Editoriales

Editorial 649

 


Personas incapacitadas para amar

 

Todas las conducta humanas son el resultado de una programación, producida a través de un proceso de estímulo y respuesta. Cada estímulo genera la respuesta correspondiente. El amor genera amor, el odio genera odio y la confianza genera confianza.


La mayoría de los animales, puede sobrevivir por cuenta propia casi desde el día de su nacimiento, debido a que tienen instintos que funcionan de forma automática. En el caso de los seres humanos, estos instintos han perdido fuerza en beneficio de la inteligencia, debido al proceso de evolución. El desarrollo de la inteligencia humana y el desarrollo de las estructura afectivas, sociales y morales es muy complejo, por lo que los niños necesitan pasar varios años con sus padres para ser programados en todos los aspectos.


Los seis primeros años son los más importantes de la vida, debido a que en ese período se forman las estructuras mentales básicas, especialmente las cognitivas, afectivas, sociales y morales, las cuales determinan su forma de ser, de percibir la vida, de sentir las cosas, de pensar y de actuar.

De aquí la importancia de proporcionarles estímulos y experiencias variadas y de calidad, un buen método de aprendizaje que les ayuden a desarrollar hábitos mentales, autoestima, espíritu de superación y seguridad.


Un niño que es educado con respeto y con amor, crece sano, espontáneo y sociable; tiene grabado en su mente un sentimiento de bienestar que le envía en forma constante mensajes de seguridad, de autoestima, de alegría, de motivación. El niño tiende a ser optimista, sociable y generoso; sabe ganarse el respeto y el apoyo de las personas y, en consecuencia, le irá bien en la vida.


Si por el contrario, el niño no recibe suficiente afecto, respeto y valoración; si es criticado, reprimido o maltratado, entonces se graban en el subconsciente sentimientos de soledad, de temor, de impotencia y de angustia. Estos sentimientos hacen que perciba la vida, las personas y los acontecimientos como una amenaza y que tienda a reaccionar de forma defensiva, utilizando mecanismos de defensa. Los mecanismos de defensa son conductas impulsivas, irracionales y desadaptadas que, lejos de resolver, tienden a complicar las cosas.


Las conductas humanas responden a programaciones o hábitos adquiridos por repetición en respuesta a estímulos recibidos. Con el ejercicio se integran cada vez más los movimientos que participan en cada acción. A medida que se van corrigiendo los movimientos inadecuados, la acción se hace más perfecta y eficaz. Con el tiempo el hábito se convierte en conducta automática de modo que la mente queda libre para ocuparse de otras cosas.


Todas las conductas humanas superiores están determinadas por hábitos, lo cual no significa que el ser humano no tenga conciencia de lo que hace o que no sea libre de sus decisiones. Significa que cada persona es parte de sus hábitos y sus hábitos son parte de su persona, porque así lo ha decido a lo largo de su vida.


Como somos ignorantes e imperfectos, cómodos e irresponsables, desarrollamos hábitos imperfectos que después nos causan problemas; pero lo cierto es, que, cada persona decide desde niño lo que quiere ser y su actitud determina la forma como le irá en la vida.


Existen demasiados condicionantes que influyen en las personas, pero siempre existe el libre albedrío, por lo cual, cada persona es responsables de lo que hace y de lo que deja de hacer, por esta razón la naturaleza no tiene compasión de nadie.


En las mismas circunstancias y en las mismas condiciones, unos toman el camino del bien y del éxito y otros toman el camino del fracaso. ¿Por qué? Las razones pueden ser muchas, pero a la naturaleza no le interesan razones. Su ley es: "Adaptarse o morir" En algunos casos se trata de la muerte física y en otros de la muerte afectiva, moral o espiritual.


Como hemos indicado nuestras conductas superiores son el producto de hábitos adquiridos. El amor es un hábito y el odio es un hábito. Las personas aprenden a amar u odia, a ser honestas o corruptas, a ser responsables o irresponsables, a ser conformes o insatisfechas, a ser compasivas o insensibles, a ser generosas o egoístas. De modo que, conociendo los hábitos de las personas podemos conocer sus conductas y la forma en que les va en la vida. De todos modos, siempre existe la posibilidad de rectificar, aunque en muchos casos el mal ya está hecho y las personas están marcadas para toda la vida e incapacitadas para rectificar. Los aspectos más difíciles de rectificar son los de tipo emocional debido a que no se pueden resolver con razonamiento ni con voluntad; es necesario utilizar técnicas de persuasión y de sugestión más que de tipo cognitivo.

