Editoriales

Editorial 768

 


Actitud castradora de la sociedad


La sociedad nos condiciona para que podamos sobrevivir y de este modo no seamos una carga y a la vez nos condiciona con la ignorancia, la pobreza, la dependencia,... para que aceptemos de forma sumisa las reglas de juego de la sociedad


A través de numerosos temores la sociedad reprime la inteligencia, la iniciativa y la decisión, con el fin de que no desarrollemos una iniciativa más allá de lo que conviene a la sociedad; porque entonces, escaparíamos a su control, seríamos libres y tendríamos la conciencia y la capacidad crítica, como para descubrir, denunciar y reclamar nuestros derechos y los derechos de los demás. Esta situación originaría muchos cambios sociales y serían afectados muchos intereses y privilegios.


Los criterios sobre éxito o fracaso impuestos por la sociedad tienen como objetivo ocupar al hombre en una lucha sin descanso por el logro de poder, riqueza, fama y placer. De este modo, las personas no tienen tiempo para pensar en desarrollo ni en libertad; lo cual resultaría peligroso, pues tomarían conciencia de sus derechos y tendrían el valor de reclamarlos. Esta es la razón por la cual, los pueblos siguen ignorantes y pobres, conformándose con migajas de la vida. En realidad la gente es pobre de espíritu. El temor al fracaso y a otros muchos temores les impide evolucionar.

Al condicionar el valor del hombre a sus éxitos, le obligan a someterse a las exigencias sociales, a respetar el orden establecido y a renunciar a la propia iniciativa.


El verdadero éxito está asociado a los grandes valores, como la salud, el bien, la verdad, la calidad de vida, el desarrollo, la autoestima, la felicidad, etc. Por tanto, los mayores fracasos están asociados a los antivalores, como la enfermedad, el mal, la pobreza física y mental, etc.


La educación represiva hace que nos aferremos a formas de sentir, de pensar y de vivir establecidas, a sabiendas de que son generadoras de muchos males, y, a pesar de algunas escaramuzas de rebeldía, en el fondo somos conservadores, rígidos y opuestos a los cambios. Por eso, cuando alguien con iniciativa intenta cambiar las cosas, surgen los mecanismos de defensa: agresividad, intolerancia y autoritarismo, y las personas que no se unen para cosas importantes, se unen para echar abajo a quienes desean cambiar las cosas. Por esta razón la sociedad carece de líderes y los pocos líderes que existen se debe a que han luchado como leones contra toda adversidad.


La primera castración se produce en la familia, en donde los padres, en vez de estimular los mecanismos de desarrollo, como son la espontaneidad, la creatividad y la libertad, más bien los reprimen, con el pretexto de que los hijos deben "adaptarse" y "someterse" a las normas establecidas por la sociedad. Los padres lo hacen con todo el amor del mundo, sin percatarse de que están castrando la inteligencia y la personalidad de sus hijos, condenándolos a ser inseguros, cobardes y mediocres por el resto de su vida. Los padres no tienen conciencia de su error debido a que fueron programados en su infancia para ser los represores de sus propios hijos. De esta forma la sociedad se asegura el control sobre las futuras generaciones.

La segunda castración se produce en la escuela, a través de métodos obsoletos y de una disciplina coercitiva. Se trata de una enseñanza abocada de forma exclusiva al desarrollo de personas "robots" que encajen en el mercado laboral competitivo; sin preocuparse por el desarrollo de lo que es fundamental (la capacidad crítica, la personalidad, la creatividad, el liderazgo y los sentimientos)

La mayoría de los problemas que aquejan a la sociedad se deben al fracaso de la familia y de la escuela. Como es lógico, esta sociedad frustrada continúa castrando a las personas de muchas formas:
A través de una competencia despiadada que deja pocas oportunidades, sobre todo a las personas menos capacitadas.
A través de la falta de trabajo cono todo lo que eso conlleva.
A través de la agresividad que hiere a las personas con demasiada frecuencia.
A través de la desconfianza que obliga a las personas a encerrarse en sí mismas.
A través de la incertidumbre que genera angustia y preocupación.
Un matrimonio mal llevado es una forma de castración para los cónyuges y para los hijos.
Una empresa en la que no fluyen las relaciones y en la que los empleados viven presionados, es un centro de castración.
Existen miles de formas de castración de las cuales no nos enteramos porque se han hecho tan habituales que nos parecen normales.

