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Editorial 766

 


Cuida tus sentimientos y emociones

 

La afectividad es la base de la vida psíquica. La afectividad abarca todas las reacciones de carácter emocional. Nace del inconsciente, del instinto de supervivencia. La afectividad nos hace humanos, nos hace sensibles a las cosas y nos impulsa a reaccionar según las circunstancias con el fin de adaptarnos a la realidad. Impulsa al ser humano, a salir de sí mismo, del egoísmo y de la soledad para relacionarse con las personas, aprender y crecer


La afectividad reside en el Niño. De ella nace el amor, las emociones, la creatividad, la motivación y la alegría de vivir, así como el temor, la angustia, la rabia, la frustración y el estrés.

Para desarrollar la afectividad positiva y sentimientos agradables es necesario desarrollar una filosofía positiva y alegre de la vida y programarse constantemente para el éxito y la felicidad. Es fundamental desarrollar buenos principios y valores y fortalecer la autoestima.

El ser humano percibe el mundo de acuerdo a sus conocimientos y experiencias pero, sobre todo, de acuerdo a su estado emocional (Niño). Las personas emocionalmente equilibradas y sanas, perciben el mundo en positivo, piensan, sienten y actúan en positivo, en consecuencia les va bien, lo cual incrementa su autoestima y fortalece su estado emocional; mientras que, las personas con problemas emocionales (baja autoestima, temor,...) se sienten inseguras y perciben la vida como peligrosa y difícil, por lo cual, viven a la defensiva. Como es lógico, les irá mal y cada día se deteriora su estado emocional.

La función de los sentimientos es estimularnos a la acción para lograr lo que nos resulta agradable o rechazar lo que resulta desagradable. A través de esta conducta protegemos nuestro equilibrio mental y satisfacemos nuestras necesidades fundamentales (alimento, seguridad, respeto, adaptación, desarrollo, etc.)


La satisfacción de las necesidades es indispensable para la salud y el equilibrio emocional. La satisfacción produce seguridad, bienestar, alegría y motivación; mientras que, las carencias, la insatisfacción habitual genera angustia y frustración, lo cual activa los peores sentimientos y las peores conductas.

Cuando las personas se sienten seguras porque las cosas van bien, viven en un estado de ánimo constante y tienen sentimientos de baja intensidad, pero, cuando ocurre una situación que puede poner en riesgo lo que se relaciona con sus intereses reaccionan de forma intensa. Esta reacción intensa se conoce como emoción.

Las emociones son reacciones instintivas intensas. Son un mecanismo de supervivencia. Nacen del instinto de conservación y aparecen cuando la persona percibe algo que pudiera causarle un daño grave. Pero, además, las emociones son la fuerza que impulsa el desarrollo y la evolución humana. Toda acción humana se inicia con una emoción positiva o negativa y termina con una emoción positiva o negativa.

Las personas cuya vida está cargada de emociones fuertes suelen ser inmaduras.


Muchas personas creen, erróneamente, que hay que vivir la vida intensamente y para ello es necesario tener emociones fuertes. Quienes buscan emociones fuertes tratan de compensar alguna forma de frustración. Creen que enfrentándose a retos pueden demostrar a los demás y a sí mismos su valor. El verdadero valor está en asumir las responsabilidades de cada día. El que se siente valioso no necesita demostrar su valor.

El hecho de que cada persona tenga una forma particular de reaccionar afectivamente se debe a las experiencias afectivas profundas vividas en la primera infancia. Si el niño es querido se siente seguro, tiende a ver los aspectos positivos de las personas y de la vida y a reaccionar de forma positiva. Como es lógico, le irá bien. Si el niño no se siente querido sufrirá de temores, angustia e inseguridad, vivirá a la defensiva y reaccionará de forma impulsiva. Como es lógico, le irá mal.

Lo importante es que estas experiencias afectivas de la infancia tienden a convertirse en patrón de toda experiencia afectiva posterior y, aunque aparentemente estos sucesos de la infancia tienden a olvidarse, quedan en el subconsciente desde donde actúan de forma compulsiva sobre el Adulto durante toda la vida, determinando nuestra forma de percibir el mundo, de sentir los acontecimientos y de reaccionar.


Es como un chip que nos introdujeron en la mente en la infancia, el cual se activa constantemente y nos hace sentir lo mismo que sentíamos cuando éramos niños. Por tanto, es en el subconsciente donde hay que buscar los verdaderos motivos de la conducta humana, las causas de nuestras emociones y de las reacciones.

Sin embargo, en el ser humano no existe el determinismo. El ser humano es inteligente y libre y puede rectificar. Existen métodos efectivos para programar la mente y controlar las emociones.

Otro factor que influye en la intensidad de las emociones es la seguridad que tienen las personas en sí mismas. Las personas seguras tienen estructuras mentales sólidas lo cual les permite controlar mejor las situaciones. Al sentirse seguras los problemas revisten menos peligro y las reacciones emocionales son más débiles. La seguridad les permite racionalizary desdramatizar los hechos. De aquí la importancia de ser lo más autosuficiente posible, prever los eventos y estar preparado para...

Las personas inseguras y dependientes carecen de respuestas rápidas y eficaces, por lo cual, cualquier situación puede convertirse en peligrosa y desencadenar emociones intensas.


Por ejemplo: Ante un problema legal, un abogado no se alarma porque tiene herramientas para defenderse, pero una persona de a pie sí se alarma.


Si un cazador de serpientes se encuentra sorpresivamente en una habitación con una serpiente cascabel que le cierra el paso y amenaza con atacarle, lejos de asustarse se alegrará, porque para él es un reto que puede resolver de forma exitosa. Pero si te ocurre a tí , la emoción de terror será intensa porque no tienes respuesta.


Cada persona percibe el mundo a través de su actitud mental. Si tus ideas y sentimientos son positivos entonces sintonizarás con lo positivo de las personas y de la vida; tendrás el poder de atraer todo lo bueno hacia ti y el mundo te resultará un lugar agradable, lleno de oportunidades para triunfar y ser feliz; pero si tu actitud mental es negativa entonces, sólo podrás percibir y atraer hacía ti, lo negativo de las personas y de la vida y el mundo será para ti un lugar desagradable. En cierta forma, cada persona construye su mundo y le va como merece que le vaya.


La programación de la mente y el control de los sentimientos es la clave del éxito. Es fundamental cultivar una actitud positiva, programarse para el éxito y la felicidad, desarrollar principios y valores correctos y tener control sobre la propia vida. Al final, cada persona puede decidir cómo sentirse.


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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