 

Cuándo y cómo aprender a amar

Existen muchas cosas que se pueden aprender de adultos pero hay conductas que si no se aprenden en la infancia, no se pueden aprender después. Tal es el caso del lenguaje, del amor o de la fe. Un niño que no recibe estímulos del lenguaje, de amor o de fe, queda incapacitado para aprender el lenguaje, para amar y para creer en Dios, debido a que estos aspectos necesitan ser asimilados como una experiencia vivencial en la infancia, después, ya es tarde. Cuando existe cierta programación, aunque sea débil, puede servir de punto de apoyo para recuperar a las personas.


Por mi trabajo he conocido muchas personas que tienen serias dificultades para amar a sus padres, a su esposo o esposa, a sus hijos, a Dios, etc. En muchos casos no conocen las razones de sus sentimientos.

Hace un tiempo una señora trajo a sus dos sobrinos con el fin de que les ayudara en sus estudios. Eran morochos de siete años. En su cara triste traían dibujada la historia de su tragedia interna. En privado me comentó que estaba horrorizada. Eran sus únicos sobrinos y los amaba entrañablemente, pero no podía besarlos ni abrazarlos, porque cuando lo intentaba, la rechazaban con desaire.


Como es lógico todo tiene su causa. El papá y la mamá de los niños eran policías que trabajaban durante todo el día, personas honestas, pero emocionalmente frías y distantes que no prodigaban a sus hijos besos ni abrazos, de modo que el aspecto emocional de los niños quedó bloqueado y se hicieron insensibles al amor.


Como no saben recibir amor ni darlo, se protegen del peligro que significa para ellos el afecto, el amor y la amistad que pueden brindarles los demás, por lo cual lo rechazan. Si no se someten a una terapia los padres y los hijos, es posible que los hijos queden incapacitados para amar por el resto de su vida, con las graves consecuencias que podemos imaginar a nivel de desarrollo persona, de aprendizaje, de trabajo, de matrimonio, etc.


En la sociedad actual, por diversas razones, se está produciendo un deterioro de la capacidad de amar, que repercute en la autoestima, en las relaciones sociales, en el matrimonio, en la educación de los hijos, en la pérdida de valores y en la pérdida del sentido de la vida. La falta de amor genera vacio, soledad, frustración y angustia.


A pesar del progreso y de la aparente alegría que exhibe la gente, hay un vacío en los corazones, como consecuencia de la falta de fe, amor y de verdadera amistad. Por eso el entusiasmo exagerado que ponen los jóvenes en sus ídolos del deporte, de la música... esas ansia desmedida de salir de vacaciones, de huir. Por eso el estrés. Todo esto es una señal de alarma que pide rectificación. El problema está en que nos hemos acostumbrado a ello y lo consideramos normal.

Necesitamos recuperar la capacidad de amar, de sorprendernos ante tantas maravillas que existen en el mundo. Necesitamos despertar la sensibilidad y tomar conciencia de lo maravilloso que es el hecho de vivir, de ser libres, de poder ver, caminar, hablar y amar.


Necesitamos activar ese niño interno que llevamos dentro y que puede ayudarnos a convertir nuestra vida en una aventura maravillosa. Vivimos en un paraíso que no sabemos disfrutar, porque la prisa y la angustia controlan nuestra vida. Detente y piensa. ¿Qué estás haciendo con tu vida?


Los seres humanos somos demiurgos (pequeños dioses) que podemos hacer de nuestra vida un paraíso, pero también podemos ser necios y desgraciar nuestra existencia.


"El amor es la fuerza que mueve el mundo. Sin amor todo se paraliza"


Cuando veas un niño feliz, puedes estar seguro de que se siente amado, y cuando veas un niño infeliz, puedes estar seguro de que su corazón está vacío de amor, porque nadie se lo ha dado y porque nadie le ha enseñado a producir amor.


A través de una sonrisa, de una palabra de aliento o de un saludo amable, puedes ayudar a que otras personas crean en ellas mismas, activen su amor y comiencen a soñar de nuevo. Cada persona que se activa gracias a ti, es un capital que la vida anota a tu cuenta, gracias a la Ley de Correspondencia; de modo que, el bien que haces a los demás te lo haces a ti mismo.


El amor es un hábito que necesita ser alimentado, porque, de lo contrario muere. Es importante el amor que nos dan los demás, pero lo verdaderamente importante es el amor que producimos nosotros mismos a través de la autoestima, la alegría, el éxito, la paz, la felicidad, el esfuerzo, la ayuda que damos a los demás, etc.


Lo más grande que puedes hacer por una persona es amarla, y, lo más grande que puedes hacer por ti es amarte, valorarte y esforzarte por ser mejor persona.


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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