácil y hay momentos de dificultades y de crisis en que es necesario esforzarse más.


La realidad ofrece infinidad de posibilidades pero cada persona sólo puede percibir algunas cosas o posibilidades para las cuales está programada su mente. Por ejemplo, un buen investigador ve detalles que pasan desapercibidos para las demás personas, debido a que su cerebro ha desarrollado alta sensibilidad perceptiva en ese campo.


Por tanto, los obstáculos para aprender, crecer y lograr objetivos importantes, no están fuera del ser humano sino en los límites que él mismo se pone.


Los que triunfan no son superiores a los demás, pero se diferencian en que tomaron la decisión de triunfar y fueron consecuentes con su decisión.


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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