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Editorial 671

 


Ley de inercia

 


La inercia es la tendencia de los cuerpos a oponerse a cualquier cambio. Los cuerpos en reposo se resisten al movimiento, para moverlos es necesario aplicarles una fuerza; y los cuerpos en movimiento se resisten a detenerse, para pararlos es necesario aplicarles una fuerza opuesta. La tendencia natural de las cosas es el reposo, a no ser que exista una fuerza interna o externa que actúe sobre ellas. Existen cuerpos en movimiento, debido a una fuerza interna o externa, pero esta fuerza tiende a gastarse, por lo que, en algún momento quedarán en reposo.


Todos los cuerpos tienden a cambiar, a evolucionar, como resultado de de la Ley de Movimiento o Ley de Cambio. Existen fuerzas centrípetas que ayudan a la consolidación de las cosas, siguiendo la Ley de Integración, y fuerzas centrífugas que causan la desintegración de las cosas, siguiendo la Ley de Entropía. Ambas fuerzas tienen una función complementaria. Las fuerzas centrípetas ayudan a la formación de las cosas y las fuerza centrífugas hacen que las cosas, una vez cumplido el objetivo de su existencia, se desintegren y regresen a su estado original para iniciar un nuevo ciclo de integración.


Puesto que la inercia del universo es casi infinita, se necesita una fuerza poderosa que controle esta inercia y mantenga el mundo en movimiento. "La materia no se crea ni se destruye solo se transforma" Lavoisier. Lo mismo ocurre con la energía.


Por ejemplo, el sol se formó hace 4.500 millones de años, durante los cuales ha consumido la mitad del hidrógeno de su núcleo, transformándolo en energía solar que se irradia en forma de luz al universo. Parte de esta energía llega a la tierra, y, a través de la fotosíntesis se transforma en materia vegetal que sirven de alimento a los animales. Esta energía sigue transfiriéndose de unos seres a otros a través de la cadena alimenticia. Este fenómeno de transferencia de energía se da en el universo en proporciones gigantescas en una lucha constante entre la inercia y la energía. Se trata de un espectáculo maravilloso que nosotros no entendemos, ni valoramos ni admiramos, porque, aunque nos definamos como seres racionales, somos muy superficiales, somos miopes mentales.


Así como en el universo existe la energía y la inercia, en la mente humana existen fuerzas similares. Existen los mecanismos de desarrollo que impulsan al crecimiento, a la creatividad, a la sociabilidad y a la libertad, y existen mecanismos de defensa. Los mecanismos de defensa son reacciones instintivas, cuyo objetivo es asegurar la supervivencia, protegernos de los temores y mantienen a flote la autoestima.


Todos estos fenómenos, a nivel cósmico y a nivel humano, ocurren por una razón importante. La naturaleza no se mueve de forma caprichosa, sino que hay alguien que controla sus movimientos.
La ciencia no tiene cómo explicar el concierto maravilloso del Universo, ni cómo explicar el origen de materia, anterior al Big Bang, porque son realidades que están más allá del espacio y del tiempo, por tanto, están más allá de los métodos experimentales de la ciencia.


Nadie puede saber lo que existe antes de la materia ni detrás de la materia, antes del origen del mundo y después del fin del mundo.


La inmensa mayoría de los científicos, al margen de sus ideas religiosas, creen que el mundo tiene un propósito que no alcanzamos a entender.

Pensar que todo ocurre por azar es algo sin fundamento. Si nadie acepta que un reloj se pueda fabricar a sí mismo, cómo entender que el universo se haya hecho a sí mismo.


La existencia del mundo, sólo tiene explicación aceptando la existencia de un Ser inteligente, poderoso y eterno. Podemos llamarlo Alfa y Omega, Causa Primera, Ser Supremo, Seños del Universo, Creador, Energía, Dios, Krishna, Alá, Jehová, etc. El nombre no importa, lo que sí es lo que ese Ser representa.


Este Ser, como es lógico, está más allá nuestro diminuto entender.


Según la Biblia: "Dios creó el hombre a su imagen y semejanza" pero podemos invertir los términos y decir que: "El hombre crea a Dios a su imagen y semejanza" es decir, que, cada persona tiene un concepto de Dios a la medida de sí mismo. Nuestro concepto de Dios es tan pequeño e insignificante que nos impide comprender el sentido profundo de la vida y de las cosas y el alcance infinito de todo lo que existe. El conocimiento del universo es uno de los mayores placeres y también es una forma de dar sentido y trascendencia a nuestra vida.


En la naturaleza existe un determinismo absoluto, lo que nos permite predecir el comportamiento de ciertos fenómenos, como que el sol dejará de existir dentro de 4.500 millones de años; pero en el caso humano las cosas son distintas. Tenemos el libre albedrío, por lo cual, nos irá de acuerdo a cómo utilicemos nuestra libertad. En cierto modo, cada persona se construye a sí misma de acuerdo a las decisiones que toma. Los factores externos influyen, pero el ser humano es libre, por lo cual, es responsable de su vida.


