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Editorial 714

 


Qué éxpresan el nerviosismo, la angustia...


Así como la fiebre es la manifestación de una enfermedad producida por virus o bacterias, el nerviosismo es la expresión de tensión, miedo, angustia o estrés. Surge cuando las personas se encuentran en situaciones difíciles que pueden llevarles a un fracaso importante. En estos casos el problema no es el nerviosismo sino las causas que lo producen.

Las personas no sufren de nerviosismo cuando se sienten capaces y seguras. El nerviosismo aparece cuando las personas dudan de su capacidad para resolver ciertas situaciones difíciles que amenazan su seguridad. El nerviosismo será mayor cuanto mayor sea el riesgo y las consecuencias que de él se derivan.


Hay personas que sólo se ponen nerviosas en situaciones muy especiales, otras se ponen nerviosas con frecuencia y otras de forma habitual.

Así como la fiebre indica que existe una lucha del cuerpo por vencer a los microbios o bacterias que lo han invadido y amenazan su salud o su vida, así el nerviosismo es un mecanismo de defensa, indica que existe una lucha en la mente de la persona para liberarse de lo que amenaza el equilibrio mental. El nerviosismo es una reacción de defensa. Es una guerra de tipo emocional que supone un gasto inmenso de energía. Por esta razón las personas nerviosas suelen sentirse habitualmente cansadas.


Los seres humanos vivimos en tensión permanente, debido a la cantidad de problemas que tenemos que solucionar. Se trata de una tensión mental que pasa desapercibida, de la que sólo tomamos conciencia cuando las cosas se ponen difíciles. Se supone que gastamos el 70% de nuestra energía mental en controlar los instintos, los temores, etc.


Imagina lo creativos y productivos que seríamos si en vez de gastar la energía mental en guerras inútiles, la invirtiéramos en desarrollo y productividad. De aquí la importancia de mejorar la autoestima, de capacitarse y de tomar el control de la vida, del trabajo, de las emociones, etc.


La paz personal, la paz social y la paz mundial son señal de que las cosas funcionan bien, de que las personas logran sus objetivos y se sienten satisfechas; mientras que, las crisis y las guerras son la consecuencia del fracaso de las personas, del fracaso de la sociedad y del fracaso de los países.


El problema no son las crisis ni las guerras. El problema son las causas que las generan (ignorancia, egoísmo, injusticia, pobreza y frustración)


Las crisis y las guerras son mecanismos de defensa que surgen como última solución a una situación que se hace insostenible. Obligan a reaccionar y evitan la destrucción final. Como es lógico, en este ajuste mueren muchas personas y muchas cosas, pero dadas las circunstancias, es la única forma de renovarse y sobrevivir.


Hasta cierto modo, es lógico que las personas se pongan nerviosas ante situaciones de riesgo, pero observamos que son demasiadas las personas que viven nerviosas de forma habitual, lo cual indica que existen problemas, temor, angustia e inseguridad.


Como la sociedad es muy competitiva y vive a la defensiva, no podemos dar señales de debilidad, pues la gente tiende a invadir el espacio físico y mental de las personas débiles. El nerviosismo es una señal de debilidad que nos hace vulnerables.


El nerviosismo hace que perdamos el control en momentos claves y que fracasemos a pesar de estar capacitados. Con frecuencia, el nerviosismo se debe a ideas errónes sobre ciertos aspectos de la vida, tales como el éxito, el fracaso, el qué dirán, etc. De aquí la importancia de mejorar la autoestima, de rectificar criterios y de romper paradigmas.


Ahora bien, el nerviosismo es algo que no se puede ocultar, lo expresamos en los gestos, en la mirada, en la voz y en todo lo que hacemos, por lo que debemos ir a la raíz del problema. Se trata de fortalecer la autoestima, la personalidad y el liderazgo.


Existen personas buenas y capacitadas que sufren de nerviosismo, aparentemente sin razón. Ocurre que tienen grabadas en el subconsciente programaciones negativas, sobre todo de tipo emocional, que generan angustia y temor. La única forma de controlarlas es desarrollar la autoestima y adquirir una visión positiva de la vida.


Existen también personas que valen muy poco en todos los aspectos; sin embargo, no sufren de angustia, de temor ni de nerviosismo. Se trata de personas que no tienen conciencia de las cosas, no tienen nada que perder, por lo cual, no les importa lo que ocurra, en consecuencia, no tienen por qué estar nerviosas.

Cuando veas una persona que actúa de forma nerviosa, puedes estar seguro de que tiene problemas que le angustian. La impulsividad, la hiperactividad, la angustia, la prisa y la falta de paciencia, son formas de nerviosismo que indican que hay problemas. Las personas nerviosas son dispersas, poco creativas y poco productivas.

En algunos niños el nerviosismo suele aparecer como síntoma de un trastorno por déficit de atención con hiperactividad ( ADHD ). Estos niños tienen problemas de concentración, de aprendizaje y de adaptación.


Los padres deben prestar atención a sus hijos. Cuando los hijos actúan de forma nerviosa o cuando se inhiben, algo anda mal. Los problemas no resueltos a tiempo tienden a complicarse y a dejar secuelas. Como las secuelas son psíquicas pasan desapercibidas. Los seres humanos cargamos con un sin fin de secuelas negativas que merman nuestras posibilidades de éxito y de felicidad.


Como la paz es señal de salud y el nerviosismo es síntoma de enfermedad, necesitamos aprender a ser pacíficos, amistosos, conformes, de diálogo y felices. Es la mejor forma de controlar las emociones negativas, de superar el nerviosismo, de ahorrar energía mental y de ser más exitosos.
Las personas que funcionan bien son tranquilas, activas, fluidas y eficaces. Tienen todo bajo control y expresan poder y seguridad, lo cual les da ventaja sobre las demás personas.


El nerviosismo se contagia. Como vivimos en una sociedad nerviosa y estresada, convertida en un río inmenso que arrastra todo a su paso, es importante tener control sobre las propias ideas, sentimientos y acciones. Es importante mantener cierta distancia mental, respecto de las personas, de las ideas y de los convencionalismos sociales, con el fin de juzgar con objetividad, mantener la independencia y no quedar atrapados en la dinámica de la sociedad.


Lo más valioso que puedes hacer por ti mismo, por las personas que te rodean y por la sociedad, es ser una persona que exprese paz y felicidad. Dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás; es la única manera de influir. Albert Einstein


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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