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Editorial 748

 


Encuentra tu propio Yo


"Busco, yo no sé que busco,
creo que es un rostro que una vez perdí.
Siento, siento una nostalgia
de algo que me falta desde que nací"


Son versos de una canción que describe exactamente lo que nos ocurre a los seres humanos. Desde niños buscamos algo que sentimos que nos falta. Buscamos cosas, juguetes, amigos, riqueza, éxitos, amor, felicidad, pero nada nos llena, siempre queda un vacío que nada ni nadie puede llenar. El avaro necesita más dinero, el autoritario más poder, y el libertino más placer. "Señor nos hiciste para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti" San Agustín


El temor, la incertidumbre y la angustia existencial son compañeros inseparables de camino. Las personas tratan de acallar estos sentimientos de muchas formas, pero el intento resulta inútil, porque estos sentimientos forman parte de nosotros, viven pegados a nosotros y nos acompañan a donde quiera que vamos.
"Busco, yo no sé que busco,
creo que es un rostro que una vez perdí.
Siento, siento una nostalgia
de algo que me falta desde que nací"


Al nacer dejamos el vientre materno y entramos en un mundo extraño y hostil. Somos educados por unos padres que nunca hicieron un curso de psicología ni de pedagogía. Nos aman a su modo y nos transmiten, sin saberlo, infinidad de traumas, temores y complejos que subyacen en el subconsciente colectivo desde tiempos inmemoriales.


Pasan los años y en cada adulto se oculta un niño temeroso e inseguro, en busca de amor, de seguridad y del sentido de la vida.


Los seres humanos somos esencialmente buenos, pero los temores que nos grabaron en la infancia nos han hecho inseguros, egoístas y agresivos.


Tenemos conciencia de que el camino correcto es el de la verdad y el bien. Queremos superarnos, ser honestos y buenas personas, pero la programación mental recibida en la infancia y los errores cometidos en la vida pesan mucho, por lo que, al final todo queda en buenos deseos.


Tenemos que aceptar que las personas están alienadas. La palabra alienación procede de la etimología latina "alienare" Significa "extranjero", "extraño", "ajeno" En este caso significa "pérdida de la propia identidad"


La alienación consiste en destruir la personalidad de un individuo o de una sociedad, en privar a alguien de la conciencia, de la capacidad crítica, del sentido de la realidad.


El ser humano posee una conciencia psicológica que es la capacidad de percibirse a sí mismo como ser único, independiente y con características propias, y de percibir el mundo que le rodea y los hechos que ocurren en él. También posee una conciencia moral que le faculta para juzgar el valor moral de las conductas; es decir, si son buenas o malas. La conciencia moral presupone la conciencia psicológica; es decir la capacidad de razonar y comprender.

En términos generales la sociedad es mediocre y está bastante alienada, por lo que su conciencia psicológica y moral están muy limitada. En estas circunstancias resulta difícil sintonizar con el propio Yo, pero es nuestra tarea ineludible, pues, como dice el poeta Rilke: "El único viaje auténtico es hacia dentro de cada uno de nosotros y es necesario afrontar y vivir las preguntas ahora, aquí, y en este momento"
El camino es largo, por lo que "No encontrarás los confines del alma ni aun recorriendo todos los caminos; tal es su profundidad" Heráclito


Muchas personas pasan toda la vida buscando su propio Yo. Ese Yo bueno que un día salió de las manos de Dios y luego se extravió en los vericuetos de la vida. La vida es un viaje hacia el encuentro del propio Yo, hacia el lugar de donde un día partimos, hacia la casa del Padre. No se trata de un camino físico, se trata de un camino espiritual en el que se avanza a través de la superación intelectual, afectiva, moral y espiritual.


La incertidumbre y la angustia existencial afecta mucho a las personas poco evolucionadas y fracasadas, porque se sienten perdidas, sin camino y sin destino. Afecta menos a las personas evolucionadas, porque tienen mayor autoconciencia y están más identificadas con su Yo. Saben que están en el camino correcto y que sus buenas acciones de cada día se convierten en pasos que les llevan al encuentro de su Yo, de ese Yo, (Dios) que les está esperando con los brazos abiertos, como espera una madre a sus hijos cuando regresan de un largo viaje.


En medio de la confusión social en que vivimos, todos, sin excepción, estamos buscando el camino hacia el encuentro de nuestro propio Yo. Unos lo hacen de forma consciente y otros por instinto, pero la plegaria profunda de todos los seres humanos es la misma:

"Busco, yo no sé que busco,
creo que es un rostro que una vez perdí.
Siento, siento una nostalgia
de algo que me falta desde que nací"


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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