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Editorial 694

 


Sólo teniendo ilusiones se puede ser feliz

 


La meta es el lugar de los sueños hacia el cual caminamos cada día. Para caminar hacia la meta es necesario que brille la luz al final del camino y saber que nos espera algo maravilloso, como desarrollo, autoestima, seguridad, libertad y posibilidad de alcanzar nuestros sueños, de lo contrario, nadie camina hacia la meta.


Como decía el filósofo Platón, los seres humanos somos pequeños demiurgo, pequeños dioses, que hemos venido a este mundo para convertir nuestras ideas y nuestros sueños en realidad.
Las ilusiones son alas que nos llevan en volandas y nos ayudan a sortear los abismos, las montañas y las dificultades.


Tener ilusiones no es lo mismo que ser iluso y vivir de quimeras. Las ilusiones son fuerzas profundas que activan nuestras mejores capacidades y nos mantienen en acción. Hay una canción que dice: "Para qué quiero la vida si no tengo una ilusión"


La inteligencia cognitiva ayuda a encontrar el sentido de las cosas, pero es la inteligencia emocional (la ilusión, la fe, la esperanza y el amor) la fuerza que impulsa nuestra vida. Si no hay ilusión, no habrá impulso y las ideas quedarán reducidas a simples proyectos que jamás verán la luz.


La ilusión pinta de colores la vida y hace que hasta las cosas más sencillas adquieran valor y significado. Muchas personas tienen de todo, pero su vida es gris y triste porque carecen de ilusión.
La verdadera ilusión es sinónimo de fe, esperanza, amor, alegría. Son los ingredientes necesarios para activar la inteligencia cognitiva y la inteligencia emocional.


Observa a los niños sanos, cómo disfrutan de la vida, cómo se centran totalmente en las cosas que les gustan, dando rienda suelta a su imaginación.


Los niños son felices porque tienen ilusiones, porque creen que sus padres son poderosos y los protegen, porque creen en Papá Noel y en los duendes, y porque no conocen la dureza de la vida, del fracaso o de la traición; pero cuando se topen con la dura realidad, se romperán sus ilusiones, desaparecerá el encanto y comprenderán que sus padres no son Dios, que Papá Noel no existe y tampoco los duendes.


Los adultos, insensibles, se convierten en ladrones de ilusiones y de sueños, al robar a los niños lo mejor de ellos, la espontaneidad, la curiosidad y la creatividad, con lo cual, los niños quedan desarmados para enfrentar la vida.


Al perder las ilusiones se instalan el temor y la angustia en su pequeño corazón, posiblemente para el resto de su vida. Faltos de experiencia, todo les parece complejo y difícil. Su espíritu quiere correr como un potro libre, pero la sociedad represiva pone barreras por todas partes y les cierra los caminos hacia la libertad.


La adaptación a la vida supone un trauma para los niños, pues, deben renunciar a un mundo de sueños e ilusiones, que les resulta natural, para entra en un mundo desconocido y poco amistoso, en el que todo se rige por leyes estrictas que no dejan espacio para las ilusiones ni la creatividad.


Los niños crecen y se hacen hombres, y ahora, en cada hombre se oculta un niño frustrado al que le robaron las ilusiones y los sueños cuando era niño. Por esta razón vemos tantas personas tristes y angustiadas que viven por vivir. Necesitamos recuperar ese niño interno que todos llevamos dentro, necesitamos tener ilusiones y sueños, necesitamos pintar nuestra vida de colores. Sólo así lograremos ser felices.


Nos quedan muchos años de vida por delante para convertir nuestras ilusiones en realidad. No necesitamos ser como nadie, sólo necesitamos ser nosotros mismos y hacer con ilusión lo que podemos hacer. No necesitamos cambiar nada, sólo necesitamos cambiar nosotros mismos siguiendo la voz de nuestro propio ser, de nuestra propia conciencia. "Si no os hiciereis como niños, no entraréis en el reino de los cielos" Ser niño significa ser honesto, humilde, alegre, creativo, tener fe, ilusiones y sueños.


La ilusión es una fuerza poderosa. Cuando las personas tienen ilusión en algo se despierta esa fuerza interior que todos tenemos y adquieren sentido la vida, las personas y las cosas, pero, cuando se pierde la ilusión, también se pierden las ganas de vivir y de luchar; por tanto, despierta tus ilusiones y cuida que no te las roben los ladrones de sueños.


La automatización de la vida reduce la sensibilidad y las emociones, convirtiéndose de esta forma en un poderoso ladrón de ilusiones y de felicidad; pero, el primer ladrón de sueños eres tú mismo, cuando aceptas la mediocridad en tu propia vida, cuando renuncias a los retos y cuando dejas de renovarte.


Elabora una lista de todo lo que atenta contra tus ilusiones y protégete, porque, una persona sin ilusiones no puede ser feliz, ni puede hacer nada verdaderamente importante para sí, ni para los demás.

 


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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