Editoriales

Editorial 696

 


Ley de cohesión

 

Todas las cosas tienen una estructura que depende de la cohesión que existe entre todos sus elementos. Cuando pierden cohesión se desintegran. En nuestro caso la Ley de Cohesión está relacionada con el desarrollo personal.


Las leyes del universo rigen todo. Rigen los átomos, la inteligencia, la conciencia, el cuerpo, el ecosistema, las familias, las instituciones, los países, la globalización, etc.


En la naturaleza, en la sociedad y en la mente humana todo se rige por fuerzas de atracción y de repulsión. Las fuerzas de atracción o fuerzas centrípetas hacen que los elementos se unan con fuerza y tengan consistencia, y las fuerzas de repulsión o fuerzas centrífugas desintegran lo que carece de cohesión.


Las ideas se cohesionan con fuerza cuando poseen valor y significado. Cuando las personas poseen ideas importantes, convicciones, sentimientos y valores bien cohesionados, su estructura mental es sólida y tienen capacidad, actitud, carácter y personalidad para enfrentar la vida de forma exitosa. Cuando las ideas son de poca monta, lo más probable es que las convicciones, los sentimientos y los valores sean débiles y carezcan de cohesión, lo cual hace débiles y vulnerables a las personas.

El diamante es el elemento natural que tiene más cohesión. Su dureza se debe a sus enlaces carbono-carbono, químicamente muy estables y a su estructura química.


Para que los átomos de carbono se conviertan en diamante necesitan ser sometidos a una temperatura de unos 1000º C y a una presión de unos 50 kilobares, o lo que es lo mismo 50.000 veces la presión atmosférica de la Tierra. Estos requisitos de presión y temperatura hacen que los brillantes se produzcan aproximadamente a ciento cincuenta kilómetros bajo la superficie de la tierra. Luego, los fenómenos geológicos (volcanes, terremotos, fuerzas tectónicas, etc.) los transportan a la superficie de la tierra.


Como puedes observar, para que los átomos de carbono puedan convertirse en diamantes deben someterse a un proceso intenso de transformación. Este proceso es natural y se produce porque actúan fuerzas poderosas de la naturaleza.


De forma similar, los seres humanos nacemos con muchas potencialidades, pero carecemos de cohesión. Nacemos sin ideas, sin experiencia y sin habilidades. Para adquirir cohesión intelectual, afectiva, moral, espiritual, etc. necesitamos ser bien programados por nuestros padres y entrenarnos con inteligencia, método, interés y perseverancia. Por tanto, la cohesión de las personas, de las familias, de las instituciones, de la sociedad, de los países y del mundo, no es algo que se da de forma natural, es el resultado de un proceso de transformación muy exigente.


Muchas personas carecen de cohesión intelectual, afectiva, social, moral y espiritual, debido a que han sido mal programadas y no han sabido aprovechar el poder que les otroga el libre albedrío para rectificar. La falta de cohesión, en alguno de los aspectos mencionados, hace que las personas sean débiles y vulnerables a las sugestiones de la sociedad y que carezcan de fortaleza para triunfar en la competencia de la vida.


Además de la Ley de Cohesión que tiende a unir los elementos, existe la Ley de Repulsión que tiende a centrifugar o desintegrar los elementos que carecen de cohesión.


Ambas leyes son complementarias y tienen como función mantener la naturaleza en movimiento, en un proceso de renovación permanente. La Ley de Entropía continúa la acción de Ley de Repulsión , destruyendo lo que no funciona y reduciéndolo a su estado original para que inicie un nuevo proceso. Así los árboles y los animales envejecidos, mueren y se pudren y entran a formar parte de los nutrientes del suelo. Las rocas se sedimentan y en procesos de millones de años se cohesionarán para formar nuevas rocas.


Los seres humanos también estamos sometidos a estas leyes, pero somos libres y podemos sustraernos, en parte, a la Ley de Repulsión y a la Ley de Entropía, desarrollando al máximo nuestra capacidades cognitivas, afectivas, sociales, morales y espirituales; es decir, adquiriendo alto grado de cohesión y congruencia en nuestra vida.


Se trata de funcionar bien, de vivir bien, de triunfar y de ser felices. Esto es lo máximo que podemos hacer por nosotros y por la humanidad.


Ahora bien, no es fácil mantener la cohesión interna y ser coherente en la vida, en medio de una sociedad que tiene un poder inmenso para influir y presionar a las personas a través de sus ideas, propagandas, exigencias, necesidades creadas, competencia, etc. Sin embargo, así como los 50 kilobares de presión convierten al carbono en diamante, las presiones sociales y las crisis, pueden ser una oportunidad para transformarnos en seres valiosos. Los héroes se forjan en las batallas y las personas valiosas, en la lucha de cada día.


La mayoría de las personas renuncian a la lucha y quedan condenadas a vivir sin pena y sin gloria, otras, asumen el reto de convertirse en un diamante humano. Quienes asumen esta decisión, tal vez no lleguen a convertirse en un diamante puro. Lo importante es que cualquier clase de diamante es diamante.


Muchas personas piensan que el proceso para transformarse en diamante humano exige muchos sacrificios. Esto es cierto para las personas mediocres que carecen de ilusión, de ambición y de mentas, pero no, para quienes aman los retos y disfrutan el placer del esfuerzo que les acerca a la meta.


Lo importante es tener presente que, sólo las personas que se esfuerzan, pueden disfrutar de su esfuerzo y de los éxitos alcanzados. Las demás personas están condenadas a vivir en su propia mediocridad, sufriendo por las oportunidades perdidas.


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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