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Editorial 662

 


Peligros de las rutinas

 

Las rutinas son hábitos adquiridos por repetición. Nuestra vida diaria se compone de rutinas aprendidas. Una vez que iniciamos algo, se desencadena un proceso aprendido que guía la acción casi de forma automática. Por ejemplo: caminar, conducir, etc.


Las rutinas evitan el tener que estar concentrados de forma exclusiva en la acción, lo cual supone ahorro de energía y libera la mente para que pueda dedicarse a otras actividades. Además, las rutinas utilizan la experiencia adquirida para que las cosas resulten más perfectas y más fluidas.
Sin embargo, las rutinas pueden automatizar la mente, reducir la creatividad y hacer que las personas queden obsoletas. De aquí la importancia de renovarse constantemente. La vida es cambio, renovación. "Adaptarse o morir"


Todos los días aprendemos algo. Cada información nueva que llega al cerebro, produce cambios, de modo que el cerebro se actualiza constantemente. El problema está en que, cuando la información recibida o la experiencia adquirida son pobres, los cambios son muy pequeños, y, como la vida evoluciona a ritmo acelerado, las personas van quedando más desadaptadas cada día.


Las rutinas tienen una dinámica propia que se impone con fuerza y hace que la vida de las personas gire en torno a las rutinas aprendidas. Los seres humanos somos esclavos de nuestras costumbres.


Según un estudio, la mayoría de nosotros va a trabajar, estudia y regresa a casa siguiendo patrones muy predecibles , algo que podría resultar útil en la planificación urbana y en la previsión de emergencias.


La mejor forma para no quedar atrapado en las rutinas, consiste en tener proyectos, ilusiones y retos. Cuando el cerebro tiene algo importante por qué luchar, se activa, se vuelve creativo e idea formas más simples y eficaces de resolver las cosas. Es la mejor forma de evolucionar.
Es fundamental tener entusiasmo, pasión y curiosidad, de lo contrario el cerebro se adormecerá y se limitará a luchar sólo para sobrevivir.


La mayoría de las personas son rutinarias por varias razones.
1. Han sido educadas de forma represiva y no han desarrollado creatividad ni espíritu de superación. Han sido programadas para ser sumisas, en consecuencia, están atrapadas en rutinas de supervivencia.

2. El temor al fracaso hace que las personas se aferren a lo seguro y eviten el riesgo que suponen los cambios. Las rutinas nos ayudan a tener control sobre las cosas, lo cual es muy satisfactorio, porque proporciona seguridad. A este fenómeno podemos llamarlo “monotonía satisfactoria”

3. El temor al fracaso hace que no piensen en otras alternativas o posibilidades mejores. Por esta razón, muchas personas renuncian a su libertad y aceptan someterse durante toda su vida a dictadores y tiranos. Son pesonas que no piensan en lo que pierden sino en la seguridad que les proporciona la dependencia. Este comportamiento es similar al de muchas personas que prefieren vivir de la seguridad que les proporciona un sueldo en vez de correr el risgo que supone la independencia laboral.

4. Para salir de las rutinas se necesita adquirir nuevos aprendizajes, lo cual no es fácil, porque, quienes están atrapados en rutinas no conocen otra forma de hacer las cosas, y, si la conocen teóricamente, carecen de los hábitos mentales necesarios para llevarlas a cabo. No es lo mismo ver pintar un cuadro que tomar el pincel y hacerlo.


5. Muchas personas siguen haciendo las mismas rutinas a pesar de que no resuelven las cosas, porque es lo único que saben hacer.


6. El conocimiento es un activador del cerebro, por tanto, la lectura de desarrollo y progreso impulsa a cambiar, a buscar otras formas de hacer las cosas y a tener la voluntad de hacerlo. La ignorancia y la falta de estímulos superiores hacen a las personas rutinarias.


7. La tendencia natural del ser humano es la pereza y la comodidad. "Ley del menor esfuerzo" Sin embargo, el ser humano ha evolucionado y ha desarrollado el impulso a crecer, por lo que es necesario contrarrestar la pereza con el espíritu de superación.


8. Cuanto más se consolidan las rutinas, más difícil resulta el cambio. De aquí la importancia de toma conciencia de todo lo dicho y vivir en actitud de cambio para no perder el tren del futuro.


9. Los seres humanos tenemos muchas rutinas. Las rutinas son buenas cuando nos ayudan a ahorrar tiempo y energía, pero son dañinas cuando automatizan la inteligencia, la creatividad y las relaciones humanas, debido a que en estos casos necesitamos actuar con plena conciencia, pues, las fórmulas de ayer no sirven, porque la vida humana es devenir y cada momento es único.


10. La ley de la vida es crecer, evolucionar y adaptarse en principios, valores, ideas, costumbres, etc. La adaptación no significa perder la esencia de lo que somos, sino purificarlo y adecuarlo a un nivel superior de evolución. Se trata de que los principios, valores, ideas y comportamientos sean cada día más humanos, más éticos y más eficaces.
Todo lo que hacemos los seres humanos son rutinas o hábitos que debemos renovar al ritmo que impone la evolución. Como es lógico, esto no es posible si no tenemos espíritu de superación y si no alimentamos diariamente nuestra mente con nuevas ideas. De aquí la importancia de adquirir el hábito de la lectura.


11. El 90% de lo que hace la sociedad son rutinas de bajo perfil que sólo sirven para sobrevivir; es decir, que sólo contamos con un 10% de rutinas de alto nivel para evolucionar.
Por esta razón progresamos mucho, pues, el progreso depende de unos cuantos emprendedores, pero evolucionamos poco, porque la evolución es un proceso personal. Este es el motivo por el cual el panorama de la humanidad es tan lamentable.


12. Muchas actividades humanas (el estudio, el trabajo, etc.) resultan aburridas y desagradables porque se han vuelto rutinarias. No hay ilusión, curiosidad, ni creatividad.


13. La ayuda más valiosa que puedes dar a las personas es proporcionales ideas y estímulos que les ayuden a superarse y a salir de sus rutinas mediocres.


14. Lo dicho se podría resumir en: "No les des un pez. Enséñales a pescar"


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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