Son muchas las cosas que se pueden castrar en el ser humano (la inteligencia, la fe, la ilusión, la esperanza, la paz, el amor, la auto estima, la libertad, la iniciativa, el éxito, la felicidad, etc. Por lo cual, es importante abrir los ojos a tiempo, porque si nos dejamos castrar en alguno de estos aspectos, luego no podremos reaccionar, porque el primer efecto de la castración es la alienación, es decir, la pérdida de la conciencia de nuestra propia realidad.


Da dolor observar tantas personas castradas o mutiladas de la inteligencia, del amor, de la libertad y de la felicidad.


Ladrón de sueños


Hace tiempo, un señor narró la siguiente historia a un grupo de estudiantes.


"Había una vez un muchacho, hijo de un entrenador de caballos. El padre del muchacho era pobre y contaba con apenas unos pocos recursos para mantener a su familia y mandar al muchacho a la escuela. Una mañana el profesor pidió a sus alumnos que escribieran la meta que querían alcanzar cuando fueran adultos.


El hijo del entrenador de caballos escribió esa noche una composición de siete páginas, en la que describía su meta. Escribió su sueño con mucho detalle y hasta dibujó un plano de todo el proyecto: El rancho, la ganadería, el terreno y la casa en la que quería vivir; en fin, puso todo su corazón en el proyecto y al día siguiente lo entregó al profesor.


Dos días después, recibió de vuelta su trabajo reprobado, y con una nota que decía: Venga a verme después de clases. El chico del sueño fue a ver a su profesor y le preguntó: ¿Por qué me ha suspendido?


El profesor le dijo: Es un sueño poco realista para un chico como tú. No tienes recursos; vienes de una familia pobre. Para tener lo que quieres hacen falta muchas cosas y además mucho dinero.


Tienes que comprar el terreno, pagar los caballos y después tendrás muchos gastos de mantenimiento. No podrías hacerlo de ninguna manera. A continuación el profesor agregó: Si vuelves a hacer el trabajo con objetivos más realistas, reconsideraré tu nota.


El chico volvió a su casa y pensó mucho. También le preguntó a su padre sobre qué debía hacer. éste le respondió: "Mira hijo, tienes que decidir por ti mismo; de todos modos, creo que es una decisión importante para ti"


Finalmente, después de reflexionar durante una semana, el chico entregó el mismo trabajo, sin hacer cambio alguno. Le dijo al profesor: "Usted puede quedarse con mi mala nota, yo me quedaré con mi sueño"


Al concluir esta historia, el hombre miro a los niños y les dijo: "Les cuento esta historia porque es mi historia. Aquí estamos en medio de la casa de mis sueños, dentro del rancho que me propuse conseguir, porque esa era la meta de mi vida. Aún conservo aquella tarea del colegio enmarcada sobre la chimenea.


Luego agregó: Lo mejor de la historia es que hace dos años, ese mismo profesor trajo a treinta chicos a visitar mi rancho, y al irse el profesor me dijo: "Mira, ahora puedo decírtelo. Cuando era tu profesor era una especie de ladrón de sueños. Durante estos años, robé un montón de sueños a los niños. Por suerte tuviste la suficiente fortaleza para no abandonar tu sueño.


Hay muchos ladrones de sueños por todas partes. No dejes que nadie te robe tus sueños, ni tampoco les robes a otros los sueños que tienen.


Dichosas las personas que saben soñar, que tienen ilusión, fe y esperanza y persiguen sus sueños sin desmayar. Vivimos en una sociedad de personas débiles que claudican a la primera de cambio. Hoy, más que nunca, necesitamos asirnos a nuestros sueños porque son el único timón para enrumbarnos en la vida.


El ser humano puede fracasar en muchas cosas, pero no puede tener un fracaso que signifique la quiebra de sí mismo o de su familia, porque estos fracasos no se compensan con nada.


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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