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Editorial 716

 


Comparte tu felicidad

 

Lo más grande que puede ocurrirle a una persona es ser feliz. Desde que nacemos buscamos la libertad y la felicidad. La libertad hace que no dependamos de nadie y de esta forma evitar que nos puedan causar daño y la felicidad significa la satisfacción plena de nuestras necesidades y anhelos.


Ahora bien, la libertad y la felicidad son objetivos difíciles de alcanzar, por esta razón, existen tantas personas sometidas e infelices.


Los seres humanos tenemos ideas muy pobres sobre la felicidad, por esta razón nos conformamos con migajas del banquete de la vida.


Para alcanzar la felicidad es necesario conocer el camino que conduce a ella. Muchas personas, por tener conceptos erróneos sobre la felicidad, eligen caminos equivocados y se pasan la vida esperando la felicidad que nunca llegará. No podemos postergar la libertad, debemos ser felices todos los días, disfrutando de los bienes que la vida nos ofrece.


Lo que más atenta contra la felicidad es el egoísmo y la soberbia. El egoísmo nos lleva a ambicionar todo, y, ante la imposibilidad de satisfacer la avaricia, nos sentimos frustrados, y la soberbia nos lleva a querer ser superiores a todos y como esto es imposible, nos sentimos frustrados.


Somos tan egoístas que, hasta nos duele obsequiar afecto y felicidad. Ignoramos que es lo mismo dar y recibir, porque el universo fluye de esa manera; de modo que, necesitamos aprender a dar todo aquello que buscamos recibir. Quiere decir: si lo que busca es amor, tienes que dar amor; si lo que busco es prosperidad, tienes que ayudar a otros a que sean prósperos. Si lo que busco es amistad, tienes que dar amistad. Da todo lo que puedas mientras estás vivo, porque luego será tarde.


Llama la atención que las personas pobres, que por tener, no tienen nada, comparten su pobreza con alegría y generosidad, mientras que las personas pudientes se resisten a dar y a compartir.
No se trata de dar cosas, sino de dar lo más valioso de sí, como son: El saber, la verdad, el amor, la comprensión... pero nadie puede dar estos dones a los demás si no los posee, y nadie los posee si no los cultiva.


"Poco das si das de lo que tienes, mucho das cuando das de ti mismo" Khalil Gibrán
El mundo está falto de muchas cosas, sobre todo, de afecto, de comprensión, de tolerancia y de amistad, por eso hay tantas caras tristes y tantas vidas vacías.


Es muy fácil llevar felicidad a los demás. Un saludo, una sonrisa o una mirada amable, pueden alegrar el día de muchas personas que están acostumbradas a que nadie se fije en ellas ni les de importancia. De esta forma puedes poner a circular la alegría, la riqueza y la prosperidad, en tu vida y en la vida de los demás. El mejor regalo que puedes dar a los demás es vibrar en positivo y desearles el bien y la felicidad.


Las semillas que guarda el campesino no fructifican, sólo fructifican las que lanza a la tierra como siembra de esperanza; de forma similar, las ideas, el afecto y la felicidad que compartimos fructifican en cosecha abundante. Desgraciadamente la gente no ha entendido que para cosechar amor hay que sembrar amor y para cosechar felicidad hay que sembrar felicidad. Nos cuesta mucho ser generosos.


Hace poco me impresionó un programa de televisión. En el reportaje presentaron varias entrevistas realizadas a enfermos terminales. Ninguno se lamentaba de no haber sido rico, poderoso o famoso; sin embargo, todos se lamentaban de no haber sido mejor persona, de no haber ayudado más y de no haber amado más. Tal vez aquí está el secreto de la felicidad.


"La verdadera sabiduría consiste en poder ser felices en el mundo tal como es, sin pretender acomodarlo como a nosotros nos gustaría que fuera. Tu paz interior y tu felicidad dependen de aceptar que no puedes elegir lo que crees que debería ser, pero que sí puedes escoger como quieres ver lo que ya tienes"

"Soñé que la vida era placer.
Desperté y vi que la vida era servicio.
Serví y comprendí
que el servicio era felicidad"
" Rabindranath Tagore " Poeta y filósofo hindú, Premio Nobel de Literatura 1913


Cada vez que te encuentre con alguien, deséale de corazón que sea feliz y que le vaya bien. Dile "Te deseo que seas feliz" No sentirá tu voz, pero tal vez sienta en su corazón que alguien le ama. Si queremos cambiar y si queremos que cambie el mundo, tenemos que comenzar por compartir la felicidad que aún nos queda.


Toma un poco de la felicidad que tienes y úsala con con tu familia, con los amigos, en la calle y en el trabajo. Tal vez es lo más importante que puedes hacer en la vida.


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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