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Editorial 674

 


Ley de trascendencia

 


Todos los seres vivos tienen impresa en sus células la orden de crecer, de sobrevivir y de perpetuarse en el tiempo. Por eso las plantas producen semillas en ingentes cantidades con la esperanza de que algunas puedan sobrevivir y perpetuar la especie.


Es impresionante cómo las plantas se agarran a la vida y se adaptan para sobrevivir hasta en los lugares más inhóspitos.


El instinto de vida ha guiado a los animales a lo largo de millones de años y han sobrevivido gracias a su capacidad de adaptación.


Los seres humanos también han sobrevivido a situaciones muy difíciles durante cuatro millones de años y han evolucionado hasta llegar a lo que hoy somos. Sin duda, hay una inteligencia infinita que guía los pasos de la historia, y existe una vitalidad asombrosa en todos los seres vivos que hace posible la supervivencia y trascendencia de los seres humanos.


La Ley de Trascendencia preside la vida y hace que todo evolucione hacia un fin o punto Omega.


Todo ser humano se pregunta desde niño sobre el sentido de la vida y trata de comprender el misterio del nacimiento y el misterio de la muerte. Esta pregunta nos persigue durante toda la vida.


El instinto de vida nos impulsa a sobrevivir y a perpetuarnos en el tiempo. La mayor angustia existencial está relacionada con la muerte y el mayor anhelo es no morir. Ahora bien, como la muerte es una realidad ineludible, tratamos de exorcizarla a través de ritos y ceremonias. Los ritos funerarios son mecanismos de defensa contra la angustia de la muerte. Es una forma de hacerla menos trágica y de liberarnos de la angustia que causa. El origen de los ritos funerarios se pierden en la prehistoria.


El ser humano desea ser inmortal. "No concibe la muerte de sí mismo; sólo concibe la muerte de los demás". Desde la prehistoria ha construido tumbas, pirámides, cementerios y ha rendido culto a los muertos en un intento de eternizar la presencia de los seres queridos. Los seres queridos forman parte de uno y al morir se llevan parte de nuestro ser y de nuestra vida.


El ser humano se protege del terror a la muerte mediante la agrupación y la pertenencia a un grupo social. Este sentimiento de pertenencia mitiga el temor a la muerte, pues, vivos o muertos, los miembros que pertenecen al grupo tienen el poder de seguir viviendo a través del grupo.


La vida adquiere un valor de "esencia", porque es fugaz y porque la experiencia de vivir es infinitamente maravillosa; por eso la muerte es una tragedia infinita, pero como se trata de un hecho inevitable, es importante no dramatizarla y aceptarla como un hecho natural.


De todo lo expuesto deberíamos sacar una lección para dar sentido pleno a nuestra vida y no preocuparnos tanto por la muerte, sino por convertir nuestros sueños en realidad. Es la mejor forma de trascender.

A través de la historia, los seres humanos han mantenido un propósito de perpetuidad, debido a que somos materia y espíritu. Por ser materia, nuestro cuerpo está destinado a envejecer y regresar a la madre tierra. "Eres polvo y en polvo te convertirás" Pero nuestro espíritu está destinado a sobrevivir. De aquí el deseo de eternidad y la esperanza de sobrevivir después de la muerte.


Todos deseamos dejar una huella en la vida y que nos recuerden por nuestros éxitos. Este sentimiento de trascender, ha impulsado a muchas personas a realizar grandes obras y hazañas heroicas.


En la base de nuestros actos, existe una tendencia a trascender. No importa si las personas son creyentes o no, todos tenemos la expectativa de una vida después de la vida y pensamos que nuestras acciones serán las que queden para la eternidad. Esta ley es la que nos mueve a todos a querer ser mejores ante uno mismo y ante los demás. El hecho de que muchas personas no puedan materializar este deseo, es otro asunto.


Cada persona busca su camino para trascender. Algunos se apegan a las religiones, otros al servicio de los demás o al trabajo creativo. Otros tratan ser parte del futuro apoyando a sus hijos.


Dicen que hay que tener un hijo para sobrevivir a través de la descendencia. Escribir un libro para sobrevivir en el pensamiento de los demás y plantar un árbol para sobrevivir a través de la naturaleza.


Admiramos y respetamos a quienes han dejado un legado importante a la humanidad. Los recordamos y nos encargamos de darles a conocer, con el deseo inconsciente de que sigan vivos en el pensamiento de los demás. En el fondo nos identificamos con ellos en un intento de sobrevivir a través de su trascendencia. Se trata de un mecanismo de identificación.


En la actualidad muchas personas se identifican con cantantes, deportistas, etc. Es la forma de vivir a través de las vida de otros y de apropiarse de sus éxitos. Es un modo de de trascender. Esta actitud indica baja autoestima y una visión errónea de la vida, que tarde o temprano genera frustración, pues, los ídolos con pies de barro, suelen caer pronto. La verdadera trascendencia se basa en méritos propios.


Cada persona busca una forma de trascender de acuerdo a su filosofía de la vida. Existen muchas formas de trascender. Lo importante es: ¿Cómo te gustaría que te recuerden después de tu muerte? Escríbelo y trabaja en esa dirección. De esta forma darás sentido a tu vida, se reducirá el temor a la muerte y sentirás que estás construyendo desde ahora tu eternidad. Lo más grave de la vida no es morir sino vivir sin sentido.




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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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