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Editorial 707

 


Qué es Dios para ti


Desde siempre los seres humanos han buscado una explicación acerca del origen y del fin del mundo y acerca del sentido de la vida, lo que ha dado origen a mitologías, filosofías, corrientes esotéricas y religiones. Cada una de las cuales, busca una explicación que nunca llegará de forma absoluta y contundente, porque nuestro diminuto cerebro está incapacitado para entender lo que significa Dios.


Estamos acostumbrados a juzgar todo a través de la experiencia que tenemos de este mundo material, pero Dios transciende nuestra realidad, por lo cual, carecemos de parámentros para comprender a Dios y para definirlo. Lo único que nos queda es la fe y la admiración por la grandiosidad de la creación. Nosotros no podemos ver a Dios pero sí podemos ver las huellas que ha dejado en las maravillas y misterios de la naturaleza.


La fe, la esperanza y el amor a Dios no se enseñan por medio del catecismo, de la filosofía o de la teología. Las teorías pueden ayudar, pero la fe en Dios, la esperanza en Dios y el amor a Dios son vivencias que surgen de la admiración del universo maravilloso e inexplicable. La infancia es el momento en el que se forman las estructuras mentales. Los padres son determinantes en la formación de estas estructuras. Después es tarde, sobre todo, para la formación de las estructuras relacionadas con la fe y con el amor a Dios y a los hombres. Muchos niños que no son amados en la infancia quedan incapacitados para amar por el resto de su vida.


Los hijos perciben a Dios a través de la fe y el amor a Dios que expresan sus padres. Luego cada persona construye su propio concepto e imagen de Dios según sea su propio desarrollo.


La fe en Dios se basa más en el sentimiento que en razones, y, de igual manera, la negación de Dios se basa más en motivos psicológicos que en fundamentos filosóficos o científicos. La ciencia sólo tienen argumentos para hablar de la materia, pero no tiene argumentos para negar ni para afirmar la existencia de Dios. Aunque si admitimos que todo efecto tienen su causa, debemos reconocer que la existencia del universo tiene un Causa que trasciende a nuestro pequeño entender.


La mentalidad científica ha contribuido al ateísmo moderno, debido a que el método científico ha logrado descubrimientos extraordinarios en todo lo que se refiere a conocimiento, dominio y utilización de la materia.


El predominio de lo científico sobre lo humanístico ha generado una sociedad materialista que ha perdido la dimensión transcendental de la vida, y con ella, el sentimiento humano y la moral. De aquí deriva la falta de conciencia, de ética y de responsabilidad, y, en consecuencia, loa corrup0ción, la violencia y la falta de capacidad para echar adelante la sociedad.

El mundo no tiene sentido en sí mismo, y, por tanto, necesita una referencia superior. Podemos llamarle Dios, Principio, Energía, élan vital, etc.


“El concepto de Dios es muy importante porque determina la filosofía de la vida y los valores, y, en consecuencia, el comportamiento humano, el valor de la persona, las relaciones humanas, etc.”
De una forma o de otra, todos percibimos la necesidad de un Dios como única respuesta lógica y convincente al misterio infinito de la creación y de la vida.


No se trata de ser creyente o ateo. Dios está por encima de todas las religiones, ciencias y culturas. Necesitamos creer en un Dios universal. El día en que dejemos de creer en Dios será imposible la convivencia humana.


“Si Dios no existiera, sería necesario inventarlo” Voltaire. (libre pensador francés)


Según las nuevas investigaciones, iniciadas por realizadas por Eugene d'Aquili y Andrew Newberg en 1970, la religión y la fe no serían una invención sino una necesidad genética. "El deseo de Dios está inscrito en el corazón del hombre”


Al margen de todas las opiniones, lo importante es ¿Qué es Dios para ti?


Lo más fácil es desentenderse de Dios y de la moral. El hombre actual ha descubierto que se puede vivir sin Dios, como también se puede vivir sin principios, sin valores, sin moral y hasta sin dignidad. El asunto está en saber hacia dónde conduce este camino; hasta cuándo puede sobrevivir una sociedad sin fe y sin valores, y, cuál es el precio que deben pagar las personas en forma de frustración y violencia, como consecuencia de esta concepción materialista de la vida.


Si algo debiera interesarnos de verdad es encontrar el sentido de la vida. El sentido de la vida comienza por encontrar a Dios. Cada persona concibe a Dios de acuerdo a la clase de persona que es. El que es bondadoso concibe a Dios como un ser bueno; mientras que, el que es cruel concibe a Dios como un ser cruel. Cada quién juzga por su condición. Lo importante es que la relación que tiene el hombre con Dios determina su sentido de la vida, su escala de valores y su comportamiento.


Los seres humanos tenemos grabado el temor a Dios en el subconsciente. Tenemos un concepto de Dios justiciero que nos hace mucho daño. Mientras no asimilemos la idea de que "Dios es amor" tendremos problemas para creer en Dios, tendremos problemas de autoestima, tendremos problemas en nuestras relaciones, tendremos problemas de valores, etc. porque nos faltará la visión espiritual y trascendente que da sentido a la vida.


La idea de este tema no es convencer a nadie sobre la existencia de Dios, sino reflexionar acerca del sentido de nuestra vida y de la necesitad que tenemos de evolucionar y de crearnos un Dios más cercano y más amable, que camine a nuestro lado, con el que podamos hablar en cada momento y nos dé la fortaleza necesaria para superar las dificultades de la vida y para ser mejores personas.

“La más bella emoción que podemos tener es la mística. Es la fuerza de toda ciencia y arte verdadero. Para quien esta experiencia le resulte extraña, es como si estuviera muerto.


Saber que existe lo que para nosotros es impenetrable, manifestándose como la más alta sabiduría y la más radiante belleza, que nuestras pobres facultades sólo pueden entender en sus formas más primitivas. Este conocimiento y esta sensación está en el corazón de nuestra verdadera religiosidad. En este sentido yo pertenezco a las filas de los hombres devotos...” Albert Einstein


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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