Editoriales

Editorial 726

 


No te culpes por lo que has hecho mal en la vida

 

A través de lo que hacemos buscamos el placer, el éxito y la felicidad. Nadie en su sano juicio busca el dolor, el fracaso, la muerte, ni el mal; sin embargo, existen personas que por diversas razones psicológicas actúan en contra de sí mismas.

Todos hemos cometido muchos errores a lo largo de nuestra vida, por ignorancia, por egoísmo, pereza, envidia, y por otras muchas razones. Cuando hacemos algo, buscamos aquello que consideramos es bueno para nosotros. Podemos estar equivocados, pero esa es la intención.


Con los años y con la experiencia, nos damos cuenta de que en muchas ocasiones nos equivocamos, y surgen las culpas y los lamentos: Si hubiera sabido, si me hubieran dicho, si hubiera... pero, como dice el refrán: "Agua pasada no mueve el molino" Es bueno pensar que las cosas pudieron haber sido peores.


Lo cierto es que no podemos regresar al pasado para enmendar las cosas. Cada momento es único y sólo puede ser analizado en sus circunstancias concretas. Lo que sí podemos hacer es aprender de los errores y utilizar la experiencia para hacernos más sabios y más fuertes.


La sociedad, padres y maestros utilizan la crítica y la culpa para controlar, en la creencia de que, si hieren nuestros sentimientos y nos cargan con la culpa, vamos a reaccionar de forma positiva, lo cual es contradictorio, pues, nunca los estímulos negativos generan respuestas positivas. La crítica y la culpa hacen a las personas tímidas, inseguras, cobardes o rebeldes y resentidas.

Con el tiempo, internalizamos estas programaciones y se convierten en una especie de chip que se activa cada vez que cometemos algún error. Hoy son demasiadas las enfermedades mentales causadas por sentimientos de culpa y remordimiento. Necesitamos aceptar que somos imperfectos, ignorantes, egoístas y débiles, y que cometeremos muchos errores hasta el final de nuestra vida.


Necesitamos aceptarnos como somos y perdonarnos, porque, por encima de nuestros defectos y errores, lo importante es el deseo de hacer bien las cosas y de ser buenas personas.


Los seres humanos podemos controlar nuestras intenciones, pero no podemos controlar los resultados. Cuántas veces ponemos la mejor voluntad y sin embargo fracasamos.


Los seres humanos tenemos lo necesario para triunfar y ser felices, pero muchas personas viven bloqueadas por sentimientos de culpa. El chip de la culpa adquiere muchas formas y su objetivo es reprimir y controlar a la persona. Se activa cada vez que la persona busca aprender, crecer, ser libre y feliz.


Todas las personas quieren ser felices, sin embargo, tienen un temor inconsciente a ser felices. ¿Cuál es la causa?


Se nos enseñó que debíamos ser perfectos, que no podíamos cometer errores, que...que...


Han pasado los años, pero esas grabaciones están ahí, recordándonos que no podemos ser felices, porque hemos cometido muchos errores a lo largo de la vida y porque seguimos teniendo defectos, por lo cual, nos está prohibido ser felices.


Los seres humanos tenemos miles de razones para ser felices, pero buscamos miles de razones para no ser felices. Siempre hay un temor, una preocupación, un pero, una nube en el horizonte, una preocupación por el futuro,...


¿Por qué la mayoría de las personas buscan la felicidad y a la vez la evitan inconscientemente?


Simplemente porque quebrantarían el tabú (la prohibición) lo cual está absolutamente prohibido.


Las personas evitan ser felices de muchas formas:


- Alimentando una filosofía negativa de la vida, según la cual todo es difícil.


- No valorando lo que son y tienen, lo cual genera un sentimiento de pobreza interna.


- Envidiando lo que tienen los demás, lo cual causa frustración.


- Postergando la felicidad para después, para cuando tenga; es decir, para nunca.


- Sintiéndose culpable por cosas que ya pasaron.


- Angustiándose por el futuro.


- Cayendo en la trampa de la excesiva responsabilidad.


- Comparándose con los demás.


- Los numerosos temores son también formas de prohibir la felicidad.


- Los principios y valores deberían servirnos de guía y fortaleza, pero un enfoque erróneo de los mismos genera temor, culpa y remordimiento.


- Estas y otras conductas son una forma de excusa para no ser feliz.


La culpa y el remordimiento están justificados cuando quebrantamos algún principio. En este caso se trata de un mecanismo que tiene la conciencia para advertirnos de que estamos actuando mal y así rectificar. El problema surge cuando nos sentimos culpables por errores normales e inevitables. Es malo ser libertino pero también es malo ser perfeccionista.


El ser humano posee dos conciencias. Una formada en base a principios religiosos, morales y sociales, impuestos por la “sociedad” a través de la educación, con el fin de controlar a través del temor. Hay que entender que, para controlar al hombre prehistórico fue necesario imponerle tabúes y normas muy exigentes, pero los tiempos han cambiado. Esta conciencia ha traumatizado al ser humano a lo largo de la historia y ha sido y sigue siendo causa de angustia, neurosis y sufrimiento; sin embargo, debemos reconocer en su favor, que también nos ha ayudado a controlar los instintos, a sobrevivir, a convivir y a evolucionar.

La otra conciencia es una voz íntima, amiga y bondadosa que nos ama, ilumina, aconseja, orienta y anima a trabajar en nuestro desarrollo. Cuando seguimos su dictamen nos sentimos bien, no tanto por ser fieles a su ley, cuanto por hacer algo a favor de nuestro desarrollo o en beneficio de los demás. Y cuando la desobedecemos, no sentimos miedo sino tristeza y dolor, por habernos traicionado a nosotros mismos.


Libérate de la conciencia vieja y aprende a escuchar tu voz interior, la voz de tu conciencia íntima.



Recomienda Este Editorial
 
    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

comments powered by Disqus