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Editorial 687

 


Personas mutiladas

 

Cuando vemos una persona mutilada sentimos dolor y compasión, porque comprendemos que su desgracia es inmensa. Las personas que nacen mutiladas aceptan mejor su situación, porque no tienen la experiencia traumática de haber perdido un órgano, pero quienes sienten lo que han perdido, lo lamentan por el resto de su vida.


Las personas mutiladas reviven el suceso una y otra vez y vive en estado de alerta y angustia, como quien espera un peligro inminente. En el sueño se repiten las pesadillas y las personas sienten las mismas emociones y sensaciones de miedo, angustia y dolor.


Como resulta doloroso revivir la experiencia una y otra vez, la persona busca distraerse, mantener la mente ocupada en un hobby, trabajando muy duro, o pasando el tiempo absorto en crucigramas. Evitan los lugares y a las personas que le recuerdan el trauma, y trata de no hablar del asunto. Pero la realidad se ha instalado en su vida para siempre y ya nada será igual.


Si es tan grave la mutilación física, cuánto más grave será cuando se trata de mutilaciones psicológicas.


Existen muchas formas de mutilar psicológicamente a las personas. Las mutilaciones psicológicas no dejan huellas visibles pero dejan heridas sangrantes en la mente de las personas. Heridas que duelen y corroen la mente y que hacen que las personas que las sufren no encuentren paz ni alegría.
La inteligencia y la conciencia son los valores más importantes de la evolución humana, en consecuencia, son los valores más importantes de la persona. La mutilación más grave que puede sufrir una persona es la mutilación de la inteligencia y la mutilación de la conciencia.


La mutilación de la inteligencia se produce cuando se le niega a alguien la capacidad de pensar. La capacidad de pensar es lo que nos hace humanos, lo que nos diferencia de los animales. Existen muchas formas de mutilar la inteligencia.


La mutilación de la inteligencia va acompañada de la mutilación de la conciencia, pues, la conciencia necesita de la luz de la inteligencia para poder discernir entre la verdad y la mentira y entre el bien y el mal.


Otra mutilación importante es la del amor. Esta mutilación se produce especialmente en la infancia, es la consecuencia de no sentirse amado ni respetado por los padres. Esta falta de amor hace que se inhiba la capacidad de amar. En muchos casos, las personas quedan incapacitadas para amar por el resto de su vida. En adelante no sentirán amor hacia los demás ni compasión por los que sufren. Esta clase de mutilación les impide relacionarse desde el punto de vista humano y es causa de mucho sufrimiento y de soledad.


Existen otras muchas formas de mutilar a las personas a nivel intelectual, afectivo, social, profesional, moral y espiritual.


Las críticas, los castigos crueles, las injusticias y las humillaciones son formas de mutilar la autoestima y la dignidad de las personas.


Todas las conductas que generan temores, traumas y estrés, son formas de mutilar la personalidad.
La automatización de la vida es una forma de robotizar a las personas y de mutilar la espontaneidad y la creatividad, condenando a las personas a ser mediocres y dependientes. Podemos llenar varias páginas enumerando distintas clases de mutilaciones que van rebanando la inteligencia y la conciencia de las personas, reduciéndolas a una pobre caricatura de lo que deberían ser.


De alguna forma, todas las personas están mutiladas en mayor o menor grado, a nivel cognitivo, afectivo, social, moral y espiritual. Las consecuencias de estas mutilaciones son las crisis personales y sociales, las enfermedades mentales, la mediocridad y un sin fin de secuelas. Esto es grave, sobre todo, cuando afecta a niños y jóvenes que tienen toda una vida por delante.


Los seres humanos no sabemos hasta dónde estamos mutilados y traumatizados, porque nos hemos acostumbrado a aceptar nuestra situación como normal. Para comprender nuestra situación, necesitamos informarnos, desarrollar capacidad crítica y confrontarnos a nosotros mismos. Sin embargo, como resulta muy difícil juzgarse a sí mismo, lo ideal es buscar la orientación de una persona experta que pueda analizarnos con objetividad.


Las ideas, los sentimientos, las palabras y las actitudes, pueden convertirse en armas arrojadizas que mutilen la inteligencia, la conciencia, la autoestima, el amor, la paz y la felicidad de las personas. Son fuerzas poderosas que todos tenemos, con las cuales podemos curar o podemos ir por la vida mutilando a los seres humanos, y convertirnos en criminales, como esos terroristas, que, ametralladora en mano, van por la vida masacrando a la gente. Son despreciables, y, ¿Qué decir de los terroristas psicológicos que van por la vida destruyendo ilusiones, esperanzas y espíritus?


Necesitamos tomar conciencia y ayudar a que otros también tomen conciencia del poder creativo y del poder mutilador que tenemos en nuestras manos.


Revisa tus actitudes, lenguaje y la forma cómo te relacionas con las personas.


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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