Editoriales

Editorial 658

 


Conoce a las personas que te impiden crecer


Los seres humanos debemos ser buenos y confiados pero no tontos ni ingenuos. Nuestra vida, nuestro éxito y nuestra felicidad son nuestros, son nuestra mayor riqueza, nuestra única riqueza; por lo cual, no debemos dejarlos en manos de nadie.


Desde niños debemos aprender a defender nuestro espacio físico y mental y a construir nuestro carácter y nuestra personalidad, porque vivimos en un mundo que se rige por la ley de competencia, en donde los más poderosos oprimen a los débiles y no les dejan crecer. Es una forma de mantenerlos controlados y de explotarlos.

Los seres humanos somos represivos por naturaleza. A través de la represión de los demás, las personas buscan protegerse y evitar ser dominadas, perder privilegios y que les hagan daño. La represión se impone en todos los aspectos de la vida. El objetivo es impedir que las personas crezcan y busquen el camino de la libertad. Nuestros padres fueron programados para reprimirnos.

 

Nosotros hemos sido programados para reprimir a nuestros hijos y nuestros hijos están programados para reprimir a sus hijos, y, así hasta el final de los siglos. De esta forma la sociedad se asegura el control. Cierto control es necesario para evitar la anarquía. El problema surge cuando el control es excesivo, porque inhibe la capacidad creativa y frena la renovación.


Estudios realizados en EE.UU. con niños de uno a doce años, indican que, de cada diez mensajes que reciben los hijos, nueve son represivos de alguna forma. Estos datos se pueden extrapolar a cualquier parte del mundo, y son aplicables también a la sociedad adulta.

Los seres humanos no nos damos cuenta de esta terrible represión, porque estamos familiarizados con ella y nos parece normal, pero, cuando analizamos a fondo las consecuencias traumáticas de esta represión, quedamos impactados; sin embargo, las cosas no cambian, porque las personas se oponen con fuerza a todo lo que significa cambios estructurales. Por eso vemos que se hacen reformas educativas, económicas, laborales, etc. pero todo sigue igual. Se necesitarán muchas décadas para que cambie la forma de educar, la forma de enseñar y otros muchos hábitos sociales.

Existen palabras como: democracia, liberalismos, etc. que se reducen a formulismos vacios. Lo que sí existe es mucha represión a través de la ignorancia y de la pobreza, y mucho libertinaje, que es otra forma de reprimir a la gente, porque el libertinaje destruye la inteligencia y la conciencia, sin las cuales no hay libertad. Es una forma de impedir que las personas crezcan.


Antes la represión era brutal, hoy es más sofisticada, pero no por eso menos dañina.


Ahora dejamos de lado el mundo, sobre el que tenemos escaso poder, para centrarnos en nuestra propia vida. Estamos rodeados de muchas personas con las cuales convivimos en casa, en el trabajo y en la calle. Cada una de estas personas tiene sus problemas, temores e intereses, e influye en nosotros de alguna forma, por lo cual, necesitamos conocerlas para saber a qué atenernos. Se trata de tomar lo bueno y de protegernos de sus aspectos negativos.


Nuestros enemigos no están en China. Pueden estar en casa o en el trabajo. Pueden ser nuestros padres, cónyuge, amigos o compañeros, en cuanto tienen defectos que pueden perjudicarnos.

Los mensajes más peligrosos, no son los que provienen de personas extrañas, debido a que acostumbramos a analizarlos. Los mensajes más peligrosos son los que provienen de personas cercanas, debido a que confiamos en ellas y no analizamos sus mensajes, los cuales entran en nuestra mente y una vez dentro actúan con total libertad. Si los mensajes son dañinos, pueden causarnos problemas, porque no tenemos control sobre ellos. De aquí la importancia de filtrar siempre los mensajes, vengan de quien vengan, pues, todas las personas pueden cometer errores.


Hay palabras y mensajes, aparentemente inofensivos, pero llenos de veneno mortal. Se trata de mensajes que atacan la autoestima, la fe, la confianza, la honra y la dignidad. Estos mensajes pueden causar mucho daño, sobre todo si provienen de personas cercanas.


Siempre existen personas mal intencionadas, egoístas, envidiosas y frustradas, que encuentran placer en hacer daño a los demás, especialmente a las personas buenas y exitosas, porque simbolizan lo que ellas no pueden ser. Estas personas no van de frente, saben actuar de forma muy diplomática y solapada. Es importante saber detectarlas antes de que inoculen su veneno.


También es importante saber que la competencia y la envidia se dan especialmente entre personas del mismo gremio. Entre deportistas, entre médicos, entre abogados, entre políticos, etc. No es normal que un deportista envidie a un médico ni a la inversa. Es muy común que los de rango superior repriman a los de rango inferior, con el fin de que no crezcan, porque los ven como inmediatos competidores.


Hay que estar conscientes de que la vida es competencia y a la hora de la verdad estamos solos y con una sociedad que en vez de apoyarnos trata de ponernos la pata encima. Como vivimos en una sociedad "civilizada" hemos aprendido a ser diplomáticos y a mantener las formas, pero lo cierto es que nos molestan quienes nos superan y nuestro deseo es impedir que crezcan. Por esta razón escasean los líderes en el mundo y muchos profesionales se van a la tumba con un sin fin de experiencias y de claves que se guardaron por temor a que otros crecieran y les hicieran la competencia.

No se trata de ver enemigos por todas partes ni de vivir a la defensiva. Se trata de tener principios, valores y criterios claros que nos sirvan de referencia, de esta forma, nuestra mente estará alerta para detectar todo lo que no vibre en nuestra misma onda.

Las personas, las ideas y los acontecimientos sólo nos hacen daño si estamos desapercibidos y no sabemos cómo enfrentarlos.


Debemos aceptar que la mayoría de las personas son buenas, pero es suficiente una persona mal intencionadas, egoístas, envidiosas y frustradas, para complicarnos la vida, por lo cual, como dice el refrán latino: "Si quieres la paz prepara la guerra" Es decir: Si quieres que nadie te impida crecer, funciona a tal nivel que nadie pueda hacerte daño.


Finalmente, lo que más se opone a nuestro crecimiento no son las personas sino nuestra falta de espíritu de superación. Cuando una persona tiene espíritu de superación, la oposición externa, lejos de ser un obstáculo, es un estímulo para crecer. Ninguna de las personas exitosas habría llegado tan alto sin la oposición que tuvieron que superar.


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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