Editoriales

Editorial 684

 


Hacia dónde camina la sociedad

 


Después de cuatro millones de años de evolución resulta difícil entender por qué la humanidad no ha aprendido a tener comportamientos más inteligentes y a ser más feliz. Resulta difícil entender por qué existe tanta ignorancia, pobreza y violencia. ¿En qué estamos fallando?

Si fuéramos tontos, no tendríamos capacidad para generar tanto mal; por lo cual, tenemos que admitir que somos inteligentes, pero estamos dominados por la envidia y el egoísmo.

Los seres humanos son buenos por naturaleza y la mayoría de las personas tienen buenos sentimientos, pero no basta con ser buenas personas y con tener buenos sentimientos, es necesario actuar en defensa de la verdad, de la justicia, de la paz y del bien, pues, como dice Einstein: "El mundo no está amenazado por las malas personas, sino por aquellos que permiten la maldad"


Está claro que la vida es una lucha sin cuartel entre el bien y el mal, entre la verdad y la mentira, entre la luz y las tinieblas. El bien y el mal no existen en sí, no son entes independientes, están encarnados en las personas. Hay personas de bien y hay personas de mal. Ambas nacieron buenas y pudieron llegar a convertirse en seres maravillosos, pero unas fueron bien programadas y aprendieron a buscar la verdad y el bien; mientras que otras fueron programadas con odio y resentimiento y actúan mal, porque no conocen otra forma de hacer las cosas. Ahora bien, todo ser humano tiene una inteligencia que le permite distinguir entre la verdad y la mentira, y tiene una conciencia que le permite distinguir entre el bien y el mal. Además, está dotado del libre albedrío, por lo cual es responsable de sus decisiones, a pesar de los condicionantes internos y externos.


La sociedad ha vivido siempre en crisis. Las crisis se han agudizado cuando se han debilitado los principios y valores, cuando la sociedad se ha dejado llevar por el egoísmo y el libertinaje. Hoy, el egoísmo y el libertinaje tienden a crecer.


Los padres y educadores pierden autoridad. Las iglesias pierden influencia. Gran parte de la juventud crece huérfana de padres, de valores y de amor. La honestidad decrece mientras que se multiplica la corrupción. Crece la globalización mientras se multiplica el desarraigo familiar y social y se pierde el sentimiento de pertenencia. Con estas premisas, no parece alagüeño el futuro de las próximas generaciones, pero lo más grave de todo es, que pocos parecen barruntar la tormenta que se avecina.


Siempre han surgido crisis, pero llegaban de forma lenta, eran más locales y había tiempo para reaccionar, pero hoy llegan sin avisar y son globales. Como no tenemos experiencia de una crisis profunda global, tampoco conocemos los efectos que pueda producir, cómo se podrá resolver, ni cuánto tiempo tardará la humanidad en salir del shock.


Antes, cada país, cada región y cada familia, vivían en su parcela, lo cual les permitía liberarse de las crisis agenas, pero ya no existen fronteras, ni muros que nos protejan, por lo cual, en caso de una crisis global profunda, nadie estará a salvo. Sin embargo, como siempre, los más capaces tendrán más probabilidades de sobrevivir.
Los más capaces no son los que más saben, sino los que saben utilizar su saber de forma eficaz.
Dicho esto ¿Qué cualidades deberían desarrollar las personas con miras al futuro, teniendo en cuenta que las cosas cambian en muchos aspectos y con rapidez?


Las personas más desarrolladas, apoyándose en su experiencia e intuición nos dan muchas ideas útiles sobre este asunto. Para entender lo expuesto sólo tenemos que escuchar las palabras de personas con autoridad que pronostican que en los próximos 10 años se producirán más cambios que en el siglo pasado.


1. El avance de la tecnología ayudará a que los conocimientos se expandan a la velocidad de la luz. El problema es: ¿Serán capaces las personas de procesar tanta información y de integrarla a su pensamiento con criterio o se convertirá su cerebro en un disco duro automatizado, propio de un robot, más que de una persona?


2. ¿Existirán personas capacitadas, con valores y criterios que se encarguen de dirigir el tránsito de la información, para que las personas, sobre todo los niños y jóvenes, no queden abandonados a su suerte, en una sociedad en la que los intereses económicos privan sobre la vida y sobre la salud mental de las personas? Lo dudo. Todos sabemos los riesgos que corren los niños y jóvenes cuando se aventuran a viajar por internet. Imagina como serán las cosas dentro de unos años, cuando no sirva ningún tipo de control, pues, nadie puede poner barreas a un mar desbordado.


Espero que el trabajo propio de la evolución que sigue impertérrita su camino, produzca personas inteligentes, conscientes y responsables que tomen con mano firme el timón del futuro.


Entre tanto, es fundamental educar a niños y jóvenes a pensar con criterio, a capacitarse con ilusión y responsabilidad con miras al futuro. También es necesario ayudarles a entender que las "máquinas" que tanto les fascinan, son maravillosas cuando se utilizan con criterio, pero pueden reducir las capacidades mentales, la creatividad, el raciocinio, la comunicación, la sensibilidad moral, etc. cuando se produce adicción. Existen muchos estudios que así lo confirman.


Las empresas tal como las conocemos van camino de cambiar drásticamente o desparecer; de modo que los estudiantes deben ser prácticos y pensar en varias alternativas, y, sobre todo, en ser creativos y emprendedores. No deben pensar en que alguien les abra el camino, deben pensar en abrir su propio camino, después, el tiempo dirá.


La educación cambiará radicalmente y quienes no dominen la lectura comprensiva, la capacidad de análisis y de síntesis, la creatividad y la expresión fluida y precisa, lo tendrán muy difícil.


Todo tiende a acelerarse y a generar incertidumbre y estrés. La única forma de evitar la prisa, consiste en funcionar con fluidez y eficacia en lo que se relaciona con nuestra vida.


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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