La Inercia es la tendencia de los cuerpos a oponerse a cualquier cambio. La inercia, desde el punto de vista humano es la resistencia que ofrecen las personas a renovarse. Las razones son muchas pero el resultado es siempre el mismo: La desadaptación.


Como la ley de la vida es "Adaptarse o morir" La desadaptación es el preámbulo del fracaso y de la frustración.


El impulso que trae el agua de esta catarata es una fuerza de inercia que no podemos contener a menos que opongamos una fuerza mayor, como sería un dique.


La nieve que dio origen a la catarata era una energía potencial, pero al ser activada por la energía solar, se derritió y se convirtió en energía hidráulica dinámica.


A su vez, esta energía hidráulica puede transformarse en energía eléctrica, y ésta, en energía calórica, mecánica, etc.


De forma similar, los seres humanos podemos generar energía física, intelectual, afectiva, moral y espiritual.


Todo aprendizaje nuevo o el inicio de un nuevo proyecto, exigen un esfuerzo especial, pues hay que vencer una inercia inicial muy grande, debido a que las personas carecen de experiencia y de impulso. Por esta razón, resultan difíciles todos los comienzos, y, por esta razón las personas se resisten a cambiar.


Así como se necesita energía especial para arrancar, también se necesita energía especial para frenar los procesos en marcha. Las conductas humanas son procesos en marcha que tienen un fuerte impulso y nos llevan en determinada dirección. Por esta razón es difícil cambiar las conductas.
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Cuando las personas pierden interés por su desarrollo, por su trabajo, etc. se debilita su inteligencia y su voluntad; se vuelven indiferentes, insensibles y pasivas, y pueden caer en la inercia, de la que es muy difícil salir.


Muchas personas caen en la inercia de forma progresiva, debido a que la tendencia del ser humano es la pereza y la comodidad. La inercia intelectual, afectiva, social, laboral y espiritual de la sociedad es inmensa. Sabemos lo que tenemos que resolver, pero no logramos el cometido, sobre todo, porque existen inercias contrapuestas, mentalidades e intereses opuestos. Para cambiar el mundo por fuera, antes tenemos que cambiarlo por dentro.


Existen muchas razones que conducen a la inercia (fracaso económico, profesional, amoroso; frustraciones, baja autoestima, etc.) por lo cual, es importante esforzarse constantemente para mantener el cuerpo y la mente en perfecto estado de funcionamiento. Cuando el cuerpo y la mente funcionan bien, tienen una predisposición natural a la acción y a la superación.


La inercia es un obstáculo grave en un mundo de cambios que exige respuestas rápidas y eficaces.
La sociedad se mueve mucho desde el punto de vista físico, pero a nivel mental existe mucha inercia, mucha pesadez, mucha lentitud y poca eficacia, lo que hace que las personas lleguen tarde a la solución de sus problemas personales y que la sociedad también llegue tarde a la solución de los problemas económicos, laborales, etc.


La inercia de la sociedad es pasmosa, desde que surge un problema o un conflicto hasta que las personas se ponen en acción, pueden pasar días, meses, y, hasta años. La inercia hace que los conflictos se compliquen, que muchas personas sufran las consecuencias y que queden secuelas.
Es importante luchar contra el hábito de postergar las cosas y reaccionar con rapidez cuando se encienden las alarmas.

Hace mucho tiempo que se encendieron las alarmas relacionadas con el mal funcionamiento de la familias, con el incremento anormal de divorcios, con el acoso escolar, con la violencia de género, con el desempleo, con la inseguridad, la violencia social, el incremento de la ignorancia y de la pobreza, etc. pero la sociedad no tiene ideas, ni capacidad, ni interés verdadero por cambiar las cosas.

Dicen que "Las cosas de palacio van despacio" pero la sociedad fluye con rapidez y necesita soluciones rápidas. Una solución que no llega a tiempo no es solución, es un parche que pronto reventará por alguna parte. Existen muchas situaciones sociales que anuncian problemas graves a futuro. En realidad, nadie puede predecir lo que ocurrirá dentro de cinco años a nivel político, económico y social, porque hemos perdido el control de nuestro futuro.


La inercia se opone al desarrollo, al progreso, a la evolución y a la eficacia. La inercia genera muchos problemas, y, un problema no resuelto tiende a complicarse; por lo cual, es conveniente prever y actuar antes de que los problemas tomen cuerpo. Prever significa adelantarse al futuro y crear las condiciones para que nos ocurra lo mejor.


La mejor forma de adelantarse al futuro es capacitarse para estar a la altura de lo que pueda suceder; de lo contrario, estaremos condenados a corre tras del éxito sin poder alcanzarlo, o lo que es pero, correr para que no nos alcance el fracaso.


La inercia surge por falta de ideas, de proyectos, de ilusión, de metas, de retos y de éxitos. Como los seres humanos somos racionales, es importante encontrar razones fuertes y retos que nos impulsen a salir de la inercia.


La inercia afecta al desarrollo intelectual, económico, social, moral y espiritual.


Nuestros viejos hábitos no deben controlar nuestra vida. Nuestro pasado no tiene por qué convertirse en una rémora para nuestro futuro. El cambio debe darnos mayor conciencia, sabiduría y paz, y debe estimularnos a evolucionar.



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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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