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Editorial 777

 


No vivas a la defensiva

 

Todo comportamiento externo es el reflejo de una realidad interna. La agresividad externa es reflejo de la agresividad interna. Con frecuencia, las personas no tienen conciencia del estado de agresividad interna en que viven, porque se han acostumbrado y les parece normal.


El temor, la angustia, la frustración, etc. son situaciones internas tensas que contienen alto porcentaje de agresividad, la cual puede ser controlada, pero, cuando surge una situación externa que afecta a la persona, ésta puede perder el control que ejercía sobre su mente y dejar salir la agresividad.


Las personas que viven a la defensiva tienen conflictos internos. Los conflictos internos hacen a las personas débiles e inseguras. La inseguridad hace que se sientan amenazadas y que vivan a la defensiva. Son muy susceptibles y reaccionan de forma rápida y descontrolada cuando sienten amenazada su seguridad.


Se supone que los seres humanos consumen el 70% de su energía mental en controlar distintas formas de agresividad (provenientes de los propios instintos, temores, culpas) y de la sociedad (competencia, injusticias, críticas, etc.)


La agresividad es una conducta aprendida en el hogar. Se aprende a reaccionar de forma violenta contra los estímulos percibidos como peligrosos. Es muy importante cuidar la forma de hablar, de expresarse. A veces, los estímulos son agresivos, no tanto por el contenido en sí, sino por la forma de decir o hacer las cosas. Todo estímulo positivo genera conductas positivas y todo estímulo negativo genera conductas negativas. Con el tiempo estas conductas se convierten en habituales.


Hay que tener en cuenta que existen muchas formas de agresividad, tales como el consentimiento, la sobreprotección, la dependencia, la ignorancia, el abuso, la injusticia, la crítica, etc. Estos errores de educación pueden pasar desapercibidos pero surgen a lo largo de la vida, cuando las personas tienen dificultades.


En la raíz de toda agresividad hay mucha ignorancia, inmadurez, incapacidad, temor, rabia, complejos y frustración.


El primer paso para controlar la agresividad está en eliminar la causa. A medida que la persona se siente querida, comprendida y apoyada, comienza a ceder la tensión interna y a disminuir la agresividad y las actitudes defensivas; pero nadie puede ser querido y apoyado si no se hace querer.


Como todo comportamiento humano se rige por la Ley de Acción y Reacción, necesitamos cambiar nuestra actitud hacia los demás y los demás cambiarán su actitud hacia nosotros.


En cierta ocasión un perro entró en una casa vieja abandonada, como era muy curioso recorrió todas las estancias hasta que por fin llegó al desván. Estaba lleno de cosas viejas cubiertas de polvo y de telarañas. También había un espejo y al pasar por delante vio un perro. Se detuvo y movió la cola. El perro del espejo también movió la cola. Entonces el perro visitante ladró en señal de amistad y el perro del espejo también ladró. Al final el perro se fue diciendo: "Me agrada este lugar. Volveré otro día" Se trataba de un perro familiar muy querido.


Al rato, acertó a pasar por allí un perro callejero y al ver la puerta abierta entró. Después de curiosear por todas partes llegó al desván y al pasar por delante del espejo vio un perro igual a él. Se puso a la defensiva y ladró amenazante. El perro del espejo también ladró en actitud amenazante. Después de una réplica de ladridos decidió alejarse. Mientras se alejaba se iba diciendo: "Qué lugar más desagradable, no pienso regresar otra vez"


El perro amistoso ladró en plan de amistad y recibió un ladrido de amistad, pero el perro callejero ladró de forma amenazadora, lo que hizo que el perro del espejo también le ladrara de forma amenazadora.


La vida es como un espejo, nos devuelve nuestra propia imagen. Así como actuamos así nos va en la vida.


Si quieres hacer amigos tienes que ser buen amigo. Si quieres que te respeten tienes que respetar. Si quieres que te ayuden tienes que ayudar. Si quieres triunfar tienes que ayudar a otros a triunfar y si quieres ser feliz tienes que ayudar a otros a ser felices. Inténtalo y verás que esto es cierto.


Según la Ley de Acción y Reacción, los estímulos positivos generan respuestas positivas y los estímulos negativos generan respuestas negativas. Por tanto, las actitudes defensiva expresan (temor, desconfianza o rechazo) y generan (temor, desconfianza y rechazo) lo cual no favorece la relación humana ni el entendimiento.


En la actualidad, la mayoría de las personas viven a la defensiva, lo que indica que existen fallas importantes de autoestima y de confianza. Puesto que el éxito en la propia vida y en las relaciones humanas se basa en la confianza, necesitamos mejorar nuestras actitudes.

Las personas son educadas para el sometimiento y la supervivencia en vez de ser educadas para el desarrollo, la libertad y la excelencia. Sus esquemas mentales son pobres e inconsistentes, en consecuencia, su autoestima es baja. Esta imagen pobre de sí, hace a las personas inseguras y cobardes. Casi todas las personas viven a la defensiva. Esta situación inhibe el impulso instintivo a crecer, a aprender, a ser libre.


El rostro es la zona más expresiva de la persona. Es como un mapa en el que está escrita la historia nuestra vida. De aquí la importancia de aprender a relajar los músculos de la cara, de sonreír y de expresar paz, honestidad, alegría, seguridad, energía y éxito.


A través del entrenamiento del rostro enviamos al cerebro mensajes de paz, honestidad, alegría... y podemos condicionar nuestra mente para ser por dentro lo que expresamos por fuera.


Cuando sonríes activas lo mejor de ti y lo mejor de los demás; mientras que, una actitud defensiva activa tus peores temores y los temores de los demás, los cuales también se pondrán a la defensiva, como el perro del espejo.

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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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