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Editorial 708

 


Capitaliza tus fracasos


Hace muchos años llegó a Caracas el representante de una empresa japonesa. La empresa se comprometía a recoger la basura de la ciudad de forma gratuita. La noticia causó alegría, pues, por fin, la basura dejaría de ser un problema, pero la alegría duró poco. Cuando el representante japonés explicó que la intención de la empresa era reciclar la basura, la gente del gobierno echó cuentas y comprendió que la empresa obtendría ganancias multimillonarias comercializando la basura de la ciudad. Hasta aquí llegaron las conversaciones. Desde entonces, a pesar de los grandes presupuestos que se invierten en la recolección de basura, el servicio es deficiente.

La falta de inteligencia, la envidia y el egoísmo, hicieron que, la basura que podía ser fuente de riqueza, de puestos de trabajo y de higiene, se convirtiera en un problema económico y de salud social.


Nuestros errores y fracasos son como la basura de la ciudad, pueden convertirse en un problema serio si no sabemos manejarlos con inteligencia o pueden ser fuente de experiencia y de aprendizaje que nos capacite para éxitos futuros. De aquí la importancia de ver los errores y fracasos como una oportunidad para tomar conciencia de las cosas y corregir las causas que nos llevan a fracasar.


Las personas funcionamos por hábitos y rutinas. Todos los días repetimos las mismas conductas, en vez de reflexionar y de entrenarnos para ser más fluidos y eficaces.


Nadie quiere fracasar, pero los fracasos son inevitables y necesarios. Nos hacen humildes, reflexivos, prudentes y fuertes y nos obligan a renovarnos. Si analizas tu vida, encontrarás que la oposición que te han hecho las personas y las dificultades que has encontrado en el camino, te han obligado a superarte y han contribuido en gran medida a lo que hoy eres. De modo que, no consideres los fracasos ni la oposición de las personas como enemigos de tu desarrollo, sino como estímulos que te ayudan a crecer.


Cuando fracases, cuando te engañen o cuando te traicionen, no busques excusas ni culpables, piensa: ¿En qué me he equivocado? ¿Qué he hecho mal? y encuentra en ti la razón de tus errores y de tus fracasos. Sabes como son las personas.

 

Las personas no son malas, pero son impredecibles. A partir de esta realidad ya sabes cómo tienes que actuar en cada situación. Necesitas vivir atento y controlar tu vida, de lo contrario, los demás te impondrán las pautas a seguir.

La vida es competencia, por lo que, necesitas aprender a defender tu espacio físico y mental. Antiguamente se defendía con la fuerza, hoy se defiende con autoestima y capacitación.


Una forma de capitalizar los errores es comenzar por conocerte a ti mismo, pues, la raíz de nuestros problemas está en el manejo inadecuado de nuestras ideas y de nuestros sentimientos. También necesitamos conocer cómo son y cómo funcionan las personas, para saber a qué atenernos en cada caso. Lo cual supone un conocimiento teórico y práctico de la estructura de la mente humana. No se trata de grandes estudios de psicología, sino de conocer la estructura fundamental de la mente humana, a partir de la cual se pueden analizar y comprender todos los comportamientos humanos.


Lo que lleva a la desgracia y a la miseria no son los fracasos en sí, sino la forma inadecuada de reaccionar ante ellos.


Los grandes triunfadores


Las personas creen que los grandes triunfadores, tuvieron las cosas fáciles, pero no es así. Si lees su biografía, comprobarás que casi todos tuvieron grandes fracasos, pero nunca se dieron por vencidos.


Edison fue despedido de la escuela por incapaz, pero su madre que era maestra le ayudó a salir adelante. Patentó cerca de mil inventos, entre ellos la luz eléctrica, de cuyo invento se dice que tuvo unos cinco mil intentos fallidos. Un reportero de la época le pregunto “¿Cómo se siente haber fracasado tantas veces?” La famosa respuesta fue: “Yo no fracasé cinco mil veces, más bien descubrí cinco mil formas sobre cómo no funciona...”


Albert Einstein tuvo dificultades para hablar, se demoro hasta los 4 años de edad y aprendió a leer recién a los 7 años de edad. Se pensó que podría ser un discapacitado mental. Uno de sus profesores, lo describió como “mentalmente lento, antisocial y siempre a la deriva en sus estúpidos sueños.” Hoy es considerado como el científico más importante del siglo pasado.


Abraham Lincoln experimentó un fracaso tras otro. En 1833 intentó ser elegido a la Cámara de Representantes y perdió varias veces. En 1848 perdió su segunda nominación al Congreso y no fue aceptado como oficial en 1849. Estos fracasos no lo detuvieron en su lucha. En 1854 perdió en el Senado. Dos años después perdió la nominación para la Vice-Presidencia y fue de nuevo derrotado en el Senado en 1858. No se dio por vencido y en el año 1860 fue electo presidente de los estados unidos y pasó a la historia como uno de los más grandes presidentes de los Estados Unidos de América.


Existen muchos miles de personajes célebres que deben su éxito a los fracasos y adversidades que tuvieron que superar. Fueron los fracasos los que probaron su temple y fortalecieron su inteligencia y su voluntad. De modo que, no temas al futuro, ni a las dificultades por venir, ni a la competencia, ni a lo que hagan o dejen de hacer los demás. Teme a ser mediocre y a no tener la fortaleza necesaria.
"Si vis pacem, para bellum" (Si quieres la paz, prepara la guerra) Es una frase del escrito romano Flavio Vegecio, Siglo IV. Esta frase viene a decir que debemos prever las cosas y estar preparados para cualquier eventualidad, por eso de que "Guerra avisada no mata soldados"


Para triunfar en economía es necesario tener en cuenta tres conceptos: Inversión producción y administración. Estos mismos conceptos sirven para capitalizar todo lo que hacemos y todo lo que nos ocurre en la vida.


¿En qué inviertes el tiempo, la inteligencia, la energía y el dinero?


¿Qué produces a nivel intelectual, económico, afectivo, social, moral y espiritual?


¿Cómo administras tu vida, tus éxitos y tus fracasos?


En realidad, lo que llamamos fracasos son tests que nos aplica la vida. Son como señales de circulación que nos advierten de los peligros.


El dolor y la fiebre son mecanismos de supervivencia. Gracias al dolor y a la fiebre que nos advierten de problemas corporales, nos movilizamos para encontrar la solución; de lo contario, la infección o la enfermedad avanzarían de forma solapada hasta acabar con la vida. De modo similar, los fracasos y las crisis son señales de alarma que nos advierten de que no funcionamos bien y necesitamos rectificar.

También necesitamos capitalizar los éxitos. Se trata de saber para qué somos buenos y desarrollar al máximo estas fortalezas. Es decir, se trata de invertir tiempo y esfuerzos en lo que nos resulta más rentable. Lo más rentable es el desarrollo de sí mismo (autoestima, inteligencia, valores, creatividad, paz, armonía, felicidad) pues, así como funcionamos así nos va en los negocios y en la vida.